/ miércoles 20 de febrero de 2019

¿Diferente la nueva CFE?

Por años, el servicio público de electricidad estuvo subsidiado. Fue el Estado paternalista que buscaba, supuestamente, el bienestar de los más marginados socialmente.

Con el tiempo, la visión gubernamental cambió y se enfocó en abatir los altos costos de la producción de la indispensable energía.

Era imposible mantener los subsidios, así que se decidió remar en el sentido opuesto, disminuyéndolos, sustancialmente. La idea fue que todos cubrieren el verdadero costo de la electricidad.

Empero, los salarios nunca crecieron a la misma velocidad del encarecimiento de la electricidad, lo que originó abusivos e inexplicables cobros, fijados arbitrariamente por la propia CFE, haciendo los saldos impagables.

Su mejor arma: la tarifa DAC, de alto consumo, cuyos parámetros son impuestos a modo por ellos mismos. Casi todos los hogares, con aparatos eléctricos básicos, fueron tasados con ella. Definitivamente, fue plan con maña.

El pueblo, “bueno y sabio”, hubo de optar entre darle de comer a los suyos o pagar los altos costos del consumo eléctrico. Pegado con motivaciones políticas, nació la resistencia civil, de la mano de la oposición izquierdista. Imposible para los usuarios necesariamente morosos, no comulgar con ella.

Llegaron los “amparos” y las ilegales pero necesarias reconexiones. Algunos líderes empezaron a medrar con ello, así que muchas personas militantes perredistas o no, empezaron a comprar sus “amparos” y los colocaron alrededor de sus medidores.

Al mismo tiempo, crecieron los expertos oficializados de las reconexiones y más adelante, los políticos empezaron a ofrecer en las colonias populares y en las comunidades rurales, transformadores y cables, a bajo costo. Desde luego, al ritmo de dicha comercialización, también repuntó la clientela política.

La impopularidad del alto cobro, creció, campaña a campaña política, junto con la desconfianza y poca efectividad de las medidas neoliberales. Fue la bandera perfecta para atraer votos y simpatizantes. Tarde que temprano, ganaron.

De nuevo, el entusiasmo discursivo se detonó, con refrendadas promesas y posibles plazos. Unos prudentes, hablaron de seis meses, otros más optimistas, dijeron que el 15 de enero. Les llegaron principios de febrero y pidieron paciencia.

Muchos ya no gustan hablar del asunto y algún diputado federal despistado e indiscreto, afirma que cuando menos habrá que esperar seis meses más, a pesar que su Jefe Político insinuó que será antes de que inicie la Feria Tabasco.

No quedan dudas, las palabras, en tiempos políticos, se dicen, y seducen a los oídos melosos que suelen escucharlas; aunque en los hechos haya dificultades para cumplir la promesa hecha al calor de los micrófonos y de la zalamería de la elocuencia.

En pocas palabras, lo que dice la sabiduría popular en estos casos es que “prometer, no empobrece, sino dar es lo que aniquila”.

Mañosamente, la nueva CFE, inició a partir de diciembre pasado una persecución contra los usuarios morosos, con técnicas propias de cualquier cobrador neoliberal. Entre la fecha indicada y los primeros meses de este año, los cortes masivos aumentaron, ante la desesperación y angustia de la empobrecida ciudadanía.

No hay piedad alguna, pagas o pagas. Empero, muchos no lo hacen, por morosidad ni irresponsabilidad, sino porque simplemente no tuvieron la opción de hacerlo.

¿Quiere que le reconecten? Vea algunos de los requisitos para los convenios: Anticipo del 30 por ciento; Intereses Anuales del 16 por ciento; Aval indispensable.

Es decir, por más que se busca la sensibilidad social y razonabilidad de la nueva Comisión Federal de Electricidad, ¡no se les localiza!

Incluso, el Gobernador de Tabasco, Adán Augusto López Hernández, tuvo que pedirles públicamente que detuvieran los cortes porque la población por doquier pide tregua.

Dese una vuelta por el jurídico y las oficinas de la CFE y constatará las extensas filas y las caras largas de los morosos que desean salir del problema.

Así que aunque jurídicamente la vieja CFE se fue el 1º de julio pasado, junto con la “Mafia del Poder”; la esperada Cuarta Transformación y la nueva CFE, aun no llegan a los desconcertados usuarios.

