/ sábado 6 de abril de 2024

La Aventura de Cambiarte a Ti Mismo / Ver para creer

Hace unos días estuve leyendo mucho sobre el tema de la empatía, y justo el fin de semana pasado durante Semana Santa, me llamó la atención el tema de los milagros. Y muchas veces nosotros no sabemos apreciar cuándo suceden, y ni siquiera nos preparamos para poder tener nuestro corazón y nuestra mente abiertos y receptivos a ellos.

Recordemos lo que son los milagros; creo que esta definición es la más común y dice que los son eventos extraordinarios que desafían las leyes naturales, y a menudo se atribuyen a una intervención divina.

Y yo ya tengo varios días tratando de poder conectar y empatizar con los milagros. Y esto es lo que pude comprender, y en esta ocasión es el tema de la columna de hoy.

Hay otros tipos de milagros que no son el tema de hoy, pero que sí los tomamos como tales, como cuando le dices a tus hijos, “¿y ese milagro?”, cuando “milagrosamente” tienen su cuarto recogido, son responsables, o hacen lo que deben hacer; o como cuando te lo dicen tus padres: ¿“y ese milagro? cuando “milagrosamente” les llamas por teléfono o los vas a visitar, esos que casi rayan en el chantaje, a esos milagros no nos estamos refiriendo esta vez, jejeje.

Otras situaciones son como cuando alguna persona que está enferma y se cura inesperadamente, y muchas personas ni siquiera fueron empáticos con el enfermo cuando sufría.

Al final, los milagros pueden ocurrir sin que necesariamente se sienta empatía, pero lo que sí es importante, es que la empatía puede influir en cómo los percibimos, y en nuestra conexión con lo trascendental y espiritual.

La empatía puede estar relacionada con la percepción de los milagros, esto pasa cuando las personas empáticas pueden ser más propensas a reconocerlos y apreciarlos en la vida cotidiana.

La empatía puede llevar a algunas personas a la oración o la acción en favor de los demás, lo que podría influir en la manifestación de un milagro.

La empatía puede afectar cómo interpretamos y experimentamos los milagros, y puede aumentar nuestro sentido de asombro y gratitud ante lo inexplicable. La empatía puede llevarnos a ver los milagros como signos de una presencia divina que se preocupa por nosotros, por dar unos ejemplos.

Te quiero compartir esta vez un ejercicio de cuatro pasos que me pareció muy interesante, porque pocas veces nos detenemos a pensar y a reflexionar sobre hechos en nuestra vida que bien pudieran ser un milagro para nosotros y que nos ayuden a experimentar gratitud, humildad y asombro, todo esto, por supuesto, de manera positiva.

Te pido estimado lector, lectora, que primero y antes que nada, pongas tu mente en un estado de tranquilidad, respires profundamente y te permitas recordar en silencio, sin prisa lo que vas leyendo.

Ponernos en una mentalidad donde todo sea posible; esto significa reflexionar sobre las ideas y suposiciones que guían tus acciones, y también observar tus pensamientos tratando de no emitir ningún juicio ante ellos (son pensamientos: No son buenos ni malos. Sólo déjalos pasar).

La práctica de dar un paso fuera de tus sistemas de creencias hacia lo que los budistas llaman la "mentalidad del no sé", es un proceso valioso y liberador. A menudo, nuestras creencias limitantes y preconcebidas nos impiden ver más allá de lo que ya conocemos. Sin embargo, al adoptar una actitud de "no sé", abrimos la puerta a nuevas posibilidades y a un mayor entendimiento de nuestro mundo, y sobre todo de las personas que nos rodean.

Ten a la mano lápiz y papel, y comienza a realizar los que se te pide:

1. Haz una lista de cinco personas importantes en tu vida, sin incluir a los miembros de tu familia de origen. ¿Sucedió algo improbable que te haya unido a estas personas?

2. Recuerda cinco experiencias que cambiaron drásticamente tu vida: un encuentro fortuito, un accidente, una aventura, que en este caso la definimos como alguna experiencia de naturaleza arriesgada normalmente compuesta de eventos inesperados, incluso con cierta clase de peligro; ó una crisis médica. ¿Hubo algún evento inusual que te permitiera tener y sobrevivir a estas experiencias?

