/ sábado 19 de marzo de 2022

Encuéntrate mujer | Enamorada de un Amor “Primitivo”

Esta historia comenzó hace 22 años, haciéndole honor al nombre “Primitivo”, cuando apenas era una adolescente de 16 años y él un joven de 18 años; nunca nos imaginamos que un día de verano nuestras vidas iban a tener un impacto que recordaríamos a lo largo de nuestra vidas.

En el Ferri de Isla Mujeres, el universo, la vida o Cupido confabuló con nosotros; nuestras energías se atrajeron y nos conocimos, él apenas hablando español y yo teniendo un inglés nulo, pero eso no impidió la convivencia entre los dos. A él le encantó mi color de piel, morena apiñonada y a mí me atrapó su mirada, su sonrisa, más cuando no paraba de verme, siempre con su sonrisa, demostrándome lo interesado que estaba en mí.

Yo iba con mi familia y fue increíble que aquel momento se haya dado sin tener restricciones, ya que mi madre iba a bordo, pero Cupido se encargó de entretenerlos para que se viviera ese momento mágico, como su nombre lo dice, Primitivo, que le hace honor a todo lo que viví con él.

¿Coincidencia o destino? Ese momento fue coincidencia en el que luego se formó un destino. Cuando bajamos del Ferri siempre coincidíamos en la isla; a cada rato nos encontrábamos y cruzábamos miradas. Aún lo recuerdo como si fuera ayer: ese coqueteo que teníamos cada vez que nos veíamos, las palabras no eran necesarias, nuestros ojos expresaban todo lo que queríamos decirnos.

Cuando coincidimos en la atracción de la foto de los tiburones y se percató que yo estaba ahí, no lo pensó y empezó a captúrame con su cámara; yo solamente me di cuenta de una y posé para él.

De vuelta al Ferri volvimos a coincidir en el crucero… ¿Aún era coincidencia? Evidentemente, Cupido estaba jugando su papel excelente y tenía la atención en nosotros, ya que tantos viajes que hacía el Ferri y nos volvimos a encontrar.

Inmediatamente y sin pensarlo nos unimos a bordo, en ese tiempo había un grupo tocando y el ambiente se puso alegre; todos los que estaban en el barco empezaron a bailar, y nos unimos al famoso baile de la cola que se hace en México.

A bordo tomamos unas piñas coladas, lo que nos hizo perdernos en el tiempo y disfrutar el momento, tanto así que cuando bajamos del barco, se nos olvidó pedirnos nuestros números telefónico. En esos tiempos no existían las redes sociales, sólo teléfono de casa.

Al día siguiente nos tocó estar en Xcaret con el grupo de personas con las que viajaba. Recuerdo que ese día yo tenía una actitud de adolescente rebelde, pues no quería ir a ningún lado, sólo quería estar sentada en el camastro viendo el mar.

Evidentemente estaba triste, porque pensaba que ya no iba saber de mi gringo, ya que un día antes estábamos tan felices y mareados que se nos olvidó ponernos de acuerdo para no perder comunicación.

Esta historia, sorprendentemente, sólo la sabía mi abuela, lo que había pasado en Isla Mujeres, ya que fue la única que se dio cuenta, pues ella me conocía muy bien, incluso me regaño porque me atonté al no pedirle su número telefónico.

Como mi abuela era una mujer independiente, ella empezó a disfrutar el parque y afortunadamente, que se va encontrando a mi gringo y no dudó en arrastrarlo y llevarlo hasta donde estaba yo; mi abuela, emocionada, gritando mi nombre y diciendo: “¡te tengo una sorpresa!”, y cuando volteo, era él, con su sonrisa de oreja a oreja y ambos no creíamos que nos encontraríamos nuevamente.

Mi abuela ese día fue nuestro Cupido, pues me encubrió para que yo pasara todo el día con él en el parque; ese día por vez primera estuvimos paseando y tomados de la mano, en realidad casi no recuerdo bien el recorrido, sólo recuerdo la sensación de felicidad a su lado.

