/ miércoles 20 de diciembre de 2023

Sin Remitente | UJAT: sucesión en marcha

En política -y la academia no está exenta- hay prácticas y costumbres no escritas que deben cumplirse para mantener la estabilidad, el orden de las cosas, y todo transite civilizadamente, mucho más cuando puede haber actores políticos socialmente más visibles, con trayectorias e intachables reputaciones involucradas que no pueden vacilar ni arriesgarlas de bote pronto, sin poner en perspectiva las implicaciones de una decisión crucial.

En la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco (UJAT) cada cuadro años quienes están al frente o los que aspiran a la Rectoría ponen en juego todo su capital político, social y académico que debe sincronizarse con los tiempos vividos y más, como ahora, cuando se avecina en lo inmediato un cambio en el gobierno.

La máxima no es desconocida para nadie que haya pasado por el ejercicio de la política o la Rectoría y que se precie de ser un erudito en el tema: el apoyo moral del gobernador entrante – en este caso de Javier May Rodríguez, ahora precandidato, mañana candidato y ganador de facto – y ya no del saliente en unos meses, es una condición necesaria para poder aspirar y, en consecuencia, obtener el cargo. Es decir, que las condiciones políticas le sean favorables.

Luego vienen las formalidades: El Consejo Universitario eligiendo a la Rectora o Rector que además de presentar un plan de trabajo convincente, contar con la preparación, capacidad y experiencia, debe tener el aprecio y el respaldo del gobernador entrante durante toda su administración y más allá cuando hay continuidad de quienes gobiernan.

Los protagonistas de la sucesión en la UJAT han entendido históricamente que el gobernante entrante, con el que trabajará cuatro años la Rectora o Rector, más allá de un presupuesto, es tomado en cuenta, lo solicite o no, lo acuerde o no. Es lo natural, lo normal que, si se mantiene, todo fluye y abona a la gobernabilidad de la UJAT y a una buena relación con el titular del Poder Ejecutivo que tiene el legítimo derecho de querer trabajar, -como los que le antecedieron- con quien lo viene acompañando y librado batalla juntos para construir un mejor Tabasco y que además posea el perfil y aprecio de la comunidad.

En menos de un mes, la UJAT vivirá una sucesión más que tiene a dos figuras visibles: la doctora y directora de la División Académica de Ciencias de la Salud (DACS), Mirian Carolina Martínez, -luchadora social a lado de sus amigos el Presidente Andrés Manuel López Obrador, Octavio Romero Oropeza, director de Pemex y Javier May Rodríguez, virtual candidato y gobernador entrante-, y la del actual Rector, Guillermo Narváez Osorio, que ha dicho que desea continuar. El resto de los nombres, si bien respetables, solo son un número más en la lista del proceso que tendrá su desenlace a finales del mes de enero.

Hace casi cuatro años, el Rector José Manuel Piña Gutiérrez, respaldado en su momento por el gobernador Arturo Núñez Jiménez para que obtuviera el cargo, pero perdedor de la elección que ganó Adán Augusto López Hernández en 2018, ya de salida, entendió su tiempo y circunstancia, y sin condiciones, ni cediendo a la tentación de maniobrar para dejar a alguien a fin a sus intereses y menos desafiar al nuevo mandatario, le pasó la estafeta, -como tenía que ser, cumpliendo con la máxima regla no escrita-, a su sucesor, Guillermo Narváez Osorio, que a inicios de enero rendirá su Cuarto Informe al frente de la UJAT.

En política -y la academia no está exenta- hay prácticas y costumbres no escritas que deben cumplirse para mantener la estabilidad, el orden de las cosas, y todo transite civilizadamente, mucho más cuando puede haber actores políticos socialmente más visibles, con trayectorias e intachables reputaciones involucradas que no pueden vacilar ni arriesgarlas de bote pronto, sin poner en perspectiva las implicaciones de una decisión crucial.

En la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco (UJAT) cada cuadro años quienes están al frente o los que aspiran a la Rectoría ponen en juego todo su capital político, social y académico que debe sincronizarse con los tiempos vividos y más, como ahora, cuando se avecina en lo inmediato un cambio en el gobierno.

La máxima no es desconocida para nadie que haya pasado por el ejercicio de la política o la Rectoría y que se precie de ser un erudito en el tema: el apoyo moral del gobernador entrante – en este caso de Javier May Rodríguez, ahora precandidato, mañana candidato y ganador de facto – y ya no del saliente en unos meses, es una condición necesaria para poder aspirar y, en consecuencia, obtener el cargo. Es decir, que las condiciones políticas le sean favorables.

Luego vienen las formalidades: El Consejo Universitario eligiendo a la Rectora o Rector que además de presentar un plan de trabajo convincente, contar con la preparación, capacidad y experiencia, debe tener el aprecio y el respaldo del gobernador entrante durante toda su administración y más allá cuando hay continuidad de quienes gobiernan.

Los protagonistas de la sucesión en la UJAT han entendido históricamente que el gobernante entrante, con el que trabajará cuatro años la Rectora o Rector, más allá de un presupuesto, es tomado en cuenta, lo solicite o no, lo acuerde o no. Es lo natural, lo normal que, si se mantiene, todo fluye y abona a la gobernabilidad de la UJAT y a una buena relación con el titular del Poder Ejecutivo que tiene el legítimo derecho de querer trabajar, -como los que le antecedieron- con quien lo viene acompañando y librado batalla juntos para construir un mejor Tabasco y que además posea el perfil y aprecio de la comunidad.

En menos de un mes, la UJAT vivirá una sucesión más que tiene a dos figuras visibles: la doctora y directora de la División Académica de Ciencias de la Salud (DACS), Mirian Carolina Martínez, -luchadora social a lado de sus amigos el Presidente Andrés Manuel López Obrador, Octavio Romero Oropeza, director de Pemex y Javier May Rodríguez, virtual candidato y gobernador entrante-, y la del actual Rector, Guillermo Narváez Osorio, que ha dicho que desea continuar. El resto de los nombres, si bien respetables, solo son un número más en la lista del proceso que tendrá su desenlace a finales del mes de enero.

Hace casi cuatro años, el Rector José Manuel Piña Gutiérrez, respaldado en su momento por el gobernador Arturo Núñez Jiménez para que obtuviera el cargo, pero perdedor de la elección que ganó Adán Augusto López Hernández en 2018, ya de salida, entendió su tiempo y circunstancia, y sin condiciones, ni cediendo a la tentación de maniobrar para dejar a alguien a fin a sus intereses y menos desafiar al nuevo mandatario, le pasó la estafeta, -como tenía que ser, cumpliendo con la máxima regla no escrita-, a su sucesor, Guillermo Narváez Osorio, que a inicios de enero rendirá su Cuarto Informe al frente de la UJAT.