/ lunes 2 de marzo de 2020

Tabasco político | “Adán, es mi hermano”

A esta frase de Andrés Manuel López Obrador se le ha dado diferentes interpretaciones.

La mayoría de la clase política coincide en que fue una bocanada de oxígeno puro, ante la creciente ola de críticas que ha provocado el mal desempeño del gobernador.

Lo que se ha convertido en la causa central de que miles de tabasqueños, y avecindados aquí, se sientan decepcionados, desilusionados, desencantados.

Para sus colaboradores fue un rotundo espaldarazo político para desanimar a sus sistemáticos detractores y contestatarios.

No se podía esperar otra actitud.

Después de todo, son de los poquísimos privilegiados. De los que no se levantan diariamente angustiados por la comida ni por la gasolina ni por nada.

También hay quienes afirman, que los destinatarios fueron los integrantes de “Unidos Por Tabasco”. Y, a lo mejor, no están del todo equivocado.

Los solos nombres de Manuel Andrade Díaz, Juan José Rodríguez Prats, Juan Manuel Fócil Pérez y Lorena Beauregard de los Santos provocan cefalea y hasta problemas de respiración.

Más cuando las condiciones y circunstancias son favorables, como en la actualidad.

Hay demasiada tela para cortar.

Los errores cometidos no se pueden ocultar ni maquillar por mucho tiempo. Menos con adversarios de calidad y experiencia como los susodichos.

Como gobernados lo único que queremos y deseamos en el fondo es que la hermandad expresada por el presidente de la República se convierta en empleos, seguridad pública, en más y mejor atención médica, medicinas, obras, transparencia, rendición de cuentas, etcétera, etcétera.

Ya que, hasta el día de hoy, el paisano Andrés Manuel López Obrador no ha respondido cabalmente a las expectativas levantadas por su arribo a la presidencia, al grado tal, que la decepción es mayor a la que generó el desgobierno del nefasto de Arturo Núñez Jiménez y compañía, en el que su rapaz cónyuge Martha Lilia López Aguilera ocupa el sitio más deshonroso.

La situación continúa deteriorándose, empeorando.

En desempleo seguimos ocupando a nivel nacional el vergonzoso primer lugar. La delincuencia organizada y no, no amaina, no cede ni un milímetro de terreno, al contrario, avanza y avanza como la humedad.

Los servicios públicos continúan dando pena ajena.

En conclusión: a catorce meses de gobierno, todavía no se alcanza a ver la luz en el túnel.

Es cierto, ha habido algunos logros, pero estos son tan insignificantes y pequeños, que pasan desapercibidos y, más cuando se adolece de una política comunicación seria, responsable, objetiva.

Las rechiflas y los abucheos que se presentaron en algunos eventos durante el periplo local del tepetitico son la mejor prueba de que las cosas anda muy mal en los tres niveles de gobierno.

De que el discurso oficial y la realidad están chocando, como quedo plenamente comprobado.


“SQUOD SCRIPSI, SCRIPSI”

(LO ESCRITO, ESCRITO ESTÁ)


La gira de Andrés Manuel López Obrador por Tabasco, se podría resumir así: demandas y más demandas sociales de parte de la población y, de parte del gobierno federal, promesas y más promesas, como en los viejos y recientes tiempos.

Nada nuevo bajo el sol.

O como diría mi tía: la misma gata, pero revolcada.

A esta frase de Andrés Manuel López Obrador se le ha dado diferentes interpretaciones.

La mayoría de la clase política coincide en que fue una bocanada de oxígeno puro, ante la creciente ola de críticas que ha provocado el mal desempeño del gobernador.

Lo que se ha convertido en la causa central de que miles de tabasqueños, y avecindados aquí, se sientan decepcionados, desilusionados, desencantados.

Para sus colaboradores fue un rotundo espaldarazo político para desanimar a sus sistemáticos detractores y contestatarios.

No se podía esperar otra actitud.

Después de todo, son de los poquísimos privilegiados. De los que no se levantan diariamente angustiados por la comida ni por la gasolina ni por nada.

También hay quienes afirman, que los destinatarios fueron los integrantes de “Unidos Por Tabasco”. Y, a lo mejor, no están del todo equivocado.

Los solos nombres de Manuel Andrade Díaz, Juan José Rodríguez Prats, Juan Manuel Fócil Pérez y Lorena Beauregard de los Santos provocan cefalea y hasta problemas de respiración.

Más cuando las condiciones y circunstancias son favorables, como en la actualidad.

Hay demasiada tela para cortar.

Los errores cometidos no se pueden ocultar ni maquillar por mucho tiempo. Menos con adversarios de calidad y experiencia como los susodichos.

Como gobernados lo único que queremos y deseamos en el fondo es que la hermandad expresada por el presidente de la República se convierta en empleos, seguridad pública, en más y mejor atención médica, medicinas, obras, transparencia, rendición de cuentas, etcétera, etcétera.

Ya que, hasta el día de hoy, el paisano Andrés Manuel López Obrador no ha respondido cabalmente a las expectativas levantadas por su arribo a la presidencia, al grado tal, que la decepción es mayor a la que generó el desgobierno del nefasto de Arturo Núñez Jiménez y compañía, en el que su rapaz cónyuge Martha Lilia López Aguilera ocupa el sitio más deshonroso.

La situación continúa deteriorándose, empeorando.

En desempleo seguimos ocupando a nivel nacional el vergonzoso primer lugar. La delincuencia organizada y no, no amaina, no cede ni un milímetro de terreno, al contrario, avanza y avanza como la humedad.

Los servicios públicos continúan dando pena ajena.

En conclusión: a catorce meses de gobierno, todavía no se alcanza a ver la luz en el túnel.

Es cierto, ha habido algunos logros, pero estos son tan insignificantes y pequeños, que pasan desapercibidos y, más cuando se adolece de una política comunicación seria, responsable, objetiva.

Las rechiflas y los abucheos que se presentaron en algunos eventos durante el periplo local del tepetitico son la mejor prueba de que las cosas anda muy mal en los tres niveles de gobierno.

De que el discurso oficial y la realidad están chocando, como quedo plenamente comprobado.


“SQUOD SCRIPSI, SCRIPSI”

(LO ESCRITO, ESCRITO ESTÁ)


La gira de Andrés Manuel López Obrador por Tabasco, se podría resumir así: demandas y más demandas sociales de parte de la población y, de parte del gobierno federal, promesas y más promesas, como en los viejos y recientes tiempos.

Nada nuevo bajo el sol.

O como diría mi tía: la misma gata, pero revolcada.