/ martes 9 de abril de 2024

Asesor Jurídico | ¿Quién ganó el debate?

¿Quién puede realmente cantar victoria en el primero de los tres debates presidenciales? Ninguno de los candidatos logró conectar con el electorado, ni ofrecer soluciones tangibles a los problemas que aquejan al país.

Tras el primer debate presidencial organizado por el INE, las facciones de cada candidato proclaman su victoria. Pero la realidad es otra, ninguno ganó, todos perdieron. Las reacciones del público lo dicen todo: decepción, desilusión, memes y críticas.

El discurso de Claudia Sheinbaum fue triunfalista y fuera de la realidad. En política, el silencio habla: no abordó la corrupción ni el fallido manejo de la pandemia. Su rostro inexpresivo evidenciaba arrogancia, intolerante a cualquier crítica. Mintió sobre transparencia y rendición de cuentas. Y, para colmo, presumió un sistema de salud que no sirve, defendió la bancarrota educativa y minimizó la violencia feminicida con un falso descenso del 40%.

Xóchitl Gálvez fue la única con personalidad propia y más auténtica. Tuvo propuestas, aunque no supo deslindarse de lo peor de su coalición ni supo dar el campanazo para ganar el debate, fue errática y no aprovechó el desastre que el gobierno de López Obrador es.

Lo más destacado de Jorge Álvarez Maynez fue su sonrisa gringe. Movimiento Ciudadano representa una tercera opción desdibujada, cuyas cifras de intención del voto son tan bajas que, incluso, ponen en riesgo la pervivencia del partido.

El gran perdedor fue el INE. De vergüenza las fallas en los relojes y sobre todo, un mal formato del debate, restrictivo, largo, tedioso, repetitivo y pésimamente filtradas las preguntas, que obligaban a la reiteración.

Lejos de un intercambio de ideas y propuestas sólidas, en el debate las evasivas tácticas reinaron, pues los moderadores dejaron pasar que los candidatos impusieran sus respuestas.

¿Quién puede realmente cantar victoria en el primero de los tres debates presidenciales? Ninguno de los candidatos logró conectar con el electorado, ni ofrecer soluciones tangibles a los problemas que aquejan al país.

Tras el primer debate presidencial organizado por el INE, las facciones de cada candidato proclaman su victoria. Pero la realidad es otra, ninguno ganó, todos perdieron. Las reacciones del público lo dicen todo: decepción, desilusión, memes y críticas.

El discurso de Claudia Sheinbaum fue triunfalista y fuera de la realidad. En política, el silencio habla: no abordó la corrupción ni el fallido manejo de la pandemia. Su rostro inexpresivo evidenciaba arrogancia, intolerante a cualquier crítica. Mintió sobre transparencia y rendición de cuentas. Y, para colmo, presumió un sistema de salud que no sirve, defendió la bancarrota educativa y minimizó la violencia feminicida con un falso descenso del 40%.

Xóchitl Gálvez fue la única con personalidad propia y más auténtica. Tuvo propuestas, aunque no supo deslindarse de lo peor de su coalición ni supo dar el campanazo para ganar el debate, fue errática y no aprovechó el desastre que el gobierno de López Obrador es.

Lo más destacado de Jorge Álvarez Maynez fue su sonrisa gringe. Movimiento Ciudadano representa una tercera opción desdibujada, cuyas cifras de intención del voto son tan bajas que, incluso, ponen en riesgo la pervivencia del partido.

El gran perdedor fue el INE. De vergüenza las fallas en los relojes y sobre todo, un mal formato del debate, restrictivo, largo, tedioso, repetitivo y pésimamente filtradas las preguntas, que obligaban a la reiteración.

Lejos de un intercambio de ideas y propuestas sólidas, en el debate las evasivas tácticas reinaron, pues los moderadores dejaron pasar que los candidatos impusieran sus respuestas.