/ jueves 3 de marzo de 2022

Ejes Ambientales | Una mirada al manglar

“Debemos encontrar nuevos caminos educativos para conservar

la naturaleza, pero igual de importante es encontrar otras formas de caminar.”

Dr. Miguel Ángel Arias, Presidente de la

Academia Nacional de Educación Ambiental, A.C.

Amables lectores: hoy inicio mi colaboración como columnista en El Heraldo de Tabasco, espacio en el que compartiré con ustedes los días jueves de cada quince días, diversos temas relacionados con la protección ambiental, conservación de la naturaleza y desarrollo sustentable, entre ellos: cambio climático, educación ambiental, gestión de residuos, agua, energía, aire, biodiversidad, recursos naturales, entre otros muchos tópicos ambientales, los cuales abordaré sin tanto tecnicismo y apegado a la ética de la comunicación; destacaré lo que ha sucedido, sucede y tendencias a futuro en México, pero principalmente en nuestro casi extinto Edén Tabasqueño. Será muy importante contar con sus comentarios y recomendaciones.

Comienzo con un tema que pudiera resultar cotidiano, pero cuando platico con la gente en general, me da la sensación de que no saben de qué estoy hablando; por ello, titulé esta colaboración “Una mirada al manglar”. Tal vez, para mucha gente de Tabasco hablar del ecosistema del manglar no le resulte desconocido, sobre todo a quienes viven a lo largo de los 191 kilómetros de costa o cercanos a ella.

Sin embargo, cuando le preguntas ¿Cuánta extensión tenemos de manglares en Tabasco, qué beneficios nos representan y en qué condiciones se encuentran?, pocos tienen las respuestas y siempre se ha dicho “Se protege solo aquello que conoces”; tal vez, agregaría “…sólo aquello que amas”.

Por ello, mi invitación es a que le demos una mirada a los manglares; dales un significado, tómales cariño y con seguridad los cuidarás, no importa que vivas cerca o lejos de esos ecosistemas, pues lo que hagamos mal en el lugar en donde radiquemos, seguro los afectará; pero si lo hacemos bien, con responsabilidad ambiental, es muy probable que los estaremos beneficiando, y a toda forma de vida en esas zonas.

El mangle se distribuye en diecisiete estados a lo largo de las costas del Océano Pacífico, Golfo de México y el Mar Caribe, principalmente aguas que conocemos como estuarinas o salobres o sea, que tienen agua dulce y salada. Los manglares de México representan el 6% del total mundial, y colocan a nuestro país en el cuarto lugar de los países que poseen este ecosistema, tan sólo por debajo de Indonesia, Australia y Brasil.

Pero ¿Cómo estamos actualmente en Tabasco? Ocupamos el 7º lugar de producción a nivel nacional con casi 50 mil hectáreas según la CONABIO y algunos investigadores tabasqueños, como el Doctor Humberto Hernández Trejo y su valioso equipo de trabajo. Sólo estamos atrás de Quintana Roo, Campeche, Yucatán, Sinaloa, Nayarit y Chiapas. En la costa de Tabasco lo tenemos en Magallanes, Paraíso, Jalpa de Méndez, Comalcalco y Centla. Sin embargo, hago un paréntesis para comentar que desde hace años ya se sabía que existía mangle en el Río San Pedro Mártir, Balancán. Pero recientes estudios del Doctor Carlos Manuel Burelo Ramos confirman su existencia, y se encuentran estudiando para conocer las razones científicas de la sobrevivencia del mangle rojo a poco más de 170 kilómetros de la costa.

También quiero destacar el caso del Ejido Úrsulo Galván en Jalpa de Méndez, en donde por más de dos décadas han conservado y recuperado el manglar junto con los ejidos la Solución Somos Todos, Francisco Trujillo Gurría, Chiltepec y Aquiles Serdán, avecindados en el municipio de Paraíso. Quienes han recibido reconocimientos internacionales, nacionales y estatales por sus esfuerzos comunitarios de capacitación, producción, aprovechamiento sustentable y conservación de los manglares; hace unos días iniciaron gestiones con una empresa holandesa para el desarrollo de un proyecto de bonos de carbono, que ha sido un sueño para los ejidos desde hace años y se han capacitado para ello, incluso parte de su formación la han hecho con recursos propios. Al respecto, hago un reconocimiento a Evelsain, Benito, Josué, José, Jenny (todos ellos de apellido Selván), entre otros muchos liderazgos desde hace 25 años.

Me falta platicarles que la Comisión Nacional de la Biodiversidad, que la conocemos como la CONABIO, nos dice ““Los humedales costeros, en particular los manglares, brindan una gran variedad de servicios ambientales: son zonas de alimentación, refugio y crecimiento de juveniles de crustáceos y alevines, por lo que sostienen gran parte de la producción pesquera, poseen un alto valor estético y recreativo, actúan como sistemas naturales de control de inundaciones y como barreras contra huracanes e intrusión salina, controlan la erosión y protegen las costas, mejoran la calidad del agua al funcionar como filtro biológico, contribuyen en el mantenimiento de procesos naturales tales como respuestas a cambios en el nivel del mar, mantienen procesos de sedimentación y sirven de refugio de flora y fauna silvestre, entre otros beneficios”. Así como también, nos ayudan al control del cambio climático, pues son de las plantaciones que mayores indicadores tienen en la captura de carbono.

Pero no todo es como debería ser, ni tampoco tiene sabor a miel; hubo algunos años que en Tabasco se extraía el mangle de manera desordenada y en ocasiones, al margen de la ley. Sin embargo, aún continúa el problema de la basura en sus ecosistemas, que en buena parte se origina en toda la cuenca del Grijalva-Usumacinta, viene desde Chiapas y Guatemala, pasando por Tenosique, Balancán, Emiliano Zapata, Centla y Centro. Por décadas han sido amenazados principalmente por nuestras actividades, destacando la destrucción de su hábitat y la contaminación provocada por actividades industriales para el establecimiento de pozos de petróleo y gas, o bien, por la infraestructura de refinamiento y carreteras; así como el desordenado desarrollo urbano, agrícola, ganadero y acuícola; también por alteración de cauces en los ríos, arroyos y lagunas, los incendios forestales, muchos de ellos por actividades ilegales, la sobrexplotación de especies y debido al proceso de hundimiento por los grandes volúmenes de sedimentos en la cuenca Grijalva-Usumacinta, además del incremento en el nivel medio del mar, que algunos expertos señalan como parte de los efectos del cambio climático.

En fin, tenemos muchas razones para cuidar más los manglares, no importando en donde vivamos o que tengamos otras ocupaciones, por lo tanto, les invito a que lo hagamos por convicción, porque podemos ser mejores ciudadanos, mejores seres humanos. Pero no quiero concluir sin comentar con ustedes algo que me sucede cuando viajo, y no sé si también les suceda, pero cuando visito algún lugar de nuestro país y se enteran que eres tabasqueño o que vives en Tabasco, te piden efusivamente que cantes la canción: “…Ven, ven, ven, vamos a Tabasco que Tabasco es un Edén”; les canto algunos párrafos, por cierto medio desentonado, y entonces me dicen que quieren venir a conocer el Edén. A lo que, con cierto humor negro, les digo: “pues apúrense porque nos lo estamos acabando”. Lo cual queridos lectores, no está muy lejano de la realidad si continuamos haciendo las cosas mal, sin echarle una mirada a las riquezas naturales que aún tenemos en esta tierra del trópico húmedo mexicano.

Ya es hora de voltear a ver los manglares y echarles una mano, o dos, o las que se necesiten, vamos hacer algo más de lo que alcanzamos a ver desde el confort urbano. Se requieren autoridades ambientales del orden local que salgan de sus escritorios, se acerquen a las comunidades con voluntad de preservar la naturaleza para las generaciones actuales y las de mañana. Es necesaria una visión mas allá de los tres o seis años …por ello, invito a mis lectores que no sólo seamos espectadores de los problemas, pasemos a ser parte de su solución. Agradeceré mucho sus comentarios y recomendaciones.


