/ jueves 10 de marzo de 2022

Rincon de Luz | ¿Y después de la pandemia, qué?

Hace casi 2 años ninguno de nosotros podía imaginar la que se nos venía encima con la pandemia; hemos cambiado de hábitos, de forma de vivir, de ver la vida, de interactuar con las amistades, de estudiar, de trabajar…

El mundo de repente se congeló y teníamos que habituarnos a vivir algo que jamás habíamos presenciado. Nos hemos visto obligados a sufrir pérdidas humanas, de personas cercanas, ante nuestra impotencia al no poder hacer nada.

Como tanatóloga me he acercado a personas y les he “arrimado el hombro” para ayudarlas a transitar sus pérdidas muchas veces en silencio, escuchando o dándoles una palabra de esperanza.

Ciudadanos confinados en sus casas, industrias a niveles mínimos de producción, hospitales colapsados, fronteras cerradas y, en general, un mundo en pausa por el capricho de un virus surgido casi de la noche a la mañana. El primer semestre de 2020 nos deja lecciones que no olvidaremos nunca, especialmente que para salir de las pandemias es indispensable la ciencia.

Resumiendo, esta pandemia ha puesto de manifiesto que ni somos tan fuertes, ni tan independientes, ni tan libres como pensábamos. Este reconocimiento es una apelación a la humildad intelectual y personal y a una actitud ética guiada por el principio fundamental de preservar la vida.

Pero entre planes de contingencia, confinamientos, agujeros económicos y estrés, ¿hay lugar para el positivismo? Así es, sí hay esperanza después de la pandemia o al menos eso es lo que todos pensábamos antes de las noticias internacionales que nos avisan de conflictos en algún punto del planeta.

De lo que si estoy segura es que nosotros podemos desde nuestra parcela, desde nuestro entorno, hacer que este momento de nuestra historia vaya poco a poco siendo solo un recuerdo que nos permita desde aquí intentar ser mejores personas.

Yo he vivido toda la pandemia esperanzada, creo que esto es un indicador de salud y de humanización de la experiencia. Solidaridad, compasión, respeto, honestidad, entre otros, son los valores primordiales para sobreponernos a los múltiples retos que nos presenta el final esta pandemia que terminó por poner de relieve lo que verdaderamente importa: la familia, el medio ambiente, el quehacer médico...

Podemos decidir recuperar la confianza. Estos serían, a mi juicio, los valores fundamentales que deberíamos observar en nuestro comportamiento individual y que contribuirían a la construcción de un mundo post-pandemia más justo. Pero no basta con el comportamiento individual. También es oportuno que las instituciones sociales públicas y privadas actúen en esta dirección.

A nosotros nos corresponde tomar estas decisiones y debemos asegurarnos de que sean las correctas. Es la mejor forma de rendir homenaje a todas las víctimas de esta pandemia.

Citas al: 9933117879

Hace casi 2 años ninguno de nosotros podía imaginar la que se nos venía encima con la pandemia; hemos cambiado de hábitos, de forma de vivir, de ver la vida, de interactuar con las amistades, de estudiar, de trabajar…

El mundo de repente se congeló y teníamos que habituarnos a vivir algo que jamás habíamos presenciado. Nos hemos visto obligados a sufrir pérdidas humanas, de personas cercanas, ante nuestra impotencia al no poder hacer nada.

Como tanatóloga me he acercado a personas y les he “arrimado el hombro” para ayudarlas a transitar sus pérdidas muchas veces en silencio, escuchando o dándoles una palabra de esperanza.

Ciudadanos confinados en sus casas, industrias a niveles mínimos de producción, hospitales colapsados, fronteras cerradas y, en general, un mundo en pausa por el capricho de un virus surgido casi de la noche a la mañana. El primer semestre de 2020 nos deja lecciones que no olvidaremos nunca, especialmente que para salir de las pandemias es indispensable la ciencia.

Resumiendo, esta pandemia ha puesto de manifiesto que ni somos tan fuertes, ni tan independientes, ni tan libres como pensábamos. Este reconocimiento es una apelación a la humildad intelectual y personal y a una actitud ética guiada por el principio fundamental de preservar la vida.

Pero entre planes de contingencia, confinamientos, agujeros económicos y estrés, ¿hay lugar para el positivismo? Así es, sí hay esperanza después de la pandemia o al menos eso es lo que todos pensábamos antes de las noticias internacionales que nos avisan de conflictos en algún punto del planeta.

De lo que si estoy segura es que nosotros podemos desde nuestra parcela, desde nuestro entorno, hacer que este momento de nuestra historia vaya poco a poco siendo solo un recuerdo que nos permita desde aquí intentar ser mejores personas.

Yo he vivido toda la pandemia esperanzada, creo que esto es un indicador de salud y de humanización de la experiencia. Solidaridad, compasión, respeto, honestidad, entre otros, son los valores primordiales para sobreponernos a los múltiples retos que nos presenta el final esta pandemia que terminó por poner de relieve lo que verdaderamente importa: la familia, el medio ambiente, el quehacer médico...

Podemos decidir recuperar la confianza. Estos serían, a mi juicio, los valores fundamentales que deberíamos observar en nuestro comportamiento individual y que contribuirían a la construcción de un mundo post-pandemia más justo. Pero no basta con el comportamiento individual. También es oportuno que las instituciones sociales públicas y privadas actúen en esta dirección.

A nosotros nos corresponde tomar estas decisiones y debemos asegurarnos de que sean las correctas. Es la mejor forma de rendir homenaje a todas las víctimas de esta pandemia.

Citas al: 9933117879