/ lunes 11 de febrero de 2019

México en el mundo

Yo quiero un México mejor, con menor desigualdad, mayor distribución de la riqueza y productividad, repito productividad, que es generación de empleos.

La Secretaría de Hacienda y Crédito Publicó prevé este año un crecimiento de hasta 2.5% y el dólar a 20 pesos. No obstante, el Fondo Monetario Internacional (FMI) redujo la perspectiva de crecimiento para México de 0.4% con respecto a octubre de 2018, cuando había estimado un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) mexicano de 2.5%.

Esto significa que el FMI disminuyó la perspectiva de crecimiento del PIB a 2.1% en 2019, convirtiéndose en un factor negativo en la confianza de los inversionistas y es que al inicio de la administración del presidente, Andrés Manuel López Obrador, ha disminuido la inversión privada.

La confianza de las empresas hacia México, se ha visto socavada ante la expansión del rol del sector público en la economía. Desafortunadamente esta administración le está apostando al asistencialismo en lugar de productividad y generación de capital. Lo que puede deteriorar la posición fiscal en el país e incrementar el coeficiente de deuda pública, si no se reorienta el ejercicio del gasto, con riesgos relevantes para la economía nacional.

Les guste o no, la Inversión Fija Bruta sufrió en noviembre su peor caída en 19 meses, disminuyendo 3.1% respecto a octubre, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía. Este indicador representa la información de la inversión en el corto plazo. Lo que puede deberse a la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México y la desconfianza entre inversionistas a proyectos como el Tren Maya y la Refinería de Dos Bocas, por el debate de su viabilidad técnica y financiera, así como la legalidad de su construcción.

Los proyectos públicos no deben realizarse a partir de ocurrencias, sino de estrategias bien planteadas y que no sean con cargo al bolsillo de los ciudadanos, pero desafortunadamente, las decisiones que el Gobierno Federal ha tomado, están deteriorando la imagen y el potencial del país como destino de inversiones y crecimiento.

En México hay mucha desigualdad social pero el asistencialismo la profundiza. Si no hay reactivación económica, si no hay inversión privada, si no hay desarrollo económico, si no hay un pleno Estado de Derecho y si no hay democracia, ningún programa social va a funcionar; va unido, porque tiene que ver con las oportunidades para la gente, con la no utilización perniciosa y electoral de sus necesidades.

Como ustedes saben, en la economía actual, una persona que no está preparada ni capacitada, si no domina el uso de tecnologías, se encuentra en gran desventaja y desigualdad de oportunidades. El modelo asistencial implementado en México ha fracasado en combatir la pobreza y la desigualdad.

Estamos escépticos de los programas sociales que están echando a andar, por cierto con mucha lentitud, y sin reglas de operación. Las reglas de operación en los programas sociales fue una lucha permanente de la sociedad civil y tener programas actualmente sin ello, representa una regresión a los años 70 del siglo XX.

Coincido con el presidente López Obrador, en que el problema de México no es la falta de presupuesto, sino la corrupción, pero el clientelismo electoral de programas sociales perpetúan la pobreza. Por ejemplo, casi 300 mil millones de pesos en el sexenio costaría el programa de becas ‘Jóvenes Construyendo el Futuro’, cuando se deberían crear empleos mejor remunerados, capacitar y dar experiencia laboral a los jóvenes para crear un futuro mejor y más equitativo para todos.

Los programas sociales deben estar orientados a impulsar el desarrollo económico, la salud de la población y la educación.

En lo doméstico, la economía de Tabasco es la de peor desempeño nacional con una tasa de -5.4%. Es el último lugar en crecimiento, acumulando 14 trimestres consecutivos con tasa anual de crecimiento negativa, lo que refleja la falta de una estrategia adecuada en materia económica en la entidad.

El principal reto del gobierno que encabeza López Obrador es generar ingresos para lograr las inversiones prometidas, pero si se conjuga el deterioro de la economía mundial y la desaceleración económica de Estados Unidos, con una mayor desconfianza e incertidumbre internacional hacia el país, será difícil que el gobierno tenga capacidad de cumplir con los objetivos gubernamentales, lo que implicará se frene el crecimiento y se genere mayor endeudamiento.

Parafraseando a Winston Churchill, soy un optimista, no tiene sentido ser otra cosa.

