Casi todas las personas pueden realizar alguna actividad física. La actividad física, cuando se realiza de manera adecuada y gradual, puede ser una herramienta invaluable para mejorar la salud y el bienestar general.
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¿Qué ejercicio hacer dependiendo de mi enfermedad?
Para las personas con enfermedades neurodegenerativas como la enfermedad de Alzheimer u otras demencias, mantenerse activo puede mejorar la calidad de vida y ayudar a mantener un peso saludable, así como regular los hábitos de sueño y eliminación. Los cuidadores también pueden participar en actividades físicas junto con los pacientes para hacer del ejercicio una experiencia más placentera y beneficiosa.
Es importante adaptar el ejercicio a las capacidades individuales y a las condiciones específicas de salud. Incluso aquellos con dificultades para caminar pueden encontrar formas alternativas de mantenerse activos, como realizar tareas domésticas o utilizar equipos de ejercicio especializados.
En el caso de condiciones como la artritis, el ejercicio puede ayudar a reducir el dolor y la rigidez articular, así como mejorar la fuerza muscular y la flexibilidad. Actividades como el tai chi, el estiramiento y el levantamiento de pesas pueden ser especialmente beneficiosas.
Para personas con enfermedades crónicas como la diabetes tipo 2, la actividad física regular es fundamental para controlar la enfermedad y mantener una buena salud a largo plazo. Pequeños cambios en el estilo de vida, como estirarse durante los comerciales de televisión o caminar durante las llamadas telefónicas, pueden marcar una gran diferencia en la salud general.
El ejercicio también desempeña un papel crucial en la salud cardiovascular. Mantenerse activo puede ayudar a prevenir enfermedades cardíacas y reducir los factores de riesgo asociados, como el colesterol alto y la presión arterial elevada. Se recomienda al menos 150 minutos de actividad aeróbica moderada por semana para mantener un corazón saludable.
En el caso de enfermedades como la osteoporosis, el ejercicio de peso soportado y los ejercicios de fortalecimiento pueden ayudar a mantener la salud ósea y prevenir fracturas. Además, para aquellos que viven con dolor crónico, el ejercicio puede ser una herramienta efectiva para controlar el dolor y mejorar la función física.
El ejercicio regular y adaptado a las necesidades individuales puede tener un impacto significativo en la salud y el bienestar, independientemente de las condiciones médicas subyacentes. Consultar con un profesional de la salud y desarrollar un plan de ejercicio adecuado puede ser el primer paso hacia una vida más activa y saludable.