/ sábado 8 de junio de 2024

Democracia virtual | Libertad oprimida

Al paso que vamos, dentro de poco los periodistas no van a festejar el Día de la Libertad de Expresión sino más bien a conmemorar esa fecha por la cantidad de muertos y la amenaza latente que existe en México para ejercer esa autonomía.

México se ha convertido en uno de los países más inseguros para llevar a cabo un periodismo independiente. El miedo de morir por escribir, investigar, publicar o informar asuntos relacionados con el crimen organizado, la corrupción gubernamental, el narcotráfico o la trata de personas, es constante.

Los periodistas en este país, inclusive, se autocensuran debido a la amenaza en que se ha convertido ejercer esta profesión, o en el motivo para que ellos y sus familiares se enfrenten a la muerte o amenazas constantes.

Las estadísticas son muy altas, pues del año 2000 a la fecha, la organización Artículo 19 ha documentado 164 asesinatos de periodistas en México, de los cuales 44 se han registrado durante el gobierno actual de Andrés Manuel López Obrador y 47 en el mandato anterior de Enrique Peña Nieto.

Es importante mencionar que, durante el gobierno del ahora convicto ex gobernador de Veracruz, Javier Duarte, se registraron 18 periodistas asesinados, convirtiéndose en el estado con el mayor número de asesinatos a quienes se dedican a esta actividad, con 31. Por ello se le ha calificado como el más letal para los comunicadores.

Es así que, como el Día de la Mujer, dentro de poco los periodistas habrán de conmemorar el suyo porque en estos tiempos tienen que luchar día con día para mantenerse con vida y ejercer su profesión, alcanzar el respeto que se merecen y conservar la libertad para difundir sus investigaciones, o, en su defecto, su opinión en algún medio de comunicación.

En este país, los comunicadores ya no solo se enfrentan a una constante economía precaria, sino también a la inseguridad que representa la presencia del crimen organizado, así como la constante amenaza y descalificación de parte del presidente Andrés Manuel López Obrador.

En su discurso hostil, el mandatario mexicano ha acusado a los periodistas de formar parte de una conspiración contra su administración, aliados del conservadurismo.

Asimismo, en momentos de ira descontrolada, López Obrador ha revelado datos personales de aquellos que han osado difundir investigaciones de presunta corrupción en contra de sus funcionarios y sus hijos.

Según Amnistía Internacional, los gobiernos tienen el deber de prohibir aquellos discursos que promuevan el odio e inciten a la violencia, pero, en el caso de México, mediante el abuso de autoridad se pretende silenciar a quienes cuestionan el poder.

Cuando conviene a los gobernantes, en su discurso manifiestan respeto a las libertades, sin embargo, sus acciones están muy lejos de honrar esa autonomía y amenazan la libertad de expresión con medidas represivas.

El derecho a la libertad de expresión está consagrado en el artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, que describe sus elementos fundamentales como derecho consustancial a todas las personas.

Desde el púlpito mañanero, el presidente López Obrador ha atacado a la prensa cerca de 3 mil veces en cinco años.

El mandatario nunca se dio cuenta que al representar el liderazgo de toda una nación, sus palabras podían causar daño a sus gobernados, y, en el caso que nos compete, a los periodistas.

Ese discurso de odio se ha visto reflejado en los ataques a los informadores, ya que muchas veces los reporteros y reporteras son expuestos a la violencia callejera de quienes simpatizan con el actual mandatario mexicano.

Desafortunadamente los políticos en el poder quisieran que todos fueran aplaudidores de todas sus ocurrencias y malas acciones, que nadie les controvierta sus decisiones y que todos los periodistas digan que son los salvadores de la patria, aunque en realidad no sean ningunos redentores de nada sino todo lo contrario.

Sassón

Todos tenemos derecho a decir libremente lo que pensamos, a compartir información, a investigar y cuestionar al poder. También tenemos derecho a estar o no de acuerdo con quienes ejercen el gobierno y a expresar nuestras opiniones. Que no se le olvide a quienes ostentan un cargo que llegaron y se deben al poder del pueblo, no al autoritarismo de un solo hombre.

