Tenosique Tabasco- Ubicado a orillas de un río y a tres horas en automóvil de Villahermosa, Tenosique ha ostentado durante muchos años el título de principal centro de cultivo del chicle en Tabasco, esa goma de mascar natural que, en épocas pasadas, fue consumida por aztecas y mayas que poblaron la región y que se volvió muy popular e importante a nivel mundial después de la primera guerra mundial.
Seguramente el expresidente mexicano Antonio López de Santa Anna nunca imagino que masticar Chicle frente Thomas Adams en 1860 en New York le daría este ultimo el dinero y la fama que llego a tener hasta su muerte y que aún acompaña a la empresa Adams.
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Y es que resulta que después de verlo masticar la resina, a Thomas se le ocurrió agregarle sabor y envolverlo en papelitos de colores, creando y luego patentando una golosina que de forma tradicional se consumía en México desde época prehispánica.
La razón de la popularidad de la golosina venía del efecto calmante que produce el masticar algo, lo que hizo que se volviera tan importante para la industria norteamericana durante las dos guerras mundiales, ya que las propiedades del chicle disminuían la ansiedad en los soldados.
Razón por la que desde 1914 el chicle se popularizo por su efecto placebo, y la industria demandó grandes cantidades de la resina a los países que la producían, entre ellos México, específicamente al sureste mexicano, donde la historia de la extracción de esta resina, lo mismo provoca entusiasmo por la importancia que el país tomó con respecto a la producción de materia prima, como que es capaz de generar horror por las narraciones de lo que sucedía en las haciendas chicleras en tiempos del latifundismo.
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Existen muchas fuentes que hablan de la historia del chicle en el sureste de México, desde aquellos que enfatizan la importancia de la resina y que hablan de con fueron los procesos de venta de la materia prima, como este articulo Capitalismo y trabajo en los bosques de las tierras bajas tropicales mexicanas: el caso de la industria del chicle, O que hablan de los procesos sociales en la extracción de la resina, así pueden encontrar el libro “Paludismo” de Fernando del Paso, que aunque se jacta de ser una novela histórica tiene muchas licencias literarias del autor que pueden generar pesadillas.
¿Como llamaban los Mayas al chicle?
La palabra chicle proviene del vocablo maya sicté ya', que significa masticar con la boca. De acuerdo con el artículo Las monterías y su impacto económico-social en Tabasco y el Alto Usumacinta, Chiapas, 1855-1936 de Jorge Capdepont. El árbol del Chicle o de Chicozapote era apreciado desde tiempos prehispánicos por el sabor de sus frutos y por la resina lechosa que servía de placebo al masticarla, como madera no era muy importante porque no se consideraba una madera preciosa.
Pero específicamente el Chicle forjaría la historia de explotación, riqueza y esplendor de una zona de Tabasco ubicada entre los ríos Usumacinta y San Pedro, donde Balancán y Principalmente Tenosique tendrían un rol protagónico. Ya que desde allí se haría el envío de la materia prima a por medio del Tren del Sureste hasta Veracruz, de donde se trasladaba en barco a Estados Unidos.
Enmarcados por vestigios milenarios, este relato sobre el chicle se teje entre tres fronteras, conectando los polos como Flores en Petén (Guatemala), Villahermosa con capital tabasqueña y Ciudad del Carmen en Campeche, que a su vez conectaba las lejanas Mérida y Valladolid en México.
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Tenosique participó activamente en la economía del sureste entre los siglos XIX y XX, siendo impulsados por dos pilares fundamentales: la montería y la chiclería.
La primera, vinculada a la explotación maderera, dejó de ser importante a finales del siglo XIX, cuando los árboles de maderas preciosas sucumbieron a la tala desmedida y finalmente desaparecieron.
Pero la chiclería es otra historia, se erigió como una industria vital hasta el siglo XXI, extrayendo el chicle como recurso económico de gran relevancia en la región y que a diferencia de la madera necesitaba a los árboles vivos. Aquí te compartimos un video de como se procesa esta resina para tener chicle de forma natural.
En esta trama histórica, las poblaciones del sureste de Mexico establecieron nuevas conexiones para cubrir la demanda del latex para el chicle, así fue como al plan se anexaron las comunidades Chiapanecas de La Libertad y Ocosingo, donde habían cultivos de Chicozapote, que eran accesibles debido a la geografía delineada por el río Usumacinta, lo que también permitió que se establecieran puentes sólidos a través de relaciones familiares, comerciales y festivas entre Chiapas y Tabasco.
La interconexión de estas localidades se manifestó en campamentos madereros y chicleros que, además de su función económica, contribuyeron a esculpir la identidad de la región.
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Las relaciones comerciales, marcadas por la industria chiclera, crearon conexiones entre las comunidades a orillas del Usumacinta marcando un capítulo inolvidable en la historia de Tabasco y la economía del sureste mexicano, llegando a generar millones en los dueños de las haciendas y creando fuentes de empleo abundantes y no por eso menos sobre explotadas que aún así serían atractivas para pobladores de Oaxaca y Veracruz que llegaron a la zona de Tenosique en la búsqueda de oportunidades laborales.
No obstante, en el siglo XX, el auge el chicle llegaría a su fin, y no por falta de consumo, el cambio tendría que ver con la introducción de sustancias derivadas del petróleo en la industria alimentaria de los Estados Unidos, desplazando en gran medida el consumo de la resina natural como materia prima para la goma de mascar, sustituyendola por una alternativa sintética de menor costo, de hecho la producción actual de goma de mascar ha evolucionado completamente, teniendo como materia prima principal estos derivados del petróleo.
A pesar de esta transformación en la industria del chicle, Tenosique aún mantiene una exuberante vegetación, la cual es considerada una de las más hermosas de Tabasco.
La región, alimentada por el río Usumacinta, se caracteriza por la presencia cada vez menor pero no por eso menos importante de árboles majestuosos como la caoba y el cedro, creando un hábitat diverso para una variedad de especies animales, desde venados y armadillos hasta cocodrilos y monos aulladores.
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En la actualidad, los artesanos de Tenosique han encontrado en la madera del chicozapote una fuente de expresión artística, esculpiendo hermosas figuras que se ofrecen en los mercados especializados y estarán de venta en la estación de boca del Cerro con la llegada del Tren Maya.
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Además, la goma natural de chicle, aunque menos popular que en el pasado, sigue siendo parte de la oferta local mezclada con piloncillo y coloreado con tintes vegetales.
