/ jueves 8 de diciembre de 2022

Entre líneas | El secretario “alquimista” que convierte todo lo que toca en consenso

Con la aprobación de la Reforma a las Leyes Electorales, impulsada por Adán Augusto López Hernández, secretario de Gobernación y brillante aspirante a la sucesión del presidente AMLO, su candidatura se fortalece porque parece que no hay persona en la 4T que pueda construir las enrevesadas y eficaces hazañas políticas que permitan aprobar leyes que hasta hace unas horas eran inviables por falta de votos. El alquimista secretario convierte cualquier cosa que toca en consenso. Y aparece como si nada, como si no le hubiera costado esfuerzo e imaginación desbordante, ante la opinión pública y todavía tiene unas inmensas ganas de explicar como lo ha hecho.

En junio del año pasado un servidor escribía lo siguiente: “Conociendo la gigantesca capacidad y pasión política, y sobre todo testarudez, de nuestro presidente, me atrevo a darle la importancia debida a su comentario respecto a que el PRI tiene los diputados que necesita para aprobar reformas constitucionales; Y pretende llegar a acuerdos con ellos para tal fin. Es seria su propuesta y no tarda en plasmarla en blanco y negro y en papel. De hecho ya ha manifestado que hay dos grandes asuntos sobre los que pretende, ya, lograr un nuevo status constitucional. Guardia Nacional que propone que esté al mando del ejército, y la desaparición de los Diputados Plurinominales. En términos legales no se puede hablar de coalición pero en política si se puede pensar que de alguna manera el presidente AMLO pudiera ofrecer una especie de coalición a los priistas que, conocida su trayectoria, no hay que descartar que acepten esa oferta. El asunto es que MORENA con sus aliados ya conocidos está en mayoría en la Cámara de diputados y puede aprobar importantes leyes incluida la del presupuesto que por su propia naturaleza es la principal a la que da el visto bueno el parlamento. Pero con esa mayoría no puede efectuar cambios constitucionales que para el gobierno del Presidente López Obrador son fundamentales para México para enfrentar el futuro limpio de paradigmas negativos. AMLO necesita, por tanto, los diputados necesarios para satisfacer esa necesidad de cambio radical y los va a buscar en donde ha buscado y encontrado una buena parte de los que hoy militan en su movimiento: En el PRI. En Wikipedia se define la coalición como: “Un gobierno de coalición es aquel que se forma cuando un grupo parlamentario no tiene mayoría suficiente como para formar gobierno, por lo que se ve obligado a pactar con otro grupo, normalmente de ideología política afín, para formar un gobierno conjunto. Los gobiernos de coalición son propios de los sistemas parlamentarios, predominantes en Europa en los que la formación del gobierno requiere de la confianza del parlamento. En los sistemas presidencialistas, mayoritarios en América, el jefe del gobierno es electo por votación popular y puede ejercer independientemente del partido que tenga mayoría en el parlamento”. La iniciativa de formar un gobierno de coalición suele proceder del partido ganador de las elecciones. El ejemplo más representativo de coalición gubernamental es la del Reino Unido. El Partido Conservador de David Cameron ganó las elecciones de 2010, aunque sin llegar a la mayoría absoluta. Cameron llegó a un acuerdo con el Partido Liberal-Demócrata de Nick Clegg, que, a cambio de incluir a varios de sus miembros en el Gobierno, le aportaría el apoyo parlamentario suficiente para una mayoría sólida. No es el caso de México ni mucho menos aunque, después del varapalo del tricolor en las elecciones, no podríamos descartar la presencia de algún que otro priista en la primera fila del gabinete de secretarios de Estado y de otros más en cargos menores, pero influyentes como sub secretarios o directores Generales. Sin menoscabo de otro tipo de concesiones que se pudieran hacer en el devenir diario de la propia Cámara de diputados. No podemos extrañarnos si vemos este tipo de maniobras porque son perfectamente democráticas e incluso deseables. Finalmente fomentan el dialogo entre fuerzas políticas dispares y el consenso sobre grandes temas de estado que, finalmente, son los que a todos nos interesa que se resuelvan de la mejor manera, al margen de la ideología o posturas levemente divergentes”. Ya no le cabe la menor duda a nadie de que la mejor carta, de la que dispone AMLO, para negociar cualquier asunto de estado es la figura creciente de Adán Augusto López.