Al caer la tarde nos reunimos con mi abuela, la cual nos había puesto una hora y lugar; cuando estábamos en el show de Xcaret, estábamos sentados muy juntitos y agarrados de la mano y con mi cabeza en su hombro, y con mucha intensidad de darnos nuestro primer beso, pero no nos atrevimos.

En ese momento teníamos miedo de romper ese momento mágico, sin contar que él no se atrevió por ser yo menor de edad. No sé qué paso por nuestra cabeza, nunca nos imaginamos que esa era la última vez que nos veríamos, pero esta vez si nos aseguramos de darnos nuestros números telefónicos.

A la semana de estar cada quien en su casa, yo en Tabasco y él en Chicago, recibí su primera llamada. Recuerdo que ese día duramos como una hora hablando, tratándonos de conocernos más, y así continuó nuestra comunicación.

Estuvo como dos semanas hablándome casi diario, luego una vez a la semana, luego cada quince días y como era lógico de vez en cuando cada mes, y así sucesivamente durante dos años aproximadamente, y desde ahí cada quien tomó su camino.

Ambos nos casamos y tuvimos hijos, y después de 21 años ya estábamos libres, ¿coincidencia? Y Facebook hizo de las suyas; él me busco y le di aceptar. Me sorprendió que después de todos estos años él recordara mi nombre completo con mis apellidos.

Por muchos años yo tenia mi nombre del perfil con mis iniciales por eso no me encontraba; pero cuando me separé, coloque mi nombre y apellido. Y así nuevamente inicia una conversación, ya ambos adultos, él de 40 años y yo de 37, empezamos a actualizarnos en nuestra vida por un año, hasta que poco a poco fue subiendo la intensidad entre los dos, y hablábamos de los mucho que nos gustábamos, y en ocasiones teníamos videollamadas más frecuentes, hasta que llegamos a planear nuestro segundo encuentro.

Primitivo se convirtió en mi galán, mi enamorado, pero jamás hablamos de tener una relación, pues estábamos conscientes de que aún nos faltaba mucho por conocernos y la enorme distancia no nos ayudaría, y que ninguno de los dos teníamos prisa por comenzar una nueva relación, pero aun así decidimos continuar con esa aventura, y más queríamos cobrarnos ese beso que no nos dimos hace 22 años.

Hicimos varios cambios de fechas porque a él no le daban su pasaporte actualizado. Por momentos sentía que no se iba a realizar nuestro encuentro, pero los tiempos de Dios fueron perfectos. Por fin compramos con un mes de anticipación nuestros boletos de avión, y todos los días nos hablamos para decirnos los días que nos restaban para nuestro segundo encuentro.

Al principio sólo habíamos planeado 5 días, pero luego lo pasamos a una semana completa. Pensamos que eran suficientes días para disfrutar ese amor de verano. Y por fin, después de 22 años nos vimos; ese día fue un caos, él me tuvo que esperar 4 horas en el aeropuerto, y luego a mí se me descargó el celular, y lo único que alcanzó a decirme fue que estaba en la terminal 4 en un bar.

Cuando bajé del avión me fui inmediatamente a buscarlo. Nuestro encuentro fue como me lo imagine: ambos nos vimos y caminamos para alcanzarnos los dos con una sonrisa que se veía a kilómetros, y sin pensarlo nos abrazamos y nos dimos ese beso que tanto tiempo nos esperó.

Por fin tenía enfrente a mi gringo, a mi guapo, mi chico malo como en ocasiones lo llamo. Primitivo, su nombre perfecto, porque le hace honor a lo que viví con él (el origen de un nuevo comienzo) porque todo lo que viví con él fue por vez primera. Estuvimos 8 días juntos de aventuras y desvelos, casi no dormíamos por estar en la vida nocturna de playa el Carmen, y en las mañanas aprovechando toda luz del sol recorriendo la Riviera Maya.

