/ viernes 12 de octubre de 2018

Blablablá…blablablá…blablablá

Cada tres años es la misma cantaleta, la misma película, la misma retórica…y al final no pasa nada. Me refiero a las estridentes denuncias de corrupción que hacen los alcaldes entrantes en contra de sus ex pares.

Es más, el protagonismo y el ruido mediático y político que generan que lo que hacen conforme a derecho, pues a la postre, salen con el cuento de que “a chuchita la bolsearon”. Es la historia de nunca acabar, cíclicamente se repite. Negocian y pactan en lo oscurito -las autoridades nuevas y salientes. Y colorín colorado este cuento se ha acabado. Aquí no ha pasado nada. Borrón y cuenta nueva. Si estuviéramos realmente en un Estado de Derecho, si hubiera justicia y en donde la separación de Poderes fuera efectiva, júrelo usted, que la mayoría de los alcaldes salientes, si no es que todos, serían procesados por corruptos. Y lo grave, es que también el OSFE del Congreso y sus diputados son parte de esto, pues tampoco acuden antes las instancias legales a presentar denuncia alguna. La lana es lo que importa. El biyuyo, la billetiza. Lo demás es puro rollo, pura alharaca, pura demagogia. Lo mismito va a pasar ahora con los 17 presidentes municipales que acaban de concluir sus accidentados trienios. Ninguno de ellos va a ir al CRESET. Van a terminar pactando no solo con quienes los relevaron, sino con los parlamentarios que integran la LXIII Legislatura, principalmente, con quienes presiden las Comisiones Inspectoras de Hacienda y la presidenta de la Junta de Coordinación Política. La única manera de que se proceda en contra de ellos es que haya consigna de muy arriba. Es la fiel costumbre. Si no la hay, no va a suceder nada. Así hayan mal administrado las arcas municipales, como otras tantas veces en las que tampoco se ha castigado. Si fueron aguzados y jugaron por debajo del agua -como acostumbran- con el candidato al gobierno de Morena, ya la hicieron, ya la libraron. No tienen motivos para no poder dormir. Si no, pues sí tienen de que preocuparse, y en serio. Y, más aún, si no tienen a alguien que le sirva de puente con los ganadores. Ahora si Adán Augusto López Hernández, los ediles triunfantes y la Cámara de diputados interpretaron correctamente el sentir de los ciudadanos expresado el 1 de julio en las urnas, Dios los agarre confesado, pues jurídicamente no tienen escapatoria alguna. Las pruebas del saqueo a las comunas son contundentes, abrumadoras. Y si están pensando que van a correr la misma suerte del ex gobernador de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa, como apunte el otro día, se van a llevar el peor chasco de su vida, ya que los escenarios son diametralmente diferentes, pues mientras el veracruzano contó con la complicidad de Enrique Peña Nieto y de la PGR para salirse con la suya, los munícipes que se fueron tienen todo en su contra, pues políticamente perdieron, a excepción del Senador Javier Rodríguez May. Bueno…eso es lo que se ve y cree. En fin, ya falta muy poco, para saber cuál es la suerte que van a correr en el próximo sexenio no solo los expresidentes municipales, sino también los actuales funcionarios “núñistas”, aquellos que al igual que los exediles se llevaron a la mala el presupuesto estatal, se llevaron la maleta cargada de dinero. Y de paso, conoceremos la ruta que va a seguir el próximo gobierno en materia de procuración e impartición de justicia. “SQUOD SCRIPSI, SCRIPSI”(LO ESCRITO, ESCRITO ESTÁ) Lo dije y lo sostengo, el exsecretario de Gobierno, Gustavo Rosario Torres, no debió salir a defender lo indefendible. El asunto de los drones es un caso perdido. Mejor se hubiera quedado calladito. Después de todo, así se veía mejor. Solito se metió en el ojo del huracán, y va a terminar como palo de gallinero. Se aceleró, y de nuevo perderá la disputa de los drones. Nadie con dos dedos de sentido común va a creer que un dron costó más de 12 millones de pesos. Y, más aún, cuando la sospechosa compra es información reservada. El asunto huele mal, pero muy mal. Como otros grandes negocios que se hicieron al amparo del poder en el actual sexenio. Hasta chispas o, mejor dicho, fuego va a echar por la boca cuando no pueda sostener el precio estratosférico de su famoso dron. Va a ser doloroso.