3. Piensa en cinco eventos importantes en tu carrera profesional, en tu trabajo y/o en tu papel como padre o madre, y viendo hacia atrás, ¿alguna vez llegó la ayuda justo cuando la necesitabas?

4. Recuerda cualquier experiencia extraña pero verdadera en tu vida. ¿Tuviste un sueño una noche que luego se hizo realidad? ¿Alguna vez algún extraño, una canción o un libro llamaron tu atención y respondieron una pregunta importante? Haz una lista, o escribe sobre ese evento aunque haya sido uno solo en lo que va de tu vida.

Bien, en esos eventos que escribiste, el creer que podría o pudo haber algo más allá de la mera coincidencia, y hago énfasis en la palabra podría; revisa de nuevo esas listas y hazte la siguiente pregunta: ¿cuáles son las probabilidades de que este evento improbable, como por ejemplo haberte curado de una enfermedad, o salvado de morir en un accidente sea el resultado de algo más grande que tú?

Hay una frase de Abraham Maslow, que fue un científico social rigurosamente entrenado, que tenía sus reservas en temas que cayeran en lo anticientífico, antiempírico, antirracional, escribió: “Estar buscando milagros en otra parte, es para mí un signo de ignorancia segura de que todo es milagroso”.

En resumen, la "mentalidad del no sé" es un recordatorio de que siempre hay más por descubrir y aprender. Al liberarnos de nuestras creencias arraigadas, nos abrimos a un mundo de posibilidades y crecimiento personal.

Esta mentalidad ha convertido algunas de mis experiencias en el pasado y presente, en una galería de milagros por las que me asombro por la belleza de esos acontecimientos que no puedo explicar.

Te invito, querido lector, a que construyas tu propia galería de milagros. Sólo necesitas adoptar la mentalidad del no sé, salir de tu zona de confort y experimentar cosas nuevas. Lee libros, viaja, habla con personas de diferentes culturas y contextos. Cuanto más te expongas a lo desconocido, más ampliarás tu mente, así como también tu sentido de lo que es probable, y así podrás ver un mundo lleno de extrañas sincronicidades, y quién sabe, quizá de plumas de ángel flotando en el aire.

Gracias por leerme.

Hace unos días estuve leyendo mucho sobre el tema de la empatía, y justo el fin de semana pasado durante Semana Santa, me llamó la atención el tema de los milagros. Y muchas veces nosotros no sabemos apreciar cuándo suceden, y ni siquiera nos preparamos para poder tener nuestro corazón y nuestra mente abiertos y receptivos a ellos.

Recordemos lo que son los milagros; creo que esta definición es la más común y dice que los son eventos extraordinarios que desafían las leyes naturales, y a menudo se atribuyen a una intervención divina.

Y yo ya tengo varios días tratando de poder conectar y empatizar con los milagros. Y esto es lo que pude comprender, y en esta ocasión es el tema de la columna de hoy.

Hay otros tipos de milagros que no son el tema de hoy, pero que sí los tomamos como tales, como cuando le dices a tus hijos, “¿y ese milagro?”, cuando “milagrosamente” tienen su cuarto recogido, son responsables, o hacen lo que deben hacer; o como cuando te lo dicen tus padres: ¿“y ese milagro? cuando “milagrosamente” les llamas por teléfono o los vas a visitar, esos que casi rayan en el chantaje, a esos milagros no nos estamos refiriendo esta vez, jejeje.

Otras situaciones son como cuando alguna persona que está enferma y se cura inesperadamente, y muchas personas ni siquiera fueron empáticos con el enfermo cuando sufría.

Al final, los milagros pueden ocurrir sin que necesariamente se sienta empatía, pero lo que sí es importante, es que la empatía puede influir en cómo los percibimos, y en nuestra conexión con lo trascendental y espiritual.

La empatía puede estar relacionada con la percepción de los milagros, esto pasa cuando las personas empáticas pueden ser más propensas a reconocerlos y apreciarlos en la vida cotidiana.

La empatía puede llevar a algunas personas a la oración o la acción en favor de los demás, lo que podría influir en la manifestación de un milagro.

La empatía puede afectar cómo interpretamos y experimentamos los milagros, y puede aumentar nuestro sentido de asombro y gratitud ante lo inexplicable. La empatía puede llevarnos a ver los milagros como signos de una presencia divina que se preocupa por nosotros, por dar unos ejemplos.