Una semana en la que ambos olvidamos nuestras vidas y creíamos que sólo existíamos él y yo; de las 7 noches juntos sólo 5 fue vida nocturna como nunca lo había hecho; las dos restantes nuestros cuerpos ya nos pedía descanso y decidimos estar en el hotel.

Compramos cena y botanas, algunas sodas y no pusimos a ver películas en Netflix; aunque no lo crean, fue una de las noches que más disfruté, porque estuvimos abrazados y viendo películas, hasta que nuestros ojos se cerraron automáticamente del cansancio. Y como todo lo que inicia tiene que terminar, llegó el momento de la despedida; esa mañana del sábado nos dedicamos a reflexionar de nuestras vidas y acordamos sólo vivir el momento; los dos somos almas libres, pero que el destino siempre nos une; aún seguimos en comunicación, informándonos de nuestras vidas y viajes que realizamos, mandándonos fotos y videos; aun no tenemos fecha para volvernos a ver, pero ambos sabemos que será muy pronto.

Tener una relación a distancia no es nuevo, en años anteriores era más difícil; sin embargo, en estos tiempos es más fácil. La tecnología hizo que hubiera más comunicación por medio de diferentes redes sociales, a comparación de hace 20 años, que sólo existía el teléfono de casa.

Las relaciones a distancia tienen cosas a favor y otras en contra. A favor son las múltiples redes sociales que existen para comunicarse, incluso en videollamadas que ayudan a crecerla emocionalmente, la otra es la ilusión, los sueños, los proyectos que pueden estar planeando a futuro en un próximo encuentro, y otra no hay tantos gastos económicos (cine, bar, cena etc).

Una de las desventajas y que puede ser muy significativa es el contacto físico, y perderse de esos momentos instantáneos que se da con la convivencia diaria. Y que en toda relación siempre es primordial ya que somos seres que necesitamos ser pertenecidos en un núcleo emocional.

Llegar a tener una relación a distancia no es fácil, pero si llegas a experimentar alguna vez una relación así, tendrás la oportunidad de experimentar emociones diferentes que sin duda alguna te agradaran.

Esta historia comenzó hace 22 años, haciéndole honor al nombre “Primitivo”, cuando apenas era una adolescente de 16 años y él un joven de 18 años; nunca nos imaginamos que un día de verano nuestras vidas iban a tener un impacto que recordaríamos a lo largo de nuestra vidas.

En el Ferri de Isla Mujeres, el universo, la vida o Cupido confabuló con nosotros; nuestras energías se atrajeron y nos conocimos, él apenas hablando español y yo teniendo un inglés nulo, pero eso no impidió la convivencia entre los dos. A él le encantó mi color de piel, morena apiñonada y a mí me atrapó su mirada, su sonrisa, más cuando no paraba de verme, siempre con su sonrisa, demostrándome lo interesado que estaba en mí.

Yo iba con mi familia y fue increíble que aquel momento se haya dado sin tener restricciones, ya que mi madre iba a bordo, pero Cupido se encargó de entretenerlos para que se viviera ese momento mágico, como su nombre lo dice, Primitivo, que le hace honor a todo lo que viví con él.

¿Coincidencia o destino? Ese momento fue coincidencia en el que luego se formó un destino. Cuando bajamos del Ferri siempre coincidíamos en la isla; a cada rato nos encontrábamos y cruzábamos miradas. Aún lo recuerdo como si fuera ayer: ese coqueteo que teníamos cada vez que nos veíamos, las palabras no eran necesarias, nuestros ojos expresaban todo lo que queríamos decirnos.

Cuando coincidimos en la atracción de la foto de los tiburones y se percató que yo estaba ahí, no lo pensó y empezó a captúrame con su cámara; yo solamente me di cuenta de una y posé para él.

De vuelta al Ferri volvimos a coincidir en el crucero… ¿Aún era coincidencia? Evidentemente, Cupido estaba jugando su papel excelente y tenía la atención en nosotros, ya que tantos viajes que hacía el Ferri y nos volvimos a encontrar.

