/ viernes 28 de enero de 2022

Emborrachó y amarró al diablo para dominarlo y conseguir favores

Un individuo asegura que su tío consiguió que el maligno le concediera diversos favores sin necesidad de venderle su alma

La siguiente historia forma parte de la tradición oral del estado de Tabasco, bien puede tratarse de una pieza de ficción o pertenecer al imaginario popular. Algunos de los relatos que aquí publicamos son dados por verdaderos entre quienes afirman haberlos vivido, sin embargo, en la presente sección simplemente difundimos estos contenidos para que nuestros queridos lectores pasen un rato entretenido.

Lee más: Sucesos escalofriantes ocurren en un hospital de Villahermosa

Un hombre dominó al diablo emborrachándolo en la sala de su casa, logrando que le concediera diversos favores, entre ellos dinero, según cuenta su sobrino, hecho que ocurrió en la década de los 70 en Villahermosa.

Foto: Cortesía | Pixabay

De acuerdo a quien relató la historia, su tío le comentó que en una noche se encontraba tomando solo en su casa una botella de tequila; todo transcurría en aparente tranquilidad, afuera se escuchaba el motor de los vehículos, cuyo pasar era intermitente; a veces uno tardaba hasta media hora en circular por la calle donde vivía, en ese tiempo el tráfico no era pesado y algunas zonas no estaban tan pobladas como ahora.

Unos pasos, parecidos al sonido que hacen las botas al chocar contra el suelo, interrumpieron lo que estaba haciendo; se paró de la silla donde se encontraba, se dirigió en dirección de donde salían esos ruidos, en este caso a la cocina, pero no vio a nadie; al hombre le pareció raro lo acontecido, pero al no encontrar nada volvió al lugar del que se había parado.

Al regresar se topó con una gran sorpresa; en su asiento había un anciano de tez morena y barba semilarga; tenía sus ropas sucias y despedía un olor nauseabundo. Lo primero que pensó es que un loco se había metido a la vivienda. Enseguida se dirigió a él para sacarlo; sin embargo, el sujeto lo detuvo con una simple palabra: ¡detente! Como si la expresión por sí misma lo paralizara; se quedó inmóvil. Al mismo tiempo, el singular personaje echaba un sorbo del vaso.

Foto: Cortesía | Pixabay

Después, lo miró fijamente, y en tono burlón le dijo: está muy buena tu bebida, creo que me la acabaría yo solo. Nuestro narrador señala que le preguntó con voz de enojo en qué momento había entrado. El que le escuchaba sonrío, y simplemente le alcanzó a responder que él podía entrar a las casas sin permiso.

“Un marihuano” es lo primero que le vino a la cabeza, pero como si leyera su pensamiento, el anciano le aclaró no era ningún drogadicto, ni vago, que era un gran señor; muchos le temían, otros respetaban, que sus favores costaban, pero quien pacta con él siempre va obtener lo que pide.

Lo expresado por el sujeto de la tercera edad (o al menos esa era su apariencia), le picó la curiosidad al tío del muchacho, quien poco a poco se fue acercando a é; tomó otra silla y se sentó, le sirvió un trago, después vinieron otros, a tal grado que llegó un momento que el extraño visitante se emborrachó; en tanto el protagonista de esta historia se cuidó de no quedar en el mismo estado; tomó unos cuantas sólo para que no sospechara nada el acompañante.

Foto: Cortesía | Pixabay

La bebida hizo su efecto y el ancianito se durmió; fue en ese preciso momento que el hombre comenzó a amarrarlo con unos cinturones, lo que no sospechaba aquel es que según su tío sabía como dominar al diablo, lo cual le había enseñado su padre y el secreto para llevar a cabo tal empresa -de acuerdo a quien le sucedió- es amarrando al mal con algún tipo de cinta.

De acuerdo al muchacho, su pariente le comentó que esperó unas horas para que despertara el ente, quien al verse atado pidió que lo soltara de manera inmediata o lo castigaría, a lo que el hombre no accedió; lo que quería es hacer un trato, pedirle algo a cambio, pero sin perder su alma. Al verse atrapado, al maligno no le quedó más que obedecer.

Dos cosas le pidió: la primera, que pudiera tener a la mujer que quisiera; y segundo: dinero, que nunca le faltara. Además, estos favores no le comprometían a venderle su alma. El diablo, al ver que no tenía opción, cumplió de mala gana. Tras quedar pactado el compromiso, el tío lo desató y enseguida desapareció. Hasta la fecha, el muchacho no sabe si lo que le contó fue verdad, aunque algo que nunca le faltó a su pariente fue el dinero y las mujeres.

