/ lunes 17 de junio de 2019

Migrantes, la nueva emergencia

Al mismo tiempo que los gobernadores de la ruta migratoria en la Frontera Sur se comprometían a respaldar en Palacio Nacional la nueva estrategia, a las autoridades policiacas de Tabasco les tocó entrar en acción en apoyo a la contención de migrantes que se escaparon de un albergue ubicado en las afueras de Villahermosa.

El nuevo titular de Seguridad Pública, Ángel Mario Balcázar Martínez, desplegó un contingente policiaco no solo para interceptar a los evadidos, sino llevarles alimentos y redirigirlos al albergue mediante el protocolo de respeto a sus derechos humanos.

Comenzó pues, de manera directa, ese respaldo que el gobernador, Adán Augusto López Hernández, comprometió ante el presidente Andrés Manuel López Obrador, junto a sus homólogos de Campeche, Carlos Miguel Aysa; de Chiapas, Rutilio Escandón; de Veracruz, Cuitláhuac García, y José Murat, de Oaxaca.

Más escenas de ese tipo pueden darse en territorio tabasqueño y en entidades vecinas –más en Chiapas- ante el paso obligado de migrantes por la Frontera Sur, donde son ya desplegados seis mil elementos de la Guardia Nacional, más el personal de Migración, y todo un conglomerado interinstitucional de los tres órdenes de gobierno, como no se había visto antes.

El reto para las autoridades es mayúsculo. La oleada migratoria conlleva conflictos no solo de tramitología legal sobre su estancia, sino de aspectos humanitarios y el siempre latente peligro de agresiones físicas o posibles confusiones, como habría ocurrido el mismo viernes en los límites entre Veracruz y Tabasco.

Ante los problemas que se viven en Tabasco de inseguridad, ocupar a los cuerpos policiacos en tareas de migración los distraen de su responsabilidad original y genera entre la población dudas sobre la efectividad de las medidas comprometidas en reducir los delitos que a diario aquejan a la población.

Es probable también que la mayor presencia de efectivos federales, más el acompañamiento de los estatales y municipales en los operativos migratorios ayuden en el combate a otros ilícitos, habida cuenta de un creciente patrullaje en carreteras y ciudades.

Lo del viernes fue una pequeña muestra de la magnitud del problema y los testimonios de los migrantes, junto al tono del reclamo sobre las condiciones en que se encuentran, pueden generar un sentimiento anti inmigrante, tal como lo han alertado agrupaciones en favor de los migrantes e incluso el propio presidente, que ha llamado a los mexicanos a no caer en actitudes racistas ni en campañas de odio contra los migrantes.

Por ejemplo, en un video transmitido en redes sociales, un par de migrantes hondureños fugados y luego regresados al albergue el viernes pasado, señalaban muy enojados que en el refugio donde los tenían “encerrados”, el desayuno llegaba a las 10 de la mañana, el almuerzo a las 5 de la tarde y la cena a la una de la mañana y no era justo que los niños durmieran sin comer.

De plano pedían que los regresaran a su país y no se les volvería a ver por aquí. Que eran unos 80 los que se habían salido pero adentro del albergue había “más de 500”.

Veremos cuánto tiempo llevará la estrategia, que pasa no solo por el tema de asegurar, revisar, atender y deportar en su caso, sino contempla abrir para los migrantes plazas de trabajo y becas educativas.

Por lo pronto, crecientes recursos del erario se destinan a la nueva emergencia a fin de frenar la migración y no alcance los límites con los Estados Unidos, ante el amago norteamericano de imponer aranceles a productos de exportación, algo que trata de evitar el gobierno ante las graves implicaciones que habría para la economía mexicana.