Al paso que vamos, dentro de poco los periodistas no van a festejar el Día de la Libertad de Expresión sino más bien a conmemorar esa fecha por la cantidad de muertos y la amenaza latente que existe en México para ejercer esa autonomía.

México se ha convertido en uno de los países más inseguros para llevar a cabo un periodismo independiente. El miedo de morir por escribir, investigar, publicar o informar asuntos relacionados con el crimen organizado, la corrupción gubernamental, el narcotráfico o la trata de personas, es constante.

Los periodistas en este país, inclusive, se autocensuran debido a la amenaza en que se ha convertido ejercer esta profesión, o en el motivo para que ellos y sus familiares se enfrenten a la muerte o amenazas constantes.

Las estadísticas son muy altas, pues del año 2000 a la fecha, la organización Artículo 19 ha documentado 164 asesinatos de periodistas en México, de los cuales 44 se han registrado durante el gobierno actual de Andrés Manuel López Obrador y 47 en el mandato anterior de Enrique Peña Nieto.

Es importante mencionar que, durante el gobierno del ahora convicto ex gobernador de Veracruz, Javier Duarte, se registraron 18 periodistas asesinados, convirtiéndose en el estado con el mayor número de asesinatos a quienes se dedican a esta actividad, con 31. Por ello se le ha calificado como el más letal para los comunicadores.

Es así que, como el Día de la Mujer, dentro de poco los periodistas habrán de conmemorar el suyo porque en estos tiempos tienen que luchar día con día para mantenerse con vida y ejercer su profesión, alcanzar el respeto que se merecen y conservar la libertad para difundir sus investigaciones, o, en su defecto, su opinión en algún medio de comunicación.

En este país, los comunicadores ya no solo se enfrentan a una constante economía precaria, sino también a la inseguridad que representa la presencia del crimen organizado, así como la constante amenaza y descalificación de parte del presidente Andrés Manuel López Obrador.

En su discurso hostil, el mandatario mexicano ha acusado a los periodistas de formar parte de una conspiración contra su administración, aliados del conservadurismo.

Asimismo, en momentos de ira descontrolada, López Obrador ha revelado datos personales de aquellos que han osado difundir investigaciones de presunta corrupción en contra de sus funcionarios y sus hijos.

Según Amnistía Internacional, los gobiernos tienen el deber de prohibir aquellos discursos que promuevan el odio e inciten a la violencia, pero, en el caso de México, mediante el abuso de autoridad se pretende silenciar a quienes cuestionan el poder.

Cuando conviene a los gobernantes, en su discurso manifiestan respeto a las libertades, sin embargo, sus acciones están muy lejos de honrar esa autonomía y amenazan la libertad de expresión con medidas represivas.

El derecho a la libertad de expresión está consagrado en el artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, que describe sus elementos fundamentales como derecho consustancial a todas las personas.

Desde el púlpito mañanero, el presidente López Obrador ha atacado a la prensa cerca de 3 mil veces en cinco años.

El mandatario nunca se dio cuenta que al representar el liderazgo de toda una nación, sus palabras podían causar daño a sus gobernados, y, en el caso que nos compete, a los periodistas.

Ese discurso de odio se ha visto reflejado en los ataques a los informadores, ya que muchas veces los reporteros y reporteras son expuestos a la violencia callejera de quienes simpatizan con el actual mandatario mexicano.

Desafortunadamente los políticos en el poder quisieran que todos fueran aplaudidores de todas sus ocurrencias y malas acciones, que nadie les controvierta sus decisiones y que todos los periodistas digan que son los salvadores de la patria, aunque en realidad no sean ningunos redentores de nada sino todo lo contrario.

Sassón

Todos tenemos derecho a decir libremente lo que pensamos, a compartir información, a investigar y cuestionar al poder. También tenemos derecho a estar o no de acuerdo con quienes ejercen el gobierno y a expresar nuestras opiniones. Que no se le olvide a quienes ostentan un cargo que llegaron y se deben al poder del pueblo, no al autoritarismo de un solo hombre.