Con la aprobación de la Reforma a las Leyes Electorales, impulsada por Adán Augusto López Hernández, secretario de Gobernación y brillante aspirante a la sucesión del presidente AMLO, su candidatura se fortalece porque parece que no hay persona en la 4T que pueda construir las enrevesadas y eficaces hazañas políticas que permitan aprobar leyes que hasta hace unas horas eran inviables por falta de votos. El alquimista secretario convierte cualquier cosa que toca en consenso. Y aparece como si nada, como si no le hubiera costado esfuerzo e imaginación desbordante, ante la opinión pública y todavía tiene unas inmensas ganas de explicar como lo ha hecho.

En junio del año pasado un servidor escribía lo siguiente: “Conociendo la gigantesca capacidad y pasión política, y sobre todo testarudez, de nuestro presidente, me atrevo a darle la importancia debida a su comentario respecto a que el PRI tiene los diputados que necesita para aprobar reformas constitucionales; Y pretende llegar a acuerdos con ellos para tal fin. Es seria su propuesta y no tarda en plasmarla en blanco y negro y en papel. De hecho ya ha manifestado que hay dos grandes asuntos sobre los que pretende, ya, lograr un nuevo status constitucional. Guardia Nacional que propone que esté al mando del ejército, y la desaparición de los Diputados Plurinominales. En términos legales no se puede hablar de coalición pero en política si se puede pensar que de alguna manera el presidente AMLO pudiera ofrecer una especie de coalición a los priistas que, conocida su trayectoria, no hay que descartar que acepten esa oferta. El asunto es que MORENA con sus aliados ya conocidos está en mayoría en la Cámara de diputados y puede aprobar importantes leyes incluida la del presupuesto que por su propia naturaleza es la principal a la que da el visto bueno el parlamento. Pero con esa mayoría no puede efectuar cambios constitucionales que para el gobierno del Presidente López Obrador son fundamentales para México para enfrentar el futuro limpio de paradigmas negativos. AMLO necesita, por tanto, los diputados necesarios para satisfacer esa necesidad de cambio radical y los va a buscar en donde ha buscado y encontrado una buena parte de los que hoy militan en su movimiento: En el PRI. En Wikipedia se define la coalición como: “Un gobierno de coalición es aquel que se forma cuando un grupo parlamentario no tiene mayoría suficiente como para formar gobierno, por lo que se ve obligado a pactar con otro grupo, normalmente de ideología política afín, para formar un gobierno conjunto. Los gobiernos de coalición son propios de los sistemas parlamentarios, predominantes en Europa en los que la formación del gobierno requiere de la confianza del parlamento. En los sistemas presidencialistas, mayoritarios en América, el jefe del gobierno es electo por votación popular y puede ejercer independientemente del partido que tenga mayoría en el parlamento”. La iniciativa de formar un gobierno de coalición suele proceder del partido ganador de las elecciones. El ejemplo más representativo de coalición gubernamental es la del Reino Unido. El Partido Conservador de David Cameron ganó las elecciones de 2010, aunque sin llegar a la mayoría absoluta. Cameron llegó a un acuerdo con el Partido Liberal-Demócrata de Nick Clegg, que, a cambio de incluir a varios de sus miembros en el Gobierno, le aportaría el apoyo parlamentario suficiente para una mayoría sólida. No es el caso de México ni mucho menos aunque, después del varapalo del tricolor en las elecciones, no podríamos descartar la presencia de algún que otro priista en la primera fila del gabinete de secretarios de Estado y de otros más en cargos menores, pero influyentes como sub secretarios o directores Generales. Sin menoscabo de otro tipo de concesiones que se pudieran hacer en el devenir diario de la propia Cámara de diputados. No podemos extrañarnos si vemos este tipo de maniobras porque son perfectamente democráticas e incluso deseables. Finalmente fomentan el dialogo entre fuerzas políticas dispares y el consenso sobre grandes temas de estado que, finalmente, son los que a todos nos interesa que se resuelvan de la mejor manera, al margen de la ideología o posturas levemente divergentes”. Ya no le cabe la menor duda a nadie de que la mejor carta, de la que dispone AMLO, para negociar cualquier asunto de estado es la figura creciente de Adán Augusto López.

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