/ lunes 4 de marzo de 2024

La aventura de cambiarte a ti mismo / Y a ti, ¿ya te cayó el veinte?

Cuando te cae el veinte… que en realidad significa el momento justo cuando entiendes algo; cuando caes en cuenta de.. y por lo general son momentos decisivos en la vida.

Dicen por ahí que la frase viene de aquella época en que en México usaban los teléfonos públicos en los que se introducían monedas de 20 centavos. Y cuando caía la monedita, la llamada entraba y se decía: “ya cayó el veinte”. Cuando no entraba la llamada, pasaba lo contrario: “no cayó el veinte”.

Estoy más que segura que, a todos nosotros, nos ha caído el veinte de muchas formas y en más de una ocasión, en nuestra vida. Y ha sido en diferentes momentos y en distintas situaciones.

Cuando los hijos ya no están en casa; cuando alguien querido fallece; cuando algo bueno nos sucede, también, etc… y pareciera que lo que sigue después de que "te cae un veinte" es la aceptación de lo que sea que haya pasado.

Pero muchas veces eso no sucede y decidimos ignorar “la llamada”, y esa llamada nos invita a que después de aceptar lo que sea que está pasando, actuemos al respecto, hagamos ese ajuste que se necesita.

Algunas veces esos ajustes pueden ser muy pequeños, pero otras veces implican grandes cambios de vida, de pensamientos, de creencias, etc…

De esos "veintes" que nos caen, han surgido invenciones, ideas de negocios, cambios de profesión, grandes hazañas deportivas, y muchas cosas más, ¡que impactan la vida de muchísimas personas!

No es que haya que ser un activista, deportista, empresario, científico o un artista para lograr un gran impacto; creo firmemente que cualquiera puede lograr un significativo avance en su propio patio trasero, e influenciar por lo pronto a nuestra gente cercana. Pero el chiste es que sea un impacto positivo, por que de lo otro, creo que ya nos pasamos de lanza.

Me encantaría conocer y poder preguntarle a muchas personas sobre los "veintes" que les han caído a lo largo de sus vidas. Qué chistoso, esta idea es un "veinte" que me acaba de caer, jeje, y me encantaría que ustedes, queridos lectores, las conozcan.

Pero por lo pronto, les contaré uno mío, que es lo que tengo a la mano. Espero les pueda ser de utilidad la experiencia que con mucho cariño les comparto.

Un "veinte" muy lindo me cayó por ahí del año2001-2002, platicando con una comadre muy querida, pude recordar que mientras estudiaba mi carrera de Administración de Empresas, el tema de recursos humanos, de psicología organizacional, era lo que más me llamaba la atención. Además de que era una maestría o especialidad que saliendo de la carrera, me hubiera gustado estudiar fuera de Villahermosa.

Pero bueno, pues me casé el mismo mes en que me gradué de la carrera y antes del año nació mi primera hija. Por supuesto que los planes se aplazaron hasta que ella cumpliera por lo menos tres años de edad, y pudiera yo tener tiempo para estudiar. Y ¡de nuevo! Me embarazo de mi segunda hermosa hija; así que a los tres años de casada, ya tenía yo dos maravillosas bebés, así que decidí dejar a un lado la idea de la maestría, que al pasar de los años, se fue haciendo, para mí, algo imposible de hacer.

Pasaron 10 años. En ese lapso, pude trabajar cuando mis niñas estudiaban, una en el kinder, y la otra en primero de primaria, ya que las responsabilidades de la casa eran sumamente demandantes. Por supuesto, ni me acordaba que yo quería estudiar una maestría; tenía un cansancio mental y físico, y muchos años de no dormir noches completas.

De pronto, para sorpresa mía y de todos en la familia, ¡me embaracé de mi tercer hijo! Un angelito caído del cielo que vino a revolucionarnos a todos... Apenas supe de que ya lo esperaba, renuncié a mi trabajo y decidí dedicarme a ser mamá de tiempo completo. Para no hacerles el cuento largo, una tarde, tomando café con mi comadre en un vips donde había juegos infantiles, mientras nuestros hijos jugaban, hablamos de lo que soñábamos hacer antes de tener a nuestros hijos. Nos preguntamos si lo habíamos logrado.

