/ sábado 2 de diciembre de 2023

La aventura de cambiarte a ti mismo | En busca de la paz interior

Ya estamos en el último tramo de este 2023, y creo que ha sido un año difícil en muchos aspectos y para muchos de nosotros. Todavía, y hasta quién sabe cuándo sentiremos los embates que la pandemia nos dejó en el aspecto económico, y sobre todo en la salud física y mental.

Vivimos diciendo que la vida es injusta y eso nos hace sentir malestar y frustración. Pero es la verdad. Lo que quiero reflexionar con ustedes, queridos lectores, es que a pesar de todos los pesares, una de las cosas más importantes que no debemos olvidar, es que aunque sea por instantes, seamos capaces de sentir paz en nuestra mente y nuestro corazón.

“Si tienes que elegir entre la justicia y la paz, escoge la paz”. Así me lo dijo una vez mi querida abuela.

Estamos entrando justo en la época en la que celebramos la Navidad y deseamos paz, amor y luz a todo mundo. Pero sinceramente creo que estamos un poco confundidos, y pensamos que cuanto más compramos, cumplimos a todas las preposadas y posadas, regalamos cosas, estrenamos, y más adornos le colgamos a nuestro arbolito y a nuestras casas, más paz y luz tendremos.

Y sé que están de acuerdo conmigo que no es así, pero al final es lo que acabamos haciendo. Lo que nos roba la paz es sentir angustia de las deudas, de que se nos pasaron las copas en la posada del trabajo, que comimos demasiado y ya engordamos aún más, o ya hubo un pleito familiar y hay que decidir dónde se pasarán las fechas importantes.

También nos quita la paz la idea de que para ser felices no debemos sufrir. El crear expectativas por todo y para todos. Los problemas son parte de la vida, pero al mismo tiempo el tenerlos nos hace sufrir y nos roba la paz.

Hace un tiempo leí en uno de tantos libros, no recuerdo el título, de que existen cuatro enemigos de nuestro corazón que son el miedo, temor, inseguridad y ansiedad, donde también entran las expectativas que creamos y las comparaciones que hacemos. ¡Ufff! Y caí en cuenta que la mayoría del tiempo ¡nos sentimos así!,¿ a poco no?

Entonces, qué podemos hacer al respecto?? Hay cosas por hacer, pero aquí lo más importante es querer.

Cuando te sientas tenso, temeroso, irritado y molesto… pregúntate qué es lo que te pasa?, y si ves que aquello tiene alguna solución, lucha con paz para solucionarlo. Si no tiene solución, o la solución no está en tus manos, déjalo y suelta. Literalmente, respira profundo, cierra los ojos, cierra tus puños, al momento de exhalar, abre tus puños y suelta.

Hay cosas que no tienen remedio y que ya sucedieron en el pasado, suéltalas.

Hay mucho calor, mosquitos, ruidos molestos… suéltalo.

El proyecto fracasó, las cosas no funcionaron… suéltalo.

En tu memoria surgen recuerdos dolorosos, momentos desagradables, situaciones que sorpresivamente te causan rencor, tristeza, vergüenza, rabia… suéltalos.

Defectos de carácter, mala memoria, dolores de cabeza, molestias estomacales, suéltalos…

Sí, desgraciadamente las expectativas complican nuestra oportunidad de ser felices. La búsqueda de la serenidad de la mente, más que estrategias, necesita un elevado nivel de desapego y al mismo tiempo ser sensibles.

Paz interior no significa permanecer distante, desinteresado o vacío. Es más bien darse cuenta que no necesitamos forzosamente acumular más, y eso actualmente es algo complicado, pero no imposible de hacer.

Te cuento que para mí, la paz son las mañanas radiantes, la música, un saludo cordial, la sombra bajo el árbol, la sonrisa, las buenas noticias. Cuando hago algo al respecto y desaparece el dolor de cabeza, la hija sanó, salió el negocio familiar, una buena noche de dormir, ver una noche estrellada, admirar el mar azul y el sonido de las olas, una buena y profunda conversación; disfrutar de los amaneceres, de los atardeceres, abrazo de mis seres queridos, trabajo en equipo, desear buena vibra.

También cuando practiques estas actitudes verás que nos acercan un poco a la paz interior: ser amable, comer sano, hacer ejercicio, meditar, ser honesto, paciente, juzgar menos, reír más (y no por burlarse de alguien), perdonar, ser agradecido, pensar en positivo, tomar agua, tener prioridades, aceptar y no resignarse, rutina espiritual, asumir 100% de la responsabilidad de tu vida (ya no ir echando culpas a diestra y siniestra), dormir bien, y no compararse con absolutamente nadie.

Si lo que queremos verdaderamente es tener un poco de paz, el trabajo es más interno que externo, más sobre lo aprendido que sobre lo encontrado. Es más sobre el ser, que sobre el tener.

No saben cuánta paz me da saber que por lo menos, una persona lee esta columna y que la quiera compartir. Bajo mis expectativas y disfruto escribir para ustedes.

