/ domingo 24 de julio de 2022

Encuéntrate mujer | TENERLE MIEDO AL MIEDO

Desde la infancia se le ha enseñado a los niños y niñas a tener miedo y los adultos usan más esta emoción a su conveniencia para controlar la conducta del infante; este impacto del miedo, si persiste en la niñez, puede ser catastrófico pues afecta el desarrollo normal del cerebro y es desde ahí donde nace para el ser humano la mala reputación de esta emoción, y eso hace que lleguen a tener una mala relación con el pasar del tiempo.

El miedo es parte de las emociones básica y son neurobiológicas, por lo tanto son innatas, es decir no podemos evitarlas; sin embargo, el problema no es el miedo en sí, sino la forma, el momento y el contexto en el que se manifiesta, lo que puede ser útil o algo francamente dañino.

La mayoría de la gente a lo que le tienen más miedo es al abandono, al fracaso, a la crítica, a no sentirse comprendido, a que se aburran o se cansen de ti, a que te engañen, que te mientan, a quedarte solo, a que te desprecien y por su puesto a la muerte, etc., y así creamos miedos imaginarios que son alimentados por esos pensamientos negativos, de los cuales luego se vuelven presas de nuestras ideas, porque pensamos que es una emoción que tenemos que vencer y se tiene la falsa creencia de pensar que tienen que alejarse de ella, y lo que hay que entender es que no podemos escapar de esa emoción; no podemos negarla o tratar de evitar o sentirla una vez que se presente, porque es una emoción de supervivencia y nos acompaña toda la vida, y si la reprimimos seguramente provocaremos alguna catástrofe, porque hay miedos reales que nos cuidan y miedos imaginarios que nos invaden al punto de hacernos perder el control.

Hay dos formas de rendirte al miedo: La pasiva, que conduce al abandono y a la depresión, que es donde piensas que ya nada tiene sentido y te entregas sin fuerza y energía a todas las desgracias; y la otra, la forma activa, es la que conduce a la dignidad y a la libertad, porque es la renuncia por voluntad a seguir huyendo, es entregarse al miedo para que haga lo que tiene que hacer y luego nos deje continuar por el camino de la vida.

Muchas personas tratan de ocultar su miedo ante otros, hasta de ellos mismos. Esto es especialmente cierto con el tema de la ansiedad. Algunos cuando se sienten muy ansiosos, cuando están solos, rápidamente llaman o contactan a alguien, pero no le confiesan que fue por algún miedo, sino nada más “para saludar”. Algunos más les sucede cuando van conduciendo el auto, e inmediatamente llaman a alguien para buscar compañía “por si les llega a pasar algo”. Todas estas conductas son búsquedas de ayuda que ocultan el miedo que las provoca.

A continuación, te pongo un ejercicio sugerido:

•Lleva siempre una libreta contigo

•Cuando surja el miedo o aparezca la ansiedad, detén lo más pronto posible lo que estés haciendo y escribe fecha, hora y lugar en donde estás.

•Describe detalladamente qué estás haciendo, lo que estás pensando y qué estás sintiendo en ese momento.

•Mantente escribiendo todo lo que experimentes hasta que te empieces a tranquilizar; cuando esto suceda, anota la hora en que terminaste de escribir y sigue con lo que estabas haciendo.

•Haz esto cuantas veces sea necesario durante el día. Es muy importante que escribas mientras estás experimentando miedo o ansiedad, y no cuando haya todo pasado.

•Recuerda que tu seguridad es primero, y si lo que te asusta es una situación de riesgo o peligro objetivamente real, primero ponte a salvo y luego escribes.

Recuerda que tener miedo y reconocerlo puede parecer aterrador, pero en realidad es liberador, porque por fin hablaremos con él cara a cara. Si no puedes hacer las paces con él, al menos pídele una tregua para establecer una conversación. Ya que para salir adelante se necesita confianza más que valor.