"Me cayó el veinte…"

En ese momento me cayó el veinte que esa Maestría significaba para mí mucho más que sólo leer y estudiar y tener un título. Significaba darme un tiempo para algo que me gustaba y que no tenía qué ver absolutamente con nadie más. Era actualizarme en un tema que me apasionaba, y poder sentir esa curiosidad aunada a las ganas de aprender, algo que ya había perdido.

Obstáculos…

Pasaron un par de años, para poder ponernos de acuerdo, y decidí estudiar la misma maestría, junto con mi comadre.

Encontramos un programa que era de fin de semana y no era cien por ciento presencial, y que se ajustaba a nuestra vida de mamás. Ahora tocaba hablar con los esposos y con los hijos, para hacerles saber de mis planes y de los ajustes que tenía que hacer para poder cumplir con mis tareas, etc… Porque dentro de mi cabeza ya estaba la idea de terminar esa maestría, pasara lo que pasara.

Cómo lo hice posible…

No fue nada fácil porque no sabía hasta donde estaba yo tan involucrada en tanta cosa, jaja. Demasiados compromisos sociales, tiempo para estar pendiente de las actividades de mis tres hijos, enfermedades de ellos, compromisos familiares... en fin, situaciones que tuve qué reorganizar. Y lo más difícil fue hacerme de nuevo la disciplina, después de más de 10 años, de escribir, hacer tareas, leer, etc, y de no distraerme con cosas que bien podía delegar o dejar pasar.

Hicimos equipo con las únicas tres mamás que estábamos en la misma clase, para apoyarnos con las lecturas, los trabajos, y poder cumplir en tiempo y forma con las exigencias. Terminamos siendo amigas. Después de más de diez años de haber terminado la maestría, seguimos en contacto.

Lo único que puedo decir es que al terminar la maestría y presentar junto con mi comadre nuestra tesis, requerida para poder títularnos, fue una gran aventura. El sentimiento de logro, de conseguir terminar algo que te propones, el poder cumplir la palabra que empeñaste a ti misma, no tiene precio.

Consejo de la lección aprendida…

Las cosas buenas surgen de perseguir con valentía lo que amas y te apasiona hacer; no dejes que nada ni nadie te desvíe del camino que te lleva a la posibilidad de hacerlo realidad.

Gracias por leerme.

Cuando te cae el veinte… que en realidad significa el momento justo cuando entiendes algo; cuando caes en cuenta de.. y por lo general son momentos decisivos en la vida.

Dicen por ahí que la frase viene de aquella época en que en México usaban los teléfonos públicos en los que se introducían monedas de 20 centavos. Y cuando caía la monedita, la llamada entraba y se decía: “ya cayó el veinte”. Cuando no entraba la llamada, pasaba lo contrario: “no cayó el veinte”.

Estoy más que segura que, a todos nosotros, nos ha caído el veinte de muchas formas y en más de una ocasión, en nuestra vida. Y ha sido en diferentes momentos y en distintas situaciones.

Cuando los hijos ya no están en casa; cuando alguien querido fallece; cuando algo bueno nos sucede, también, etc… y pareciera que lo que sigue después de que "te cae un veinte" es la aceptación de lo que sea que haya pasado.

Pero muchas veces eso no sucede y decidimos ignorar “la llamada”, y esa llamada nos invita a que después de aceptar lo que sea que está pasando, actuemos al respecto, hagamos ese ajuste que se necesita.

Algunas veces esos ajustes pueden ser muy pequeños, pero otras veces implican grandes cambios de vida, de pensamientos, de creencias, etc…

De esos "veintes" que nos caen, han surgido invenciones, ideas de negocios, cambios de profesión, grandes hazañas deportivas, y muchas cosas más, ¡que impactan la vida de muchísimas personas!

No es que haya que ser un activista, deportista, empresario, científico o un artista para lograr un gran impacto; creo firmemente que cualquiera puede lograr un significativo avance en su propio patio trasero, e influenciar por lo pronto a nuestra gente cercana. Pero el chiste es que sea un impacto positivo, por que de lo otro, creo que ya nos pasamos de lanza.

Me encantaría conocer y poder preguntarle a muchas personas sobre los "veintes" que les han caído a lo largo de sus vidas. Qué chistoso, esta idea es un "veinte" que me acaba de caer, jeje, y me encantaría que ustedes, queridos lectores, las conozcan.

