/ jueves 15 de febrero de 2024

Democracia virtual | El fruto del odio

Considerado como una de las peores obsesiones, el odio se ha convertido en un tumor que se extiende y hace metástasis hacia todos los sectores de la sociedad y ha derribado, en poco tiempo, la paz y la tranquilidad que se vivía en nuestro país y también en Tabasco.

En el marco del Día del amor y la amistad es necesario reflexionar por qué hay tanto odio entre los mexicanos que se asesinan entre sí, cuando la mayoría de los seres humanos nacen del amor entre un hombre y una mujer. Al menos esa es la fórmula biológica.

¿Qué se ha perdido en esta sociedad que día con día está más enfrentada y, como consecuencia, se convierte en víctima de la violencia que lástima y mata a todo aquel que la ejerce?

La gente en México vive aterrorizada porque grupos de personas, con odio y resentimiento, se han organizado en grupos criminales a los que no les importa asesinar a la gente inocente, ya no digamos aquellos que se interponen en su camino y estropean sus intereses.

En México la sociedad es víctima, inclusive, de un discurso de odio cotidiano y mañanero expresado desde lo más profundo del alma de un presidente de la república, quien pareciera no conocer el amor al prójimo, que, de labios para fuera, pregona en algunas ocasiones.

Con seguridad, ese político (tabasqueño por cierto) quisiera ