/ jueves 24 de noviembre de 2022

Entre líneas | ¿Estamos dispuestos a perdonar? ¿Así sin más?

Estamos viviendo un fenómeno político muy curioso: Mientras que el apoyo ciudadano hacia Andrés Manuel López Obrador sigue intacto, de forma paralela, se ha despertado una alarma social incuestionable por las actitudes de ciertos aliados de MORENA, la 4T y por lo tanto de su líder AMLO. Si nos apegamos a la explicación de que lo primero que pretende AMLO es la reconciliación de México todo se entiende. Es natural que para conciliar entre dos partes se cuente con las dos partes. Ricardo Monreal propone en estos días la reconciliación, pero no parece que le pida a una de las partes que reconstituya la confianza perdida en ella después de su saqueo. Por eso tiene razón el Presidente cuando dice que no quiere abrazarse con quienes ejerciendo la corrupción a todo lo que daba, saquearon a México cuando ostentaron el poder. Aquí el asunto es que todo parece indicar que Monreal pide abrazos sin condiciones para quienes en este momento cuentan con un encargo del pueblo para cambiar todo aquello y no se les va a pedir responsabilidades por sus implicaciones en determinados hechos considerados delictivos. Eso está levantando ronchas que pican y no parece que sea una buena estrategia para convertir en presidenciable al senador zacatecano. En esta situación la pregunta es ¿estamos dispuestos a perdonar? ¿Así sin más? ¿Sin que devuelvan los bienes que han acumulado a partir del delito? ¿Es suficiente con que nos lo pida implícitamente, (no explícitamente), el que hemos consolidado como líder de este país para seis años, AMLO? El folklórico diputado Fernández Noroña quiere ser también candidato a la presidencia de la República o cuando menos a estar entre los que se les considera, a como dé lugar. Y en esas anda haciendo acopio de cómplices a los que promete borrar de México a todo priista y panista que se le presente por delante de sus aspiraciones y, de paso, colocarse en la carrera a la Presidencia de la República. Ya nos quiso engañar cuando decía que si “algo le pasara al Presidente, quien pasaría a ocupar la silla del Águila sería el líder de los diputados” o sea el mismo, si conseguía someter los compromisos de MORENA a sus caprichos, cosa que por fortuna no ocurrió. Noroña trata de derruir el sistema político, aprovechando que está en tenguerengue. Con este tipo de conductas a la gallina de los huevos de oro, la democracia, la estamos dejando sin cresta. Y da miedo lo que vemos que está organizando el tal Monreal y Noroña. Necesitamos diputados y senadores con mucho valor que les paren los pies. El valor consiste en aguantarse el miedo, que dijo el torero Belmonte, el viejo monarca de los cráteres ibéricos, pero ahora Mario Delgado, hablando en nombre de todos los morenistas, incluso de los que no quieren oír, ha dicho que “no tenemos miedo ni lo tendremos nunca”. Ojalá sea verdad, pero el pavor ha salvado muchas vidas. Más que los niveles de alerta, que no son los mismos para todos. Son asuntos que empiezan a cuestionar nuestro futuro y que merecen una pronta respuesta acompañadas de una estrategia acomodada a las circunstancias. Si queremos que México y Tabasco caminen hacia la modernidad que siempre se nos ha escapado necesitamos la reconciliación. En eso parece que estamos de acuerdo de forma unánime. El asunto es si estamos preparados para convivir con aquellos que han saqueado nuestro patrimonio, y que disfrutan de ese importantísimo saqueo a la vista de todos. Para algunos de nosotros fue una hazaña sobrevivir, pero para los que los que son adolescentes ahora, va a ser una epopeya imposible. Por eso están cansados y ofendidos. La Biblia dice que no es prudente vivir más de 70 años, pero su advertencia debiera ser más corta. Lo que no es prudente es vivir, aunque sea una experiencia única. En algo hay que distraerse y algunos habitantes de este pequeño país, en el extrarradio de millones de galaxias, quieren adelantar los calendarios para que no haya que esperar tanto entre unas elecciones y otras para decepcionarse. Y esto no lo escribo como reflexión sino como advertencia. Y mientras se acercan las elecciones se reparten hasta las mordidas, por eso crecen más los descontentos que se quedan con la boca abierta. En los ayuntamientos no se libra casi nadie, ya que un golfo hace ciento, pero los testigos del impúdico banquete están hartos, mientras otros se hartan de comer. En el fondo todos tenemos vocación de comensales, aunque a algunos nos impida cumplirla nuestras convicciones, que quizá sean pocas, pero firmes. Para una vez que se vive no vale la pena sacrificarlo todo para vivir mejor que el de enfrente. Debemos acostumbrarnos a comer nuestro pan y a beber nuestra ginebra con el sudor de nuestra frente y no con el sudor de los de enfrente. Visto desde el puente no puede hacerse uno más que una idea aproximada del curso del río y del curso de los acontecimientos.