Inmediatamente y sin pensarlo nos unimos a bordo, en ese tiempo había un grupo tocando y el ambiente se puso alegre; todos los que estaban en el barco empezaron a bailar, y nos unimos al famoso baile de la cola que se hace en México.

A bordo tomamos unas piñas coladas, lo que nos hizo perdernos en el tiempo y disfrutar el momento, tanto así que cuando bajamos del barco, se nos olvidó pedirnos nuestros números telefónico. En esos tiempos no existían las redes sociales, sólo teléfono de casa.

Al día siguiente nos tocó estar en Xcaret con el grupo de personas con las que viajaba. Recuerdo que ese día yo tenía una actitud de adolescente rebelde, pues no quería ir a ningún lado, sólo quería estar sentada en el camastro viendo el mar.

Evidentemente estaba triste, porque pensaba que ya no iba saber de mi gringo, ya que un día antes estábamos tan felices y mareados que se nos olvidó ponernos de acuerdo para no perder comunicación.

Esta historia, sorprendentemente, sólo la sabía mi abuela, lo que había pasado en Isla Mujeres, ya que fue la única que se dio cuenta, pues ella me conocía muy bien, incluso me regaño porque me atonté al no pedirle su número telefónico.

Como mi abuela era una mujer independiente, ella empezó a disfrutar el parque y afortunadamente, que se va encontrando a mi gringo y no dudó en arrastrarlo y llevarlo hasta donde estaba yo; mi abuela, emocionada, gritando mi nombre y diciendo: “¡te tengo una sorpresa!”, y cuando volteo, era él, con su sonrisa de oreja a oreja y ambos no creíamos que nos encontraríamos nuevamente.

Mi abuela ese día fue nuestro Cupido, pues me encubrió para que yo pasara todo el día con él en el parque; ese día por vez primera estuvimos paseando y tomados de la mano, en realidad casi no recuerdo bien el recorrido, sólo recuerdo la sensación de felicidad a su lado.

Al caer la tarde nos reunimos con mi abuela, la cual nos había puesto una hora y lugar; cuando estábamos en el show de Xcaret, estábamos sentados muy juntitos y agarrados de la mano y con mi cabeza en su hombro, y con mucha intensidad de darnos nuestro primer beso, pero no nos atrevimos.

En ese momento teníamos miedo de romper ese momento mágico, sin contar que él no se atrevió por ser yo menor de edad. No sé qué paso por nuestra cabeza, nunca nos imaginamos que esa era la última vez que nos veríamos, pero esta vez si nos aseguramos de darnos nuestros números telefónicos.

A la semana de estar cada quien en su casa, yo en Tabasco y él en Chicago, recibí su primera llamada. Recuerdo que ese día duramos como una hora hablando, tratándonos de conocernos más, y así continuó nuestra comunicación.

Estuvo como dos semanas hablándome casi diario, luego una vez a la semana, luego cada quince días y como era lógico de vez en cuando cada mes, y así sucesivamente durante dos años aproximadamente, y desde ahí cada quien tomó su camino.

Ambos nos casamos y tuvimos hijos, y después de 21 años ya estábamos libres, ¿coincidencia? Y Facebook hizo de las suyas; él me busco y le di aceptar. Me sorprendió que después de todos estos años él recordara mi nombre completo con mis apellidos.

Por muchos años yo tenia mi nombre del perfil con mis iniciales por eso no me encontraba; pero cuando me separé, coloque mi nombre y apellido. Y así nuevamente inicia una conversación, ya ambos adultos, él de 40 años y yo de 37, empezamos a actualizarnos en nuestra vida por un año, hasta que poco a poco fue subiendo la intensidad entre los dos, y hablábamos de los mucho que nos gustábamos, y en ocasiones teníamos videollamadas más frecuentes, hasta que llegamos a planear nuestro segundo encuentro.

