/ miércoles 8 de julio de 2020

Dr. José Luis Navarro Campos | Formar estudiantes bajo una concepción integral de la salud

En nuestro país y el resto del mundo, referirnos al personal de salud implica hablar de todas las personas involucradas en el mejoramiento del mismo: médicos internos, residentes, especialistas, odontólogos, químicos farmacéuticos biólogos, psicólogos, así como el personal de mantenimiento, trabajo social, directivos y funcionarios del sistema.

Aunque la familia de los Coronavirus ha coexistido con el ser humano desde siempre, actualmente el personal de salud enfrenta un sinnúmero de retos en la atención de la pandemia por el COVID-19. Primero, el desconocimiento en el actuar de este nuevo virus y su tratamiento, seguido de los altos costos y saturación de clínicas y hospitales que ha generado la pandemia -incluso en los países desarrollados- agregando además, por un lado el miedo extremo de la sociedad ante lo desconocido, y por otro, la creencia de la inexistencia del virus.

El número de médicos que México y Latinoamérica requieren en función de su población se encuentra muy por debajo del promedio, razón que ha motivado a médicos de otras especialidades, incluso a los ya jubilados, a brindar la atención hospitalaria necesaria en nuestro país, propiciando un alto número de contagios en trabajadores de este rubro.

El desbalance entre oferta y demanda de los servicios de salud aumentó, debido al incremento exacerbado del número de pacientes infectados en estado crítico.

Durante la formación en salud en las universidades se adquieren conocimientos y destrezas, se aprende a que no se tratan «casos», «camas», «enfermos», sino personas autónomas con historia de vida y entornos muy particulares: seres humanos que necesitan empatía, compasión, respeto, responsabilidad en la relación médico-paciente, además de mutua confianza, integridad y respeto.

Los dilemas éticos de los médicos son manifiestos al tener que tomar la decisión de qué pacientes se deben atender, priorizar y tamizar en un contexto de selección (triage), que rebasa la atención o la carencia de camas, ventiladores, entre otros insumos, para evitar la saturación de los servicios médicos. El paciente depende de ello, debe haber correctas toma de decisiones de parte del personal de salud y prevalecer el trabajo en equipo.

Ante estas condiciones, cada uno de los integrantes del personal de salud merece el reconocimiento, pero lo que más requiere es la respuesta cabal del sistema de salud, para brindar condiciones laborales apropiadas, incluyendo la salud mental del personal.

Tomando en cuenta lo anterior, es necesario que nuestros estudiantes, los que integran las carreras de ciencias de la salud, contribuyan a redefinir las competencias del personal de esta área, y que esto sirva para optimizar la capacidad de los sistemas de salud con mejores condiciones para responder a las necesidades actuales en nuestro país.

El reto es transformar la educación en salud acorde a una educación actualizada y enmarcada en los sucesos que estamos viviendo en este siglo XXI, lo que significa, formar estudiantes bajo una concepción integral de la salud, que incluya determinantes biológicos, psicológicos, sociales, éticos y de globalización con atención especial a la prevención y promoción de la salud. También, con una formación personal, crítica, cientifica, y con razonamiento clínico, además de habilidades en salud pública y epidemiologica, con variado nivel de complejidad.

Reconocimiento especial a nuestros trabajadores de salud de nuestro estado que continúan con esta ardua e incesante lucha en la pandemia, donde todos están en riesgo y muchos, lamentablemente, han perdido la vida por ello.

Dr. José Luis Navarro Campos/Director de la Escuela Internacional de Ciencias de la Salud

En nuestro país y el resto del mundo, referirnos al personal de salud implica hablar de todas las personas involucradas en el mejoramiento del mismo: médicos internos, residentes, especialistas, odontólogos, químicos farmacéuticos biólogos, psicólogos, así como el personal de mantenimiento, trabajo social, directivos y funcionarios del sistema.

Aunque la familia de los Coronavirus ha coexistido con el ser humano desde siempre, actualmente el personal de salud enfrenta un sinnúmero de retos en la atención de la pandemia por el COVID-19. Primero, el desconocimiento en el actuar de este nuevo virus y su tratamiento, seguido de los altos costos y saturación de clínicas y hospitales que ha generado la pandemia -incluso en los países desarrollados- agregando además, por un lado el miedo extremo de la sociedad ante lo desconocido, y por otro, la creencia de la inexistencia del virus.

El número de médicos que México y Latinoamérica requieren en función de su población se encuentra muy por debajo del promedio, razón que ha motivado a médicos de otras especialidades, incluso a los ya jubilados, a brindar la atención hospitalaria necesaria en nuestro país, propiciando un alto número de contagios en trabajadores de este rubro.

El desbalance entre oferta y demanda de los servicios de salud aumentó, debido al incremento exacerbado del número de pacientes infectados en estado crítico.

Durante la formación en salud en las universidades se adquieren conocimientos y destrezas, se aprende a que no se tratan «casos», «camas», «enfermos», sino personas autónomas con historia de vida y entornos muy particulares: seres humanos que necesitan empatía, compasión, respeto, responsabilidad en la relación médico-paciente, además de mutua confianza, integridad y respeto.

Los dilemas éticos de los médicos son manifiestos al tener que tomar la decisión de qué pacientes se deben atender, priorizar y tamizar en un contexto de selección (triage), que rebasa la atención o la carencia de camas, ventiladores, entre otros insumos, para evitar la saturación de los servicios médicos. El paciente depende de ello, debe haber correctas toma de decisiones de parte del personal de salud y prevalecer el trabajo en equipo.

Ante estas condiciones, cada uno de los integrantes del personal de salud merece el reconocimiento, pero lo que más requiere es la respuesta cabal del sistema de salud, para brindar condiciones laborales apropiadas, incluyendo la salud mental del personal.

Tomando en cuenta lo anterior, es necesario que nuestros estudiantes, los que integran las carreras de ciencias de la salud, contribuyan a redefinir las competencias del personal de esta área, y que esto sirva para optimizar la capacidad de los sistemas de salud con mejores condiciones para responder a las necesidades actuales en nuestro país.

El reto es transformar la educación en salud acorde a una educación actualizada y enmarcada en los sucesos que estamos viviendo en este siglo XXI, lo que significa, formar estudiantes bajo una concepción integral de la salud, que incluya determinantes biológicos, psicológicos, sociales, éticos y de globalización con atención especial a la prevención y promoción de la salud. También, con una formación personal, crítica, cientifica, y con razonamiento clínico, además de habilidades en salud pública y epidemiologica, con variado nivel de complejidad.

Reconocimiento especial a nuestros trabajadores de salud de nuestro estado que continúan con esta ardua e incesante lucha en la pandemia, donde todos están en riesgo y muchos, lamentablemente, han perdido la vida por ello.

Dr. José Luis Navarro Campos/Director de la Escuela Internacional de Ciencias de la Salud