“Si hay paz en mi interior, hay luz en mi camino.”

Gracias por leerme.

Ya estamos en el último tramo de este 2023, y creo que ha sido un año difícil en muchos aspectos y para muchos de nosotros. Todavía, y hasta quién sabe cuándo sentiremos los embates que la pandemia nos dejó en el aspecto económico, y sobre todo en la salud física y mental.

Vivimos diciendo que la vida es injusta y eso nos hace sentir malestar y frustración. Pero es la verdad. Lo que quiero reflexionar con ustedes, queridos lectores, es que a pesar de todos los pesares, una de las cosas más importantes que no debemos olvidar, es que aunque sea por instantes, seamos capaces de sentir paz en nuestra mente y nuestro corazón.

“Si tienes que elegir entre la justicia y la paz, escoge la paz”. Así me lo dijo una vez mi querida abuela.

Estamos entrando justo en la época en la que celebramos la Navidad y deseamos paz, amor y luz a todo mundo. Pero sinceramente creo que estamos un poco confundidos, y pensamos que cuanto más compramos, cumplimos a todas las preposadas y posadas, regalamos cosas, estrenamos, y más adornos le colgamos a nuestro arbolito y a nuestras casas, más paz y luz tendremos.

Y sé que están de acuerdo conmigo que no es así, pero al final es lo que acabamos haciendo. Lo que nos roba la paz es sentir angustia de las deudas, de que se nos pasaron las copas en la posada del trabajo, que comimos demasiado y ya engordamos aún más, o ya hubo un pleito familiar y hay que decidir dónde se pasarán las fechas importantes.

También nos quita la paz la idea de que para ser felices no debemos sufrir. El crear expectativas por todo y para todos. Los problemas son parte de la vida, pero al mismo tiempo el tenerlos nos hace sufrir y nos roba la paz.

Hace un tiempo leí en uno de tantos libros, no recuerdo el título, de que existen cuatro enemigos de nuestro corazón que son el miedo, temor, inseguridad y ansiedad, donde también entran las expectativas que creamos y las comparaciones que hacemos. ¡Ufff! Y caí en cuenta que la mayoría del tiempo ¡nos sentimos así!,¿ a poco no?

Entonces, qué podemos hacer al respecto?? Hay cosas por hacer, pero aquí lo más importante es querer.

Cuando te sientas tenso, temeroso, irritado y molesto… pregúntate qué es lo que te pasa?, y si ves que aquello tiene alguna solución, lucha con paz para solucionarlo. Si no tiene solución, o la solución no está en tus manos, déjalo y suelta. Literalmente, respira profundo, cierra los ojos, cierra tus puños, al momento de exhalar, abre tus puños y suelta.

Hay cosas que no tienen remedio y que ya sucedieron en el pasado, suéltalas.

Hay mucho calor, mosquitos, ruidos molestos… suéltalo.

El proyecto fracasó, las cosas no funcionaron… suéltalo.

En tu memoria surgen recuerdos dolorosos, momentos desagradables, situaciones que sorpresivamente te causan rencor, tristeza, vergüenza, rabia… suéltalos.

Defectos de carácter, mala memoria, dolores de cabeza, molestias estomacales, suéltalos…

Sí, desgraciadamente las expectativas complican nuestra oportunidad de ser felices. La búsqueda de la serenidad de la mente, más que estrategias, necesita un elevado nivel de desapego y al mismo tiempo ser sensibles.

Paz interior no significa permanecer distante, desinteresado o vacío. Es más bien darse cuenta que no necesitamos forzosamente acumular más, y eso actualmente es algo complicado, pero no imposible de hacer.

Te cuento que para mí, la paz son las mañanas radiantes, la música, un saludo cordial, la sombra bajo el árbol, la sonrisa, las buenas noticias. Cuando hago algo al respecto y desaparece el dolor de cabeza, la hija sanó, salió el negocio familiar, una buena noche de dormir, ver una noche estrellada, admirar el mar azul y el sonido de las olas, una buena y profunda conversación; disfrutar de los amaneceres, de los atardeceres, abrazo de mis seres queridos, trabajo en equipo, desear buena vibra.

También cuando practiques estas actitudes verás que nos acercan un poco a la paz interior: ser amable, comer sano, hacer ejercicio, meditar, ser honesto, paciente, juzgar menos, reír más (y no por burlarse de alguien), perdonar, ser agradecido, pensar en positivo, tomar agua, tener prioridades, aceptar y no resignarse, rutina espiritual, asumir 100% de la responsabilidad de tu vida (ya no ir echando culpas a diestra y siniestra), dormir bien, y no compararse con absolutamente nadie.

Si lo que queremos verdaderamente es tener un poco de paz, el trabajo es más interno que externo, más sobre lo aprendido que sobre lo encontrado. Es más sobre el ser, que sobre el tener.

No saben cuánta paz me da saber que por lo menos, una persona lee esta columna y que la quiera compartir. Bajo mis expectativas y disfruto escribir para ustedes.

“Si hay paz en mi interior, hay luz en mi camino.”

Gracias por leerme.