Pero por lo pronto, les contaré uno mío, que es lo que tengo a la mano. Espero les pueda ser de utilidad la experiencia que con mucho cariño les comparto.

Un "veinte" muy lindo me cayó por ahí del año2001-2002, platicando con una comadre muy querida, pude recordar que mientras estudiaba mi carrera de Administración de Empresas, el tema de recursos humanos, de psicología organizacional, era lo que más me llamaba la atención. Además de que era una maestría o especialidad que saliendo de la carrera, me hubiera gustado estudiar fuera de Villahermosa.

Pero bueno, pues me casé el mismo mes en que me gradué de la carrera y antes del año nació mi primera hija. Por supuesto que los planes se aplazaron hasta que ella cumpliera por lo menos tres años de edad, y pudiera yo tener tiempo para estudiar. Y ¡de nuevo! Me embarazo de mi segunda hermosa hija; así que a los tres años de casada, ya tenía yo dos maravillosas bebés, así que decidí dejar a un lado la idea de la maestría, que al pasar de los años, se fue haciendo, para mí, algo imposible de hacer.

Pasaron 10 años. En ese lapso, pude trabajar cuando mis niñas estudiaban, una en el kinder, y la otra en primero de primaria, ya que las responsabilidades de la casa eran sumamente demandantes. Por supuesto, ni me acordaba que yo quería estudiar una maestría; tenía un cansancio mental y físico, y muchos años de no dormir noches completas.

De pronto, para sorpresa mía y de todos en la familia, ¡me embaracé de mi tercer hijo! Un angelito caído del cielo que vino a revolucionarnos a todos... Apenas supe de que ya lo esperaba, renuncié a mi trabajo y decidí dedicarme a ser mamá de tiempo completo. Para no hacerles el cuento largo, una tarde, tomando café con mi comadre en un vips donde había juegos infantiles, mientras nuestros hijos jugaban, hablamos de lo que soñábamos hacer antes de tener a nuestros hijos. Nos preguntamos si lo habíamos logrado.

"Me cayó el veinte…"

En ese momento me cayó el veinte que esa Maestría significaba para mí mucho más que sólo leer y estudiar y tener un título. Significaba darme un tiempo para algo que me gustaba y que no tenía qué ver absolutamente con nadie más. Era actualizarme en un tema que me apasionaba, y poder sentir esa curiosidad aunada a las ganas de aprender, algo que ya había perdido.

Obstáculos…

Pasaron un par de años, para poder ponernos de acuerdo, y decidí estudiar la misma maestría, junto con mi comadre.

Encontramos un programa que era de fin de semana y no era cien por ciento presencial, y que se ajustaba a nuestra vida de mamás. Ahora tocaba hablar con los esposos y con los hijos, para hacerles saber de mis planes y de los ajustes que tenía que hacer para poder cumplir con mis tareas, etc… Porque dentro de mi cabeza ya estaba la idea de terminar esa maestría, pasara lo que pasara.

Cómo lo hice posible…

No fue nada fácil porque no sabía hasta donde estaba yo tan involucrada en tanta cosa, jaja. Demasiados compromisos sociales, tiempo para estar pendiente de las actividades de mis tres hijos, enfermedades de ellos, compromisos familiares... en fin, situaciones que tuve qué reorganizar. Y lo más difícil fue hacerme de nuevo la disciplina, después de más de 10 años, de escribir, hacer tareas, leer, etc, y de no distraerme con cosas que bien podía delegar o dejar pasar.

Hicimos equipo con las únicas tres mamás que estábamos en la misma clase, para apoyarnos con las lecturas, los trabajos, y poder cumplir en tiempo y forma con las exigencias. Terminamos siendo amigas. Después de más de diez años de haber terminado la maestría, seguimos en contacto.

Lo único que puedo decir es que al terminar la maestría y presentar junto con mi comadre nuestra tesis, requerida para poder títularnos, fue una gran aventura. El sentimiento de logro, de conseguir terminar algo que te propones, el poder cumplir la palabra que empeñaste a ti misma, no tiene precio.

Consejo de la lección aprendida…

Las cosas buenas surgen de perseguir con valentía lo que amas y te apasiona hacer; no dejes que nada ni nadie te desvíe del camino que te lleva a la posibilidad de hacerlo realidad.

Gracias por leerme.