Por años, el servicio público de electricidad estuvo subsidiado. Fue el Estado paternalista que buscaba, supuestamente, el bienestar de los más marginados socialmente.

Con el tiempo, la visión gubernamental cambió y se enfocó en abatir los altos costos de la producción de la indispensable energía.

Era imposible mantener los subsidios, así que se decidió remar en el sentido opuesto, disminuyéndolos, sustancialmente. La idea fue que todos cubrieren el verdadero costo de la electricidad.

Empero, los salarios nunca crecieron a la misma velocidad del encarecimiento de la electricidad, lo que originó abusivos e inexplicables cobros, fijados arbitrariamente por la propia CFE, haciendo los saldos impagables.

Su mejor arma: la tarifa DAC, de alto consumo, cuyos parámetros son impuestos a modo por ellos mismos. Casi todos los hogares, con aparatos eléctricos básicos, fueron tasados con ella. Definitivamente, fue plan con maña.

El pueblo, “bueno y sabio”, hubo de optar entre darle de comer a los suyos o pagar los altos costos del consumo eléctrico. Pegado con motivaciones políticas, nació la resistencia civil, de la mano de la oposición izquierdista. Imposible para los usuarios necesariamente morosos, no comulgar con ella.

Llegaron los “amparos” y las ilegales pero necesarias reconexiones. Algunos líderes empezaron a medrar con ello, así que muchas personas militantes perredistas o no, empezaron a comprar sus “amparos” y los colocaron alrededor de sus medidores.

Al mismo tiempo, crecieron los expertos oficializados de las reconexiones y más adelante, los políticos empezaron a ofrecer en las colonias populares y en las comunidades rurales, transformadores y cables, a bajo costo. Desde luego, al ritmo de dicha comercialización, también repuntó la clientela política.

La impopularidad del alto cobro, creció, campaña a campaña política, junto con la desconfianza y poca efectividad de las medidas neoliberales. Fue la bandera perfecta para atraer votos y simpatizantes. Tarde que temprano, ganaron.

De nuevo, el entusiasmo discursivo se detonó, con refrendadas promesas y posibles plazos. Unos prudentes, hablaron de seis meses, otros más optimistas, dijeron que el 15 de enero. Les llegaron principios de febrero y pidieron paciencia.

Muchos ya no gustan hablar del asunto y algún diputado federal despistado e indiscreto, afirma que cuando menos habrá que esperar seis meses más, a pesar que su Jefe Político insinuó que será antes de que inicie la Feria Tabasco.

No quedan dudas, las palabras, en tiempos políticos, se dicen, y seducen a los oídos melosos que suelen escucharlas; aunque en los hechos haya dificultades para cumplir la promesa hecha al calor de los micrófonos y de la zalamería de la elocuencia.

En pocas palabras, lo que dice la sabiduría popular en estos casos es que “prometer, no empobrece, sino dar es lo que aniquila”.

Mañosamente, la nueva CFE, inició a partir de diciembre pasado una persecución contra los usuarios morosos, con técnicas propias de cualquier cobrador neoliberal. Entre la fecha indicada y los primeros meses de este año, los cortes masivos aumentaron, ante la desesperación y angustia de la empobrecida ciudadanía.

No hay piedad alguna, pagas o pagas. Empero, muchos no lo hacen, por morosidad ni irresponsabilidad, sino porque simplemente no tuvieron la opción de hacerlo.

¿Quiere que le reconecten? Vea algunos de los requisitos para los convenios: Anticipo del 30 por ciento; Intereses Anuales del 16 por ciento; Aval indispensable.

Es decir, por más que se busca la sensibilidad social y razonabilidad de la nueva Comisión Federal de Electricidad, ¡no se les localiza!

Incluso, el Gobernador de Tabasco, Adán Augusto López Hernández, tuvo que pedirles públicamente que detuvieran los cortes porque la población por doquier pide tregua.

Dese una vuelta por el jurídico y las oficinas de la CFE y constatará las extensas filas y las caras largas de los morosos que desean salir del problema.

Así que aunque jurídicamente la vieja CFE se fue el 1º de julio pasado, junto con la “Mafia del Poder”; la esperada Cuarta Transformación y la nueva CFE, aun no llegan a los desconcertados usuarios.