/ lunes 14 de octubre de 2019

Los otros Datos | El imperio del rumor

La difícil tarea de un gobernante es precisamente esa, gobernar, pero está no se entiende, si no se traduce en hechos concretos, reales y tangibles. Algo que se les olvida fácilmente es la integración de un equipo multidisciplinario con especialistas o expertos en todos los temas, ya que cuando llegan al cargo sienten que lo saben todo, que no necesitan de nadie. La soberbia y la arrogancia se apodera de ellos, llegan a creer que lo saben todo.

También se ha dicho hasta el cansancio que gobernar es fundamentalmente comunicar. Se trata de una necesidad y a la vez, de una exigencia de los ciudadanos, y es un requisito indispensable para nuestra democracia. Un gobierno que no comunica, aunque crea que gobierna, es un órgano que termina aislándose de la realidad y de la sociedad a la que se debe.

Los gobernantes han comprendido, la mayoría mucho después de dejar el cargo, que no basta con dirigir el navío, ni con tener todas las herramientas para conducirlo hacia algún puerto, cualquiera que sea; en los tiempos que corren, en esta era de lo digital, es necesario además que quienes van en el barco se sientan no material o mercancía, sino parte del trayecto.

En sus conferencias de prensa conocidas como “mañaneras”, el presidente recurre a la comunicación desde la óptica que contradice la esencia de ésta. López Obrador hace de la comunicación una herramienta no para dar a conocer acciones o para informar del avance que se tiene en la ruta trazada, sino para imponer su mensaje en la sociedad. Y cuando ésta se lo retorna de manera natural, recurre a la salida fácil de descalificar a quienes lo encaran, diciendo que él tiene otros datos y que lo que se le plantea, incluso aquello que tiene lógica y sustento en la terca realidad, simplemente no corresponde a lo que él percibe.

López Obrador se ha convertido en muy poco tiempo en el principal creador de percepciones públicas. Su exposición constante y la difusión que se le otorga a su mensaje es un modelo que algunos gobernadores pretenden imitar (por cierto en una muy mala copia del estilo del presidente), sin embargo es más que claro que este modelo no le funciona a cualquiera, ya que la realidad de los estados es más cruenta, la masa crítica es real, ya que los ciudadanos somos víctimas de la realidad inmediata de nuestro entorno, de este entorno que nos tiene atrapados, por ejemplo en Tabasco, donde la violencia se ha metido a nuestras casas y nos ha vuelto blanco de los errores de quienes hoy gobiernan.

En Tabasco no hay información seria que a los ciudadanos nos dé una esperanza o aliciente de cambio, nadie oficialmente nos dice qué pasa, cuál es el rumbo; nadie nos dice por qué tantos muertos o ejecuciones en las calles y plazas públicas, nadie nos dice si ya pactaron con algún grupo delincuencial (tal y como se rumora), o si esta violencia es parte de una “limpia” entre delincuentes, tolerada por la autoridad. Tampoco nos han dicho de manera seria y responsable qué van hacer para garantizar seguridad a nuestras familias y a nuestro patrimonio, y es evidente que no existe una estrategia de comunicación para compartir con la sociedad los planes del gobierno.

La única información que recibimos son las que circulan en las redes sociales. A través de ellas nos informamos, o nos desinformamos, de la violencia que reina en las calles; esa es la única comunicación existente. El gobierno de Tabasco gobierna, pero no comunica, y por eso cada funcionario dice banqueteramente lo primero que se le ocurre.

La difícil tarea de un gobernante es precisamente esa, gobernar, pero está no se entiende, si no se traduce en hechos concretos, reales y tangibles. Algo que se les olvida fácilmente es la integración de un equipo multidisciplinario con especialistas o expertos en todos los temas, ya que cuando llegan al cargo sienten que lo saben todo, que no necesitan de nadie. La soberbia y la arrogancia se apodera de ellos, llegan a creer que lo saben todo.

También se ha dicho hasta el cansancio que gobernar es fundamentalmente comunicar. Se trata de una necesidad y a la vez, de una exigencia de los ciudadanos, y es un requisito indispensable para nuestra democracia. Un gobierno que no comunica, aunque crea que gobierna, es un órgano que termina aislándose de la realidad y de la sociedad a la que se debe.

Los gobernantes han comprendido, la mayoría mucho después de dejar el cargo, que no basta con dirigir el navío, ni con tener todas las herramientas para conducirlo hacia algún puerto, cualquiera que sea; en los tiempos que corren, en esta era de lo digital, es necesario además que quienes van en el barco se sientan no material o mercancía, sino parte del trayecto.

En sus conferencias de prensa conocidas como “mañaneras”, el presidente recurre a la comunicación desde la óptica que contradice la esencia de ésta. López Obrador hace de la comunicación una herramienta no para dar a conocer acciones o para informar del avance que se tiene en la ruta trazada, sino para imponer su mensaje en la sociedad. Y cuando ésta se lo retorna de manera natural, recurre a la salida fácil de descalificar a quienes lo encaran, diciendo que él tiene otros datos y que lo que se le plantea, incluso aquello que tiene lógica y sustento en la terca realidad, simplemente no corresponde a lo que él percibe.

López Obrador se ha convertido en muy poco tiempo en el principal creador de percepciones públicas. Su exposición constante y la difusión que se le otorga a su mensaje es un modelo que algunos gobernadores pretenden imitar (por cierto en una muy mala copia del estilo del presidente), sin embargo es más que claro que este modelo no le funciona a cualquiera, ya que la realidad de los estados es más cruenta, la masa crítica es real, ya que los ciudadanos somos víctimas de la realidad inmediata de nuestro entorno, de este entorno que nos tiene atrapados, por ejemplo en Tabasco, donde la violencia se ha metido a nuestras casas y nos ha vuelto blanco de los errores de quienes hoy gobiernan.

En Tabasco no hay información seria que a los ciudadanos nos dé una esperanza o aliciente de cambio, nadie oficialmente nos dice qué pasa, cuál es el rumbo; nadie nos dice por qué tantos muertos o ejecuciones en las calles y plazas públicas, nadie nos dice si ya pactaron con algún grupo delincuencial (tal y como se rumora), o si esta violencia es parte de una “limpia” entre delincuentes, tolerada por la autoridad. Tampoco nos han dicho de manera seria y responsable qué van hacer para garantizar seguridad a nuestras familias y a nuestro patrimonio, y es evidente que no existe una estrategia de comunicación para compartir con la sociedad los planes del gobierno.

La única información que recibimos son las que circulan en las redes sociales. A través de ellas nos informamos, o nos desinformamos, de la violencia que reina en las calles; esa es la única comunicación existente. El gobierno de Tabasco gobierna, pero no comunica, y por eso cada funcionario dice banqueteramente lo primero que se le ocurre.