Yo quiero un México mejor, con menor desigualdad, mayor distribución de la riqueza y productividad, repito productividad, que es generación de empleos.

La Secretaría de Hacienda y Crédito Publicó prevé este año un crecimiento de hasta 2.5% y el dólar a 20 pesos. No obstante, el Fondo Monetario Internacional (FMI) redujo la perspectiva de crecimiento para México de 0.4% con respecto a octubre de 2018, cuando había estimado un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) mexicano de 2.5%.

Esto significa que el FMI disminuyó la perspectiva de crecimiento del PIB a 2.1% en 2019, convirtiéndose en un factor negativo en la confianza de los inversionistas y es que al inicio de la administración del presidente, Andrés Manuel López Obrador, ha disminuido la inversión privada.

La confianza de las empresas hacia México, se ha visto socavada ante la expansión del rol del sector público en la economía. Desafortunadamente esta administración le está apostando al asistencialismo en lugar de productividad y generación de capital. Lo que puede deteriorar la posición fiscal en el país e incrementar el coeficiente de deuda pública, si no se reorienta el ejercicio del gasto, con riesgos relevantes para la economía nacional.

Les guste o no, la Inversión Fija Bruta sufrió en noviembre su peor caída en 19 meses, disminuyendo 3.1% respecto a octubre, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía. Este indicador representa la información de la inversión en el corto plazo. Lo que puede deberse a la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México y la desconfianza entre inversionistas a proyectos como el Tren Maya y la Refinería de Dos Bocas, por el debate de su viabilidad técnica y financiera, así como la legalidad de su construcción.

Los proyectos públicos no deben realizarse a partir de ocurrencias, sino de estrategias bien planteadas y que no sean con cargo al bolsillo de los ciudadanos, pero desafortunadamente, las decisiones que el Gobierno Federal ha tomado, están deteriorando la imagen y el potencial del país como destino de inversiones y crecimiento.

En México hay mucha desigualdad social pero el asistencialismo la profundiza. Si no hay reactivación económica, si no hay inversión privada, si no hay desarrollo económico, si no hay un pleno Estado de Derecho y si no hay democracia, ningún programa social va a funcionar; va unido, porque tiene que ver con las oportunidades para la gente, con la no utilización perniciosa y electoral de sus necesidades.

Como ustedes saben, en la economía actual, una persona que no está preparada ni capacitada, si no domina el uso de tecnologías, se encuentra en gran desventaja y desigualdad de oportunidades. El modelo asistencial implementado en México ha fracasado en combatir la pobreza y la desigualdad.

Estamos escépticos de los programas sociales que están echando a andar, por cierto con mucha lentitud, y sin reglas de operación. Las reglas de operación en los programas sociales fue una lucha permanente de la sociedad civil y tener programas actualmente sin ello, representa una regresión a los años 70 del siglo XX.

Coincido con el presidente López Obrador, en que el problema de México no es la falta de presupuesto, sino la corrupción, pero el clientelismo electoral de programas sociales perpetúan la pobreza. Por ejemplo, casi 300 mil millones de pesos en el sexenio costaría el programa de becas ‘Jóvenes Construyendo el Futuro’, cuando se deberían crear empleos mejor remunerados, capacitar y dar experiencia laboral a los jóvenes para crear un futuro mejor y más equitativo para todos.

Los programas sociales deben estar orientados a impulsar el desarrollo económico, la salud de la población y la educación.

En lo doméstico, la economía de Tabasco es la de peor desempeño nacional con una tasa de -5.4%. Es el último lugar en crecimiento, acumulando 14 trimestres consecutivos con tasa anual de crecimiento negativa, lo que refleja la falta de una estrategia adecuada en materia económica en la entidad.

El principal reto del gobierno que encabeza López Obrador es generar ingresos para lograr las inversiones prometidas, pero si se conjuga el deterioro de la economía mundial y la desaceleración económica de Estados Unidos, con una mayor desconfianza e incertidumbre internacional hacia el país, será difícil que el gobierno tenga capacidad de cumplir con los objetivos gubernamentales, lo que implicará se frene el crecimiento y se genere mayor endeudamiento.

Parafraseando a Winston Churchill, soy un optimista, no tiene sentido ser otra cosa.