“Debemos encontrar nuevos caminos educativos para conservar

la naturaleza, pero igual de importante es encontrar otras formas de caminar.”

Dr. Miguel Ángel Arias, Presidente de la

Academia Nacional de Educación Ambiental, A.C.

Amables lectores: hoy inicio mi colaboración como columnista en El Heraldo de Tabasco, espacio en el que compartiré con ustedes los días jueves de cada quince días, diversos temas relacionados con la protección ambiental, conservación de la naturaleza y desarrollo sustentable, entre ellos: cambio climático, educación ambiental, gestión de residuos, agua, energía, aire, biodiversidad, recursos naturales, entre otros muchos tópicos ambientales, los cuales abordaré sin tanto tecnicismo y apegado a la ética de la comunicación; destacaré lo que ha sucedido, sucede y tendencias a futuro en México, pero principalmente en nuestro casi extinto Edén Tabasqueño. Será muy importante contar con sus comentarios y recomendaciones.

Comienzo con un tema que pudiera resultar cotidiano, pero cuando platico con la gente en general, me da la sensación de que no saben de qué estoy hablando; por ello, titulé esta colaboración “Una mirada al manglar”. Tal vez, para mucha gente de Tabasco hablar del ecosistema del manglar no le resulte desconocido, sobre todo a quienes viven a lo largo de los 191 kilómetros de costa o cercanos a ella.

Sin embargo, cuando le preguntas ¿Cuánta extensión tenemos de manglares en Tabasco, qué beneficios nos representan y en qué condiciones se encuentran?, pocos tienen las respuestas y siempre se ha dicho “Se protege solo aquello que conoces”; tal vez, agregaría “…sólo aquello que amas”.

Por ello, mi invitación es a que le demos una mirada a los manglares; dales un significado, tómales cariño y con seguridad los cuidarás, no importa que vivas cerca o lejos de esos ecosistemas, pues lo que hagamos mal en el lugar en donde radiquemos, seguro los afectará; pero si lo hacemos bien, con responsabilidad ambiental, es muy probable que los estaremos beneficiando, y a toda forma de vida en esas zonas.

El mangle se distribuye en diecisiete estados a lo largo de las costas del Océano Pacífico, Golfo de México y el Mar Caribe, principalmente aguas que conocemos como estuarinas o salobres o sea, que tienen agua dulce y salada. Los manglares de México representan el 6% del total mundial, y colocan a nuestro país en el cuarto lugar de los países que poseen este ecosistema, tan sólo por debajo de Indonesia, Australia y Brasil.

Pero ¿Cómo estamos actualmente en Tabasco? Ocupamos el 7º lugar de producción a nivel nacional con casi 50 mil hectáreas según la CONABIO y algunos investigadores tabasqueños, como el Doctor Humberto Hernández Trejo y su valioso equipo de trabajo. Sólo estamos atrás de Quintana Roo, Campeche, Yucatán, Sinaloa, Nayarit y Chiapas. En la costa de Tabasco lo tenemos en Magallanes, Paraíso, Jalpa de Méndez, Comalcalco y Centla. Sin embargo, hago un paréntesis para comentar que desde hace años ya se sabía que existía mangle en el Río San Pedro Mártir, Balancán. Pero recientes estudios del Doctor Carlos Manuel Burelo Ramos confirman su existencia, y se encuentran estudiando para conocer las razones científicas de la sobrevivencia del mangle rojo a poco más de 170 kilómetros de la costa.

También quiero destacar el caso del Ejido Úrsulo Galván en Jalpa de Méndez, en donde por más de dos décadas han conservado y recuperado el manglar junto con los ejidos la Solución Somos Todos, Francisco Trujillo Gurría, Chiltepec y Aquiles Serdán, avecindados en el municipio de Paraíso. Quienes han recibido reconocimientos internacionales, nacionales y estatales por sus esfuerzos comunitarios de capacitación, producción, aprovechamiento sustentable y conservación de los manglares; hace unos días iniciaron gestiones con una empresa holandesa para el desarrollo de un proyecto de bonos de carbono, que ha sido un sueño para los ejidos desde hace años y se han capacitado para ello, incluso parte de su formación la han hecho con recursos propios. Al respecto, hago un reconocimiento a Evelsain, Benito, Josué, José, Jenny (todos ellos de apellido Selván), entre otros muchos liderazgos desde hace 25 años.