Estamos viviendo un fenómeno político muy curioso: Mientras que el apoyo ciudadano hacia Andrés Manuel López Obrador sigue intacto, de forma paralela, se ha despertado una alarma social incuestionable por las actitudes de ciertos aliados de MORENA, la 4T y por lo tanto de su líder AMLO. Si nos apegamos a la explicación de que lo primero que pretende AMLO es la reconciliación de México todo se entiende. Es natural que para conciliar entre dos partes se cuente con las dos partes. Ricardo Monreal propone en estos días la reconciliación, pero no parece que le pida a una de las partes que reconstituya la confianza perdida en ella después de su saqueo. Por eso tiene razón el Presidente cuando dice que no quiere abrazarse con quienes ejerciendo la corrupción a todo lo que daba, saquearon a México cuando ostentaron el poder. Aquí el asunto es que todo parece indicar que Monreal pide abrazos sin condiciones para quienes en este momento cuentan con un encargo del pueblo para cambiar todo aquello y no se les va a pedir responsabilidades por sus implicaciones en determinados hechos considerados delictivos. Eso está levantando ronchas que pican y no parece que sea una buena estrategia para convertir en presidenciable al senador zacatecano. En esta situación la pregunta es ¿estamos dispuestos a perdonar? ¿Así sin más? ¿Sin que devuelvan los bienes que han acumulado a partir del delito? ¿Es suficiente con que nos lo pida implícitamente, (no explícitamente), el que hemos consolidado como líder de este país para seis años, AMLO? El folklórico diputado Fernández Noroña quiere ser también candidato a la presidencia de la República o cuando menos a estar entre los que se les considera, a como dé lugar. Y en esas anda haciendo acopio de cómplices a los que promete borrar de México a todo priista y panista que se le presente por delante de sus aspiraciones y, de paso, colocarse en la carrera a la Presidencia de la República. Ya nos quiso engañar cuando decía que si “algo le pasara al Presidente, quien pasaría a ocupar la silla del Águila sería el líder de los diputados” o sea el mismo, si conseguía someter los compromisos de MORENA a sus caprichos, cosa que por fortuna no ocurrió. Noroña trata de derruir el sistema político, aprovechando que está en tenguerengue. Con este tipo de conductas a la gallina de los huevos de oro, la democracia, la estamos dejando sin cresta. Y da miedo lo que vemos que está organizando el tal Monreal y Noroña. Necesitamos diputados y senadores con mucho valor que les paren los pies. El valor consiste en aguantarse el miedo, que dijo el torero Belmonte, el viejo monarca de los cráteres ibéricos, pero ahora Mario Delgado, hablando en nombre de todos los morenistas, incluso de los que no quieren oír, ha dicho que “no tenemos miedo ni lo tendremos nunca”. Ojalá sea verdad, pero el pavor ha salvado muchas vidas. Más que los niveles de alerta, que no son los mismos para todos. Son asuntos que empiezan a cuestionar nuestro futuro y que merecen una pronta respuesta acompañadas de una estrategia acomodada a las circunstancias. Si queremos que México y Tabasco caminen hacia la modernidad que siempre se nos ha escapado necesitamos la reconciliación. En eso parece que estamos de acuerdo de forma unánime. El asunto es si estamos preparados para convivir con aquellos que han saqueado nuestro patrimonio, y que disfrutan de ese importantísimo saqueo a la vista de todos. Para algunos de nosotros fue una hazaña sobrevivir, pero para los que los que son adolescentes ahora, va a ser una epopeya imposible. Por eso están cansados y ofendidos. La Biblia dice que no es prudente vivir más de 70 años, pero su advertencia debiera ser más corta. Lo que no es prudente es vivir, aunque sea una experiencia única. En algo hay que distraerse y algunos habitantes de este pequeño país, en el extrarradio de millones de galaxias, quieren adelantar los calendarios para que no haya que esperar tanto entre unas elecciones y otras para decepcionarse. Y esto no lo escribo como reflexión sino como advertencia. Y mientras se acercan las elecciones se reparten hasta las mordidas, por eso crecen más los descontentos que se quedan con la boca abierta. En los ayuntamientos no se libra casi nadie, ya que un golfo hace ciento, pero los testigos del impúdico banquete están hartos, mientras otros se hartan de comer. En el fondo todos tenemos vocación de comensales, aunque a algunos nos impida cumplirla nuestras convicciones, que quizá sean pocas, pero firmes. Para una vez que se vive no vale la pena sacrificarlo todo para vivir mejor que el de enfrente. Debemos acostumbrarnos a comer nuestro pan y a beber nuestra ginebra con el sudor de nuestra frente y no con el sudor de los de enfrente. Visto desde el puente no puede hacerse uno más que una idea aproximada del curso del río y del curso de los acontecimientos.

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