/ jueves 8 de septiembre de 2022

Rincón de luz | Duelo y Culpa

Cuando fallece mi padre el 1ro de noviembre de 2017 mi primera reacción fue reprocharme “tendría que haberlo llevado a otro hospital, ¿por qué no me di cuenta de lo que estaba pasando exactamente?, ¿por qué no evite que se tomaran equis decisiones o no lo ayudé a tomar las mejores alternativas? Todo esto me creaba un desasosiego permanente, me mantenía alerta, triste…

Visto todo con la distancia que pone el tiempo que hace que todo sea más fácil, más lógico y más organizado, yo me decía a mi misma continuamente que trataba de sabotear una posible reconciliación con mi propia paz interna y volvía al inicio. ¡Qué engañada estaba yo al pensar que yo podía incluso haber evitado la muerte de mi padre adorado!. No …no era posible , no lo es, ni nunca pudo serlo y además el no esperaba que yo pudiera ni siquiera plantearlo pero yo estaba a punto de descubrir que la culpa es un sentimiento natural en el duelo y la mayoría de las personas lo experimentamos durante este proceso.

La culpa en el proceso de duelo.

Por definición, la culpa es la sensación de haber fallado por acción u omisión al ser querido, de haberle causado daño o haberle dado alguna muestra de desamor, un sentimiento natural ante la pérdida nada fácil de gestionar porque suelen mezclarse el dolor y la imposibilidad absoluta de reescribir el pasado.

Cuando esta emoción se instala y se bloquea, se convierte en el centro del proceso de duelo, complicando o bloqueando la elaboración del mismo e incluso convirtiéndose en una de las emociones más difíciles de abordar en la terapia. La culpa es un sentimiento muy fuerte que puede durar toda la vida.

Todo doliente debe saber que no todos los sentimientos de culpa se generan a raíz de un daño u omisión cometido, sino que, en ocasiones, estos surgen a raíz de un hecho causado imaginario, es decir, la persona a quien creemos haber ofendido nunca se percató de los hechos o estos no generaron en ella la menor ofensa ni daño o simplemente no esperaba nada de nosotros.

Toma un cuaderno y escribe de tu puño y letra los motivos que te han llevado a nadar en los mares de la culpa. Si descubres que le estás debiendo una disculpa a alguien que falleció y esa persona era muy significativa para ti ponte manos a la obra, escríbele y expresa sin tapujos lo que llevas en tu corazón.

Reconoce tus limitaciones como ser humano.

Nos quedamos congelados en el presente y nos sentimos terriblemente mal por acciones que en el pasado hicimos o dejamos de hacer, por asuntos que la mayoría de las veces estaban fuera de nuestro control.

La culpa es terrible, porque cuando la persona muere lo primero que recuerdas son las veces que se disgustaron, que lo trataste mal, que no lo comprendiste, que no le dijiste te quiero, ese ultimo día en que no le abrazaste. O ese día en que no lo acompañaste al médico, porque te dio pereza, porque no quisiste, todo eso se viene encima como una gran ola. La culpa -repito- es una emoción frecuente en el proceso de duelo… siempre sentimos que podríamos haber hecho más por el ser querido. Sin embargo, poco a poco a medida que vamos andando este camino vamos haciendo las paces con estos asuntos que han quedado pendientes. En caso de sentir que es una culpa intensa que no te permite elaborar tu proceso de duelo saludablemente es aconsejable acudir a la ayuda de un profesional con quien puedas hablar sobre estos conflictos que han quedado sin resolver. Deseo que este artículo te sea de ayuda y si es tu caso que encuentres pronta paz.

Ileana Bolio Tanatóloga

Citas online (0052) 99 33117879

Cuando fallece mi padre el 1ro de noviembre de 2017 mi primera reacción fue reprocharme “tendría que haberlo llevado a otro hospital, ¿por qué no me di cuenta de lo que estaba pasando exactamente?, ¿por qué no evite que se tomaran equis decisiones o no lo ayudé a tomar las mejores alternativas? Todo esto me creaba un desasosiego permanente, me mantenía alerta, triste…

Visto todo con la distancia que pone el tiempo que hace que todo sea más fácil, más lógico y más organizado, yo me decía a mi misma continuamente que trataba de sabotear una posible reconciliación con mi propia paz interna y volvía al inicio. ¡Qué engañada estaba yo al pensar que yo podía incluso haber evitado la muerte de mi padre adorado!. No …no era posible , no lo es, ni nunca pudo serlo y además el no esperaba que yo pudiera ni siquiera plantearlo pero yo estaba a punto de descubrir que la culpa es un sentimiento natural en el duelo y la mayoría de las personas lo experimentamos durante este proceso.

La culpa en el proceso de duelo.

Por definición, la culpa es la sensación de haber fallado por acción u omisión al ser querido, de haberle causado daño o haberle dado alguna muestra de desamor, un sentimiento natural ante la pérdida nada fácil de gestionar porque suelen mezclarse el dolor y la imposibilidad absoluta de reescribir el pasado.

Cuando esta emoción se instala y se bloquea, se convierte en el centro del proceso de duelo, complicando o bloqueando la elaboración del mismo e incluso convirtiéndose en una de las emociones más difíciles de abordar en la terapia. La culpa es un sentimiento muy fuerte que puede durar toda la vida.

Todo doliente debe saber que no todos los sentimientos de culpa se generan a raíz de un daño u omisión cometido, sino que, en ocasiones, estos surgen a raíz de un hecho causado imaginario, es decir, la persona a quien creemos haber ofendido nunca se percató de los hechos o estos no generaron en ella la menor ofensa ni daño o simplemente no esperaba nada de nosotros.

Toma un cuaderno y escribe de tu puño y letra los motivos que te han llevado a nadar en los mares de la culpa. Si descubres que le estás debiendo una disculpa a alguien que falleció y esa persona era muy significativa para ti ponte manos a la obra, escríbele y expresa sin tapujos lo que llevas en tu corazón.

Reconoce tus limitaciones como ser humano.

Nos quedamos congelados en el presente y nos sentimos terriblemente mal por acciones que en el pasado hicimos o dejamos de hacer, por asuntos que la mayoría de las veces estaban fuera de nuestro control.

La culpa es terrible, porque cuando la persona muere lo primero que recuerdas son las veces que se disgustaron, que lo trataste mal, que no lo comprendiste, que no le dijiste te quiero, ese ultimo día en que no le abrazaste. O ese día en que no lo acompañaste al médico, porque te dio pereza, porque no quisiste, todo eso se viene encima como una gran ola. La culpa -repito- es una emoción frecuente en el proceso de duelo… siempre sentimos que podríamos haber hecho más por el ser querido. Sin embargo, poco a poco a medida que vamos andando este camino vamos haciendo las paces con estos asuntos que han quedado pendientes. En caso de sentir que es una culpa intensa que no te permite elaborar tu proceso de duelo saludablemente es aconsejable acudir a la ayuda de un profesional con quien puedas hablar sobre estos conflictos que han quedado sin resolver. Deseo que este artículo te sea de ayuda y si es tu caso que encuentres pronta paz.

Ileana Bolio Tanatóloga

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