Cada tres años es la misma cantaleta, la misma película, la misma retórica…y al final no pasa nada. Me refiero a las estridentes denuncias de corrupción que hacen los alcaldes entrantes en contra de sus ex pares.

Es más, el protagonismo y el ruido mediático y político que generan que lo que hacen conforme a derecho, pues a la postre, salen con el cuento de que “a chuchita la bolsearon”. Es la historia de nunca acabar, cíclicamente se repite. Negocian y pactan en lo oscurito -las autoridades nuevas y salientes. Y colorín colorado este cuento se ha acabado. Aquí no ha pasado nada. Borrón y cuenta nueva. Si estuviéramos realmente en un Estado de Derecho, si hubiera justicia y en donde la separación de Poderes fuera efectiva, júrelo usted, que la mayoría de los alcaldes salientes, si no es que todos, serían procesados por corruptos. Y lo grave, es que también el OSFE del Congreso y sus diputados son parte de esto, pues tampoco acuden antes las instancias legales a presentar denuncia alguna. La lana es lo que importa. El biyuyo, la billetiza. Lo demás es puro rollo, pura alharaca, pura demagogia. Lo mismito va a pasar ahora con los 17 presidentes municipales que acaban de concluir sus accidentados trienios. Ninguno de ellos va a ir al CRESET. Van a terminar pactando no solo con quienes los relevaron, sino con los parlamentarios que integran la LXIII Legislatura, principalmente, con quienes presiden las Comisiones Inspectoras de Hacienda y la presidenta de la Junta de Coordinación Política. La única manera de que se proceda en contra de ellos es que haya consigna de muy arriba. Es la fiel costumbre. Si no la hay, no va a suceder nada. Así hayan mal administrado las arcas municipales, como otras tantas veces en las que tampoco se ha castigado. Si fueron aguzados y jugaron por debajo del agua -como acostumbran- con el candidato al gobierno de Morena, ya la hicieron, ya la libraron. No tienen motivos para no poder dormir. Si no, pues sí tienen de que preocuparse, y en serio. Y, más aún, si no tienen a alguien que le sirva de puente con los ganadores. Ahora si Adán Augusto López Hernández, los ediles triunfantes y la Cámara de diputados interpretaron correctamente el sentir de los ciudadanos expresado el 1 de julio en las urnas, Dios los agarre confesado, pues jurídicamente no tienen escapatoria alguna. Las pruebas del saqueo a las comunas son contundentes, abrumadoras. Y si están pensando que van a correr la misma suerte del ex gobernador de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa, como apunte el otro día, se van a llevar el peor chasco de su vida, ya que los escenarios son diametralmente diferentes, pues mientras el veracruzano contó con la complicidad de Enrique Peña Nieto y de la PGR para salirse con la suya, los munícipes que se fueron tienen todo en su contra, pues políticamente perdieron, a excepción del Senador Javier Rodríguez May. Bueno…eso es lo que se ve y cree. En fin, ya falta muy poco, para saber cuál es la suerte que van a correr en el próximo sexenio no solo los expresidentes municipales, sino también los actuales funcionarios “núñistas”, aquellos que al igual que los exediles se llevaron a la mala el presupuesto estatal, se llevaron la maleta cargada de dinero. Y de paso, conoceremos la ruta que va a seguir el próximo gobierno en materia de procuración e impartición de justicia. “SQUOD SCRIPSI, SCRIPSI”(LO ESCRITO, ESCRITO ESTÁ) Lo dije y lo sostengo, el exsecretario de Gobierno, Gustavo Rosario Torres, no debió salir a defender lo indefendible. El asunto de los drones es un caso perdido. Mejor se hubiera quedado calladito. Después de todo, así se veía mejor. Solito se metió en el ojo del huracán, y va a terminar como palo de gallinero. Se aceleró, y de nuevo perderá la disputa de los drones. Nadie con dos dedos de sentido común va a creer que un dron costó más de 12 millones de pesos. Y, más aún, cuando la sospechosa compra es información reservada. El asunto huele mal, pero muy mal. Como otros grandes negocios que se hicieron al amparo del poder en el actual sexenio. Hasta chispas o, mejor dicho, fuego va a echar por la boca cuando no pueda sostener el precio estratosférico de su famoso dron. Va a ser doloroso.