La siguiente historia forma parte de la tradición oral del estado de Tabasco, bien puede tratarse de una pieza de ficción o pertenecer al imaginario popular. Algunos de los relatos que aquí publicamos son dados por verdaderos entre quienes afirman haberlos vivido, sin embargo, en la presente sección simplemente difundimos estos contenidos para que nuestros queridos lectores pasen un rato entretenido.

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Un hombre dominó al diablo emborrachándolo en la sala de su casa, logrando que le concediera diversos favores, entre ellos dinero, según cuenta su sobrino, hecho que ocurrió en la década de los 70 en Villahermosa.

Foto: Cortesía | Pixabay

De acuerdo a quien relató la historia, su tío le comentó que en una noche se encontraba tomando solo en su casa una botella de tequila; todo transcurría en aparente tranquilidad, afuera se escuchaba el motor de los vehículos, cuyo pasar era intermitente; a veces uno tardaba hasta media hora en circular por la calle donde vivía, en ese tiempo el tráfico no era pesado y algunas zonas no estaban tan pobladas como ahora.

Unos pasos, parecidos al sonido que hacen las botas al chocar contra el suelo, interrumpieron lo que estaba haciendo; se paró de la silla donde se encontraba, se dirigió en dirección de donde salían esos ruidos, en este caso a la cocina, pero no vio a nadie; al hombre le pareció raro lo acontecido, pero al no encontrar nada volvió al lugar del que se había parado.

Al regresar se topó con una gran sorpresa; en su asiento había un anciano de tez morena y barba semilarga; tenía sus ropas sucias y despedía un olor nauseabundo. Lo primero que pensó es que un loco se había metido a la vivienda. Enseguida se dirigió a él para sacarlo; sin embargo, el sujeto lo detuvo con una simple palabra: ¡detente! Como si la expresión por sí misma lo paralizara; se quedó inmóvil. Al mismo tiempo, el singular personaje echaba un sorbo del vaso.

Foto: Cortesía | Pixabay

Después, lo miró fijamente, y en tono burlón le dijo: está muy buena tu bebida, creo que me la acabaría yo solo. Nuestro narrador señala que le preguntó con voz de enojo en qué momento había entrado. El que le escuchaba sonrío, y simplemente le alcanzó a responder que él podía entrar a las casas sin permiso.

“Un marihuano” es lo primero que le vino a la cabeza, pero como si leyera su pensamiento, el anciano le aclaró no era ningún drogadicto, ni vago, que era un gran señor; muchos le temían, otros respetaban, que sus favores costaban, pero quien pacta con él siempre va obtener lo que pide.

Lo expresado por el sujeto de la tercera edad (o al menos esa era su apariencia), le picó la curiosidad al tío del muchacho, quien poco a poco se fue acercando a é; tomó otra silla y se sentó, le sirvió un trago, después vinieron otros, a tal grado que llegó un momento que el extraño visitante se emborrachó; en tanto el protagonista de esta historia se cuidó de no quedar en el mismo estado; tomó unos cuantas sólo para que no sospechara nada el acompañante.

Foto: Cortesía | Pixabay

La bebida hizo su efecto y el ancianito se durmió; fue en ese preciso momento que el hombre comenzó a amarrarlo con unos cinturones, lo que no sospechaba aquel es que según su tío sabía como dominar al diablo, lo cual le había enseñado su padre y el secreto para llevar a cabo tal empresa -de acuerdo a quien le sucedió- es amarrando al mal con algún tipo de cinta.

De acuerdo al muchacho, su pariente le comentó que esperó unas horas para que despertara el ente, quien al verse atado pidió que lo soltara de manera inmediata o lo castigaría, a lo que el hombre no accedió; lo que quería es hacer un trato, pedirle algo a cambio, pero sin perder su alma. Al verse atrapado, al maligno no le quedó más que obedecer.

Dos cosas le pidió: la primera, que pudiera tener a la mujer que quisiera; y segundo: dinero, que nunca le faltara. Además, estos favores no le comprometían a venderle su alma. El diablo, al ver que no tenía opción, cumplió de mala gana. Tras quedar pactado el compromiso, el tío lo desató y enseguida desapareció. Hasta la fecha, el muchacho no sabe si lo que le contó fue verdad, aunque algo que nunca le faltó a su pariente fue el dinero y las mujeres.

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