NACER PARA VIVIR Y VIVIR PARA SER TÚ SOLO TÚ

Viridiana Ulín de los santos

Psicóloga, Tanatóloga y Terapeuta Infantil

Previa cita: 99 33 44 19 89 (whatsapp)


Desde la infancia se le ha enseñado a los niños y niñas a tener miedo y los adultos usan más esta emoción a su conveniencia para controlar la conducta del infante; este impacto del miedo, si persiste en la niñez, puede ser catastrófico pues afecta el desarrollo normal del cerebro y es desde ahí donde nace para el ser humano la mala reputación de esta emoción, y eso hace que lleguen a tener una mala relación con el pasar del tiempo.

El miedo es parte de las emociones básica y son neurobiológicas, por lo tanto son innatas, es decir no podemos evitarlas; sin embargo, el problema no es el miedo en sí, sino la forma, el momento y el contexto en el que se manifiesta, lo que puede ser útil o algo francamente dañino.

La mayoría de la gente a lo que le tienen más miedo es al abandono, al fracaso, a la crítica, a no sentirse comprendido, a que se aburran o se cansen de ti, a que te engañen, que te mientan, a quedarte solo, a que te desprecien y por su puesto a la muerte, etc., y así creamos miedos imaginarios que son alimentados por esos pensamientos negativos, de los cuales luego se vuelven presas de nuestras ideas, porque pensamos que es una emoción que tenemos que vencer y se tiene la falsa creencia de pensar que tienen que alejarse de ella, y lo que hay que entender es que no podemos escapar de esa emoción; no podemos negarla o tratar de evitar o sentirla una vez que se presente, porque es una emoción de supervivencia y nos acompaña toda la vida, y si la reprimimos seguramente provocaremos alguna catástrofe, porque hay miedos reales que nos cuidan y miedos imaginarios que nos invaden al punto de hacernos perder el control.

Hay dos formas de rendirte al miedo: La pasiva, que conduce al abandono y a la depresión, que es donde piensas que ya nada tiene sentido y te entregas sin fuerza y energía a todas las desgracias; y la otra, la forma activa, es la que conduce a la dignidad y a la libertad, porque es la renuncia por voluntad a seguir huyendo, es entregarse al miedo para que haga lo que tiene que hacer y luego nos deje continuar por el camino de la vida.

Muchas personas tratan de ocultar su miedo ante otros, hasta de ellos mismos. Esto es especialmente cierto con el tema de la ansiedad. Algunos cuando se sienten muy ansiosos, cuando están solos, rápidamente llaman o contactan a alguien, pero no le confiesan que fue por algún miedo, sino nada más “para saludar”. Algunos más les sucede cuando van conduciendo el auto, e inmediatamente llaman a alguien para buscar compañía “por si les llega a pasar algo”. Todas estas conductas son búsquedas de ayuda que ocultan el miedo que las provoca.

A continuación, te pongo un ejercicio sugerido:

•Lleva siempre una libreta contigo

•Cuando surja el miedo o aparezca la ansiedad, detén lo más pronto posible lo que estés haciendo y escribe fecha, hora y lugar en donde estás.

•Describe detalladamente qué estás haciendo, lo que estás pensando y qué estás sintiendo en ese momento.

•Mantente escribiendo todo lo que experimentes hasta que te empieces a tranquilizar; cuando esto suceda, anota la hora en que terminaste de escribir y sigue con lo que estabas haciendo.

•Haz esto cuantas veces sea necesario durante el día. Es muy importante que escribas mientras estás experimentando miedo o ansiedad, y no cuando haya todo pasado.

•Recuerda que tu seguridad es primero, y si lo que te asusta es una situación de riesgo o peligro objetivamente real, primero ponte a salvo y luego escribes.

Recuerda que tener miedo y reconocerlo puede parecer aterrador, pero en realidad es liberador, porque por fin hablaremos con él cara a cara. Si no puedes hacer las paces con él, al menos pídele una tregua para establecer una conversación. Ya que para salir adelante se necesita confianza más que valor.


NACER PARA VIVIR Y VIVIR PARA SER TÚ SOLO TÚ

Viridiana Ulín de los santos

Psicóloga, Tanatóloga y Terapeuta Infantil

Previa cita: 99 33 44 19 89 (whatsapp)