/ lunes 20 de abril de 2020

Hoja de Apuntes | Se complica el distanciamiento

El hambre no conoce de política como tampoco de pandemias. A 29 días del decretado distanciamiento social y el llamado a quedarse en casa, que devino en el acelerado cierre de empresas y pequeños comercios, la necesidad de ingresos, principalmente en este último segmento, comienza a resquebrajar el confinamiento.

Más allá del riesgo, pequeños negocios de alimentos, principalmente, han comenzado a reabrir para ofrecer servicios a domicilio y obtener ingresos no solo para el pago de salarios a los empleados que aún sostienen, sino también para cubrir las obligaciones fiscales.

En algunos casos se ha visto, sobre todo en colonias populares de Villahermosa, esa reapertura, aunque no en todos los casos son solo productos para llevar, sino también hay concentración de ciudadanos sin la mínima precaución de la llamada sana distancia.

Desde mediados de la semana pasada ha podido observarse una creciente movilidad, tanto vehicular como de personas en las calles; se asume que una buena parte sale no solo para surtirse su propia despensa para continuar en confinamiento, sino para surtir sus negocios ante pedidos.

La carga económica de los pequeños empresarios, tanto de sus familias como de sus empleados, amaga con elevar la movilidad en las calles y el peligro que tanto teme la autoridad, como ha ocurrido en todos los países con la emergencia, de un desbordado contagio que desemboque en el rebase de la capacidad de los hospitales.

El gobierno tabasqueño señaló que a partir de este lunes inicia la distribución de 150 mil ayudas alimentarias para igual número de familias, principalmente aquellas que precisamente requieren salir a diario a las calles para ganarse el sustento y poder comprar lo necesario. El objetivo es reducir su presencia en espacios públicos, en transporte público y la inmovilidad social se eleve.

Los datos que aportó el pasado 16 de abril el gobierno federal basado en un análisis de movilidad residencial de Google no son alentadores. En el estudio se mostró que a partir de la línea base del pasado mes de enero, en promedio la gente en México se ha quedado un 20 por ciento más en casa.

El estado que más ha logrado esto es Quintana Roo con casi 30 por ciento y en el caso de Tabasco está a media tabla con 20 por ciento, y el que menos es Tlaxcala con un 14 por ciento. Si estos números son reales, tal como acotó Ricardo Cortés Alcalá, director de Promoción de la Salud, creador de la campaña “Susana Distancia”, habría que subirlos y quedarse todos en casa.

Otro estudio de movilidad, pero realizado por Apple, en base a sus smartphones, dio mejores números al reportar que hasta el 14 de abril la movilidad nacional cayó un 66 por ciento en promedio, al tomar en cuenta los factores de tránsito, transporte público y de personas a pie.

Eso fue a mitad de la semana anterior. El fin de semana, sin duda se elevó la movilidad. Pequeños negocios, considerados esenciales, no pueden estar más tiempo inactivos y buscan colocar sus productos al menos a domicilio. En este caso señalarlos con un “no entienden”, resulta injusto.

El hambre no conoce de política como tampoco de pandemias. A 29 días del decretado distanciamiento social y el llamado a quedarse en casa, que devino en el acelerado cierre de empresas y pequeños comercios, la necesidad de ingresos, principalmente en este último segmento, comienza a resquebrajar el confinamiento.

Más allá del riesgo, pequeños negocios de alimentos, principalmente, han comenzado a reabrir para ofrecer servicios a domicilio y obtener ingresos no solo para el pago de salarios a los empleados que aún sostienen, sino también para cubrir las obligaciones fiscales.

En algunos casos se ha visto, sobre todo en colonias populares de Villahermosa, esa reapertura, aunque no en todos los casos son solo productos para llevar, sino también hay concentración de ciudadanos sin la mínima precaución de la llamada sana distancia.

Desde mediados de la semana pasada ha podido observarse una creciente movilidad, tanto vehicular como de personas en las calles; se asume que una buena parte sale no solo para surtirse su propia despensa para continuar en confinamiento, sino para surtir sus negocios ante pedidos.

La carga económica de los pequeños empresarios, tanto de sus familias como de sus empleados, amaga con elevar la movilidad en las calles y el peligro que tanto teme la autoridad, como ha ocurrido en todos los países con la emergencia, de un desbordado contagio que desemboque en el rebase de la capacidad de los hospitales.

El gobierno tabasqueño señaló que a partir de este lunes inicia la distribución de 150 mil ayudas alimentarias para igual número de familias, principalmente aquellas que precisamente requieren salir a diario a las calles para ganarse el sustento y poder comprar lo necesario. El objetivo es reducir su presencia en espacios públicos, en transporte público y la inmovilidad social se eleve.

Los datos que aportó el pasado 16 de abril el gobierno federal basado en un análisis de movilidad residencial de Google no son alentadores. En el estudio se mostró que a partir de la línea base del pasado mes de enero, en promedio la gente en México se ha quedado un 20 por ciento más en casa.

El estado que más ha logrado esto es Quintana Roo con casi 30 por ciento y en el caso de Tabasco está a media tabla con 20 por ciento, y el que menos es Tlaxcala con un 14 por ciento. Si estos números son reales, tal como acotó Ricardo Cortés Alcalá, director de Promoción de la Salud, creador de la campaña “Susana Distancia”, habría que subirlos y quedarse todos en casa.

Otro estudio de movilidad, pero realizado por Apple, en base a sus smartphones, dio mejores números al reportar que hasta el 14 de abril la movilidad nacional cayó un 66 por ciento en promedio, al tomar en cuenta los factores de tránsito, transporte público y de personas a pie.

Eso fue a mitad de la semana anterior. El fin de semana, sin duda se elevó la movilidad. Pequeños negocios, considerados esenciales, no pueden estar más tiempo inactivos y buscan colocar sus productos al menos a domicilio. En este caso señalarlos con un “no entienden”, resulta injusto.