Primitivo se convirtió en mi galán, mi enamorado, pero jamás hablamos de tener una relación, pues estábamos conscientes de que aún nos faltaba mucho por conocernos y la enorme distancia no nos ayudaría, y que ninguno de los dos teníamos prisa por comenzar una nueva relación, pero aun así decidimos continuar con esa aventura, y más queríamos cobrarnos ese beso que no nos dimos hace 22 años.

Hicimos varios cambios de fechas porque a él no le daban su pasaporte actualizado. Por momentos sentía que no se iba a realizar nuestro encuentro, pero los tiempos de Dios fueron perfectos. Por fin compramos con un mes de anticipación nuestros boletos de avión, y todos los días nos hablamos para decirnos los días que nos restaban para nuestro segundo encuentro.

Al principio sólo habíamos planeado 5 días, pero luego lo pasamos a una semana completa. Pensamos que eran suficientes días para disfrutar ese amor de verano. Y por fin, después de 22 años nos vimos; ese día fue un caos, él me tuvo que esperar 4 horas en el aeropuerto, y luego a mí se me descargó el celular, y lo único que alcanzó a decirme fue que estaba en la terminal 4 en un bar.

Cuando bajé del avión me fui inmediatamente a buscarlo. Nuestro encuentro fue como me lo imagine: ambos nos vimos y caminamos para alcanzarnos los dos con una sonrisa que se veía a kilómetros, y sin pensarlo nos abrazamos y nos dimos ese beso que tanto tiempo nos esperó.

Por fin tenía enfrente a mi gringo, a mi guapo, mi chico malo como en ocasiones lo llamo. Primitivo, su nombre perfecto, porque le hace honor a lo que viví con él (el origen de un nuevo comienzo) porque todo lo que viví con él fue por vez primera. Estuvimos 8 días juntos de aventuras y desvelos, casi no dormíamos por estar en la vida nocturna de playa el Carmen, y en las mañanas aprovechando toda luz del sol recorriendo la Riviera Maya.

Una semana en la que ambos olvidamos nuestras vidas y creíamos que sólo existíamos él y yo; de las 7 noches juntos sólo 5 fue vida nocturna como nunca lo había hecho; las dos restantes nuestros cuerpos ya nos pedía descanso y decidimos estar en el hotel.

Compramos cena y botanas, algunas sodas y no pusimos a ver películas en Netflix; aunque no lo crean, fue una de las noches que más disfruté, porque estuvimos abrazados y viendo películas, hasta que nuestros ojos se cerraron automáticamente del cansancio. Y como todo lo que inicia tiene que terminar, llegó el momento de la despedida; esa mañana del sábado nos dedicamos a reflexionar de nuestras vidas y acordamos sólo vivir el momento; los dos somos almas libres, pero que el destino siempre nos une; aún seguimos en comunicación, informándonos de nuestras vidas y viajes que realizamos, mandándonos fotos y videos; aun no tenemos fecha para volvernos a ver, pero ambos sabemos que será muy pronto.

Tener una relación a distancia no es nuevo, en años anteriores era más difícil; sin embargo, en estos tiempos es más fácil. La tecnología hizo que hubiera más comunicación por medio de diferentes redes sociales, a comparación de hace 20 años, que sólo existía el teléfono de casa.

Las relaciones a distancia tienen cosas a favor y otras en contra. A favor son las múltiples redes sociales que existen para comunicarse, incluso en videollamadas que ayudan a crecerla emocionalmente, la otra es la ilusión, los sueños, los proyectos que pueden estar planeando a futuro en un próximo encuentro, y otra no hay tantos gastos económicos (cine, bar, cena etc).

Una de las desventajas y que puede ser muy significativa es el contacto físico, y perderse de esos momentos instantáneos que se da con la convivencia diaria. Y que en toda relación siempre es primordial ya que somos seres que necesitamos ser pertenecidos en un núcleo emocional.

Llegar a tener una relación a distancia no es fácil, pero si llegas a experimentar alguna vez una relación así, tendrás la oportunidad de experimentar emociones diferentes que sin duda alguna te agradaran.