/ viernes 5 de abril de 2019

Hasta los más recalcitrantes "hacen changuitos"

Hasta los adversarios más recalcitrantes y obtusos del gobernador Adán Augusto López Hernández “hacen changuitos”, para que a Tabasco le vaya bien y, por ende, a su población.

Nadie con dos dedos de sentido común está apostándole a que volvamos a tener un gobierno desastroso como el de Arturo Núñez Jiménez (ni Dios lo quiera). Sería, literalmente, una desgracia, una tragedia, una catástrofe.

Por fortuna, estoy convencido de que ello no volverá a ocurrir, pues no creo que se pueda hacer una administración más mala, que la que protagonizaron los que concluyeron su periodo constitucional el pasado 31 de diciembre, aunque algunos, ya habían abandonado el barco, como fue el caso del ex encargado de la política interna, Gustavo Rosario Torres.

Y los que no, fueron cesados a medio camino, por las mismas causas, por las que inexplicablemente se quedó la mayoría del gabinete. Me refiero obviamente, a la puntual y manifiesta irresponsabilidad, ineficacia e ineficiencia que los caracterizó, durante el tiempo, que permanecieron en sus encomiendas.

Propios y extraños coinciden en que, si en estos seis años, que tenemos en la presidencia de la República a un tabasqueño y a un mandatario no solo del mismo partido político, sino amigo, cercano e íntimo, como son Andrés Manuel López Obrador y Adán Augusto López Hernández, estamos fritos, pelados.

Se habrá desaprovechado la oportunidad histórica que estábamos esperando desde hace décadas, desde hace muchísimos años. No habrá otro chance más, como la que se tiene ahora, por lo menos, muchos ya no la veremos.

Por ello, me atrevo a afirmar, y además porque así lo he venido escuchando, nadie está deseando en el fondo que a este gobierno le vaya mal. Sería ridículo, de locos, suicida, pues.

Lo que tampoco significa que le estén dando un cheque en blanco a los que están en el gobierno, ya que hay algunas cuestiones, que no se están haciendo bien, que no están funcionando.

Y que son del dominio público, como es el espinoso tema de la inseguridad pública y del desempleo. En estos renglones, estamos muy mal. Y no son los únicos, pero sí, los que socialmente brincan más, los que más escandalizan, atemorizan y tienen a la gente molesta con sus autoridades.

Las expectativas económicas que se tiene para Tabasco son enormes, inmejorables. Ojalá y comiencen a reflejarse pronto en los bolsillos de los gobernados, pues de seguir agravándose la situación, como viene ocurriendo, la decepción va a seguir creciendo, tal y como sucedió con Arturo Núñez Jiménez, que terminó -hasta ahora- siendo repudiado.

Y es que, dicen los que saben, que se están viendo lentos, lentísimos, diría yo, que la inversión pública no se ve por ninguna parte, y la privada menos.

Algo habrá qué hacer en el corto tiempo, ya que “el horno no está para bollos”.


Hasta los adversarios más recalcitrantes y obtusos del gobernador Adán Augusto López Hernández “hacen changuitos”, para que a Tabasco le vaya bien y, por ende, a su población.

Nadie con dos dedos de sentido común está apostándole a que volvamos a tener un gobierno desastroso como el de Arturo Núñez Jiménez (ni Dios lo quiera). Sería, literalmente, una desgracia, una tragedia, una catástrofe.

Por fortuna, estoy convencido de que ello no volverá a ocurrir, pues no creo que se pueda hacer una administración más mala, que la que protagonizaron los que concluyeron su periodo constitucional el pasado 31 de diciembre, aunque algunos, ya habían abandonado el barco, como fue el caso del ex encargado de la política interna, Gustavo Rosario Torres.

Y los que no, fueron cesados a medio camino, por las mismas causas, por las que inexplicablemente se quedó la mayoría del gabinete. Me refiero obviamente, a la puntual y manifiesta irresponsabilidad, ineficacia e ineficiencia que los caracterizó, durante el tiempo, que permanecieron en sus encomiendas.

Propios y extraños coinciden en que, si en estos seis años, que tenemos en la presidencia de la República a un tabasqueño y a un mandatario no solo del mismo partido político, sino amigo, cercano e íntimo, como son Andrés Manuel López Obrador y Adán Augusto López Hernández, estamos fritos, pelados.

Se habrá desaprovechado la oportunidad histórica que estábamos esperando desde hace décadas, desde hace muchísimos años. No habrá otro chance más, como la que se tiene ahora, por lo menos, muchos ya no la veremos.

Por ello, me atrevo a afirmar, y además porque así lo he venido escuchando, nadie está deseando en el fondo que a este gobierno le vaya mal. Sería ridículo, de locos, suicida, pues.

Lo que tampoco significa que le estén dando un cheque en blanco a los que están en el gobierno, ya que hay algunas cuestiones, que no se están haciendo bien, que no están funcionando.

Y que son del dominio público, como es el espinoso tema de la inseguridad pública y del desempleo. En estos renglones, estamos muy mal. Y no son los únicos, pero sí, los que socialmente brincan más, los que más escandalizan, atemorizan y tienen a la gente molesta con sus autoridades.

Las expectativas económicas que se tiene para Tabasco son enormes, inmejorables. Ojalá y comiencen a reflejarse pronto en los bolsillos de los gobernados, pues de seguir agravándose la situación, como viene ocurriendo, la decepción va a seguir creciendo, tal y como sucedió con Arturo Núñez Jiménez, que terminó -hasta ahora- siendo repudiado.

Y es que, dicen los que saben, que se están viendo lentos, lentísimos, diría yo, que la inversión pública no se ve por ninguna parte, y la privada menos.

Algo habrá qué hacer en el corto tiempo, ya que “el horno no está para bollos”.