Me falta platicarles que la Comisión Nacional de la Biodiversidad, que la conocemos como la CONABIO, nos dice ““Los humedales costeros, en particular los manglares, brindan una gran variedad de servicios ambientales: son zonas de alimentación, refugio y crecimiento de juveniles de crustáceos y alevines, por lo que sostienen gran parte de la producción pesquera, poseen un alto valor estético y recreativo, actúan como sistemas naturales de control de inundaciones y como barreras contra huracanes e intrusión salina, controlan la erosión y protegen las costas, mejoran la calidad del agua al funcionar como filtro biológico, contribuyen en el mantenimiento de procesos naturales tales como respuestas a cambios en el nivel del mar, mantienen procesos de sedimentación y sirven de refugio de flora y fauna silvestre, entre otros beneficios”. Así como también, nos ayudan al control del cambio climático, pues son de las plantaciones que mayores indicadores tienen en la captura de carbono.

Pero no todo es como debería ser, ni tampoco tiene sabor a miel; hubo algunos años que en Tabasco se extraía el mangle de manera desordenada y en ocasiones, al margen de la ley. Sin embargo, aún continúa el problema de la basura en sus ecosistemas, que en buena parte se origina en toda la cuenca del Grijalva-Usumacinta, viene desde Chiapas y Guatemala, pasando por Tenosique, Balancán, Emiliano Zapata, Centla y Centro. Por décadas han sido amenazados principalmente por nuestras actividades, destacando la destrucción de su hábitat y la contaminación provocada por actividades industriales para el establecimiento de pozos de petróleo y gas, o bien, por la infraestructura de refinamiento y carreteras; así como el desordenado desarrollo urbano, agrícola, ganadero y acuícola; también por alteración de cauces en los ríos, arroyos y lagunas, los incendios forestales, muchos de ellos por actividades ilegales, la sobrexplotación de especies y debido al proceso de hundimiento por los grandes volúmenes de sedimentos en la cuenca Grijalva-Usumacinta, además del incremento en el nivel medio del mar, que algunos expertos señalan como parte de los efectos del cambio climático.

En fin, tenemos muchas razones para cuidar más los manglares, no importando en donde vivamos o que tengamos otras ocupaciones, por lo tanto, les invito a que lo hagamos por convicción, porque podemos ser mejores ciudadanos, mejores seres humanos. Pero no quiero concluir sin comentar con ustedes algo que me sucede cuando viajo, y no sé si también les suceda, pero cuando visito algún lugar de nuestro país y se enteran que eres tabasqueño o que vives en Tabasco, te piden efusivamente que cantes la canción: “…Ven, ven, ven, vamos a Tabasco que Tabasco es un Edén”; les canto algunos párrafos, por cierto medio desentonado, y entonces me dicen que quieren venir a conocer el Edén. A lo que, con cierto humor negro, les digo: “pues apúrense porque nos lo estamos acabando”. Lo cual queridos lectores, no está muy lejano de la realidad si continuamos haciendo las cosas mal, sin echarle una mirada a las riquezas naturales que aún tenemos en esta tierra del trópico húmedo mexicano.

Ya es hora de voltear a ver los manglares y echarles una mano, o dos, o las que se necesiten, vamos hacer algo más de lo que alcanzamos a ver desde el confort urbano. Se requieren autoridades ambientales del orden local que salgan de sus escritorios, se acerquen a las comunidades con voluntad de preservar la naturaleza para las generaciones actuales y las de mañana. Es necesaria una visión mas allá de los tres o seis años …por ello, invito a mis lectores que no sólo seamos espectadores de los problemas, pasemos a ser parte de su solución. Agradeceré mucho sus comentarios y recomendaciones.