/ lunes 20 de julio de 2020

Tabasco político | Una verdadera tragedia

El Covid-19 se ha convertido en una verdadera tragedia para miles de familias tabasqueñas, y avecindadas aquí.

De seguir empeorando la situación como hasta ahora, los hospitales van a saturarse de infectados y el número de muertos a causa del coronavirus seguirá su línea ascendente.

Si bien es cierto, que las autoridades sanitarias no están exentas de errores, la mayor responsabilidad cae en los ciudadanos que, por una u otra causa, no le han dado la seriedad que amerita la pandemia.

Como lo relevan cotidiana y alarmantemente las estadísticas sanitarias. Los contaminados y los decesos no solo no cesan ni disminuyen ningún ápice, sino que siguen apocalípticamente elevándose.

La gente continúa retando a la muerte.

Las medidas sanitarias no las cumplen. Literalmente: ¡les vale! De lo contrario, la situación fuera totalmente distinta.

La sociedad actúa irresponsablemente, ya que, tantos ricos, pobres, cultos e ignorantes son culpables de los escenarios espeluznantes que están dejando el coronavirus a todo lo largo y ancho del territorio tabasqueño.

En algunos municipios más que en otros, pero ninguno está a salvo de cien azotes, tantos sus autoridades como sus gobernados. Insisto, más estos que sus gobiernos, pues por sentido común deberían por lo menos lavarse las manos, usar cubrebocas y tomar la distancia prudente para evitar contagio alguno.

Mientras la población no siga correctamente las medidas implementadas por la secretaría de Salud desde hace meses seguirán contaminándose y muriéndose como hasta el día de hoy.

Y de paso perjudicando terriblemente por su necedad, ceguera y egoísmo a amigos, familiares y conocidos. Y a quienes por mala suerte se les atraviesan en su camino.

No culpemos a los demás de nuestros letales errores.

La principal culpa recae en nosotros y en nadie más.

Si desde que comenzó la pandemia hubiéramos guardado las medidas sanitarias la historia fuera distinta, diferente, pero como no lo hicimos, estamos pagando las consecuencias funestas de nuestro comportamiento.

Así de simple y sencillo.

El Covid-19 se ha convertido en una verdadera tragedia para miles de familias tabasqueñas, y avecindadas aquí.

De seguir empeorando la situación como hasta ahora, los hospitales van a saturarse de infectados y el número de muertos a causa del coronavirus seguirá su línea ascendente.

Si bien es cierto, que las autoridades sanitarias no están exentas de errores, la mayor responsabilidad cae en los ciudadanos que, por una u otra causa, no le han dado la seriedad que amerita la pandemia.

Como lo relevan cotidiana y alarmantemente las estadísticas sanitarias. Los contaminados y los decesos no solo no cesan ni disminuyen ningún ápice, sino que siguen apocalípticamente elevándose.

La gente continúa retando a la muerte.

Las medidas sanitarias no las cumplen. Literalmente: ¡les vale! De lo contrario, la situación fuera totalmente distinta.

La sociedad actúa irresponsablemente, ya que, tantos ricos, pobres, cultos e ignorantes son culpables de los escenarios espeluznantes que están dejando el coronavirus a todo lo largo y ancho del territorio tabasqueño.

En algunos municipios más que en otros, pero ninguno está a salvo de cien azotes, tantos sus autoridades como sus gobernados. Insisto, más estos que sus gobiernos, pues por sentido común deberían por lo menos lavarse las manos, usar cubrebocas y tomar la distancia prudente para evitar contagio alguno.

Mientras la población no siga correctamente las medidas implementadas por la secretaría de Salud desde hace meses seguirán contaminándose y muriéndose como hasta el día de hoy.

Y de paso perjudicando terriblemente por su necedad, ceguera y egoísmo a amigos, familiares y conocidos. Y a quienes por mala suerte se les atraviesan en su camino.

No culpemos a los demás de nuestros letales errores.

La principal culpa recae en nosotros y en nadie más.

Si desde que comenzó la pandemia hubiéramos guardado las medidas sanitarias la historia fuera distinta, diferente, pero como no lo hicimos, estamos pagando las consecuencias funestas de nuestro comportamiento.

Así de simple y sencillo.