Te quiero compartir esta vez un ejercicio de cuatro pasos que me pareció muy interesante, porque pocas veces nos detenemos a pensar y a reflexionar sobre hechos en nuestra vida que bien pudieran ser un milagro para nosotros y que nos ayuden a experimentar gratitud, humildad y asombro, todo esto, por supuesto, de manera positiva.

Te pido estimado lector, lectora, que primero y antes que nada, pongas tu mente en un estado de tranquilidad, respires profundamente y te permitas recordar en silencio, sin prisa lo que vas leyendo.

Ponernos en una mentalidad donde todo sea posible; esto significa reflexionar sobre las ideas y suposiciones que guían tus acciones, y también observar tus pensamientos tratando de no emitir ningún juicio ante ellos (son pensamientos: No son buenos ni malos. Sólo déjalos pasar).

La práctica de dar un paso fuera de tus sistemas de creencias hacia lo que los budistas llaman la "mentalidad del no sé", es un proceso valioso y liberador. A menudo, nuestras creencias limitantes y preconcebidas nos impiden ver más allá de lo que ya conocemos. Sin embargo, al adoptar una actitud de "no sé", abrimos la puerta a nuevas posibilidades y a un mayor entendimiento de nuestro mundo, y sobre todo de las personas que nos rodean.

Ten a la mano lápiz y papel, y comienza a realizar los que se te pide:

1. Haz una lista de cinco personas importantes en tu vida, sin incluir a los miembros de tu familia de origen. ¿Sucedió algo improbable que te haya unido a estas personas?

2. Recuerda cinco experiencias que cambiaron drásticamente tu vida: un encuentro fortuito, un accidente, una aventura, que en este caso la definimos como alguna experiencia de naturaleza arriesgada normalmente compuesta de eventos inesperados, incluso con cierta clase de peligro; ó una crisis médica. ¿Hubo algún evento inusual que te permitiera tener y sobrevivir a estas experiencias?

3. Piensa en cinco eventos importantes en tu carrera profesional, en tu trabajo y/o en tu papel como padre o madre, y viendo hacia atrás, ¿alguna vez llegó la ayuda justo cuando la necesitabas?

4. Recuerda cualquier experiencia extraña pero verdadera en tu vida. ¿Tuviste un sueño una noche que luego se hizo realidad? ¿Alguna vez algún extraño, una canción o un libro llamaron tu atención y respondieron una pregunta importante? Haz una lista, o escribe sobre ese evento aunque haya sido uno solo en lo que va de tu vida.

Bien, en esos eventos que escribiste, el creer que podría o pudo haber algo más allá de la mera coincidencia, y hago énfasis en la palabra podría; revisa de nuevo esas listas y hazte la siguiente pregunta: ¿cuáles son las probabilidades de que este evento improbable, como por ejemplo haberte curado de una enfermedad, o salvado de morir en un accidente sea el resultado de algo más grande que tú?

Hay una frase de Abraham Maslow, que fue un científico social rigurosamente entrenado, que tenía sus reservas en temas que cayeran en lo anticientífico, antiempírico, antirracional, escribió: “Estar buscando milagros en otra parte, es para mí un signo de ignorancia segura de que todo es milagroso”.

En resumen, la "mentalidad del no sé" es un recordatorio de que siempre hay más por descubrir y aprender. Al liberarnos de nuestras creencias arraigadas, nos abrimos a un mundo de posibilidades y crecimiento personal.

Esta mentalidad ha convertido algunas de mis experiencias en el pasado y presente, en una galería de milagros por las que me asombro por la belleza de esos acontecimientos que no puedo explicar.

Te invito, querido lector, a que construyas tu propia galería de milagros. Sólo necesitas adoptar la mentalidad del no sé, salir de tu zona de confort y experimentar cosas nuevas. Lee libros, viaja, habla con personas de diferentes culturas y contextos. Cuanto más te expongas a lo desconocido, más ampliarás tu mente, así como también tu sentido de lo que es probable, y así podrás ver un mundo lleno de extrañas sincronicidades, y quién sabe, quizá de plumas de ángel flotando en el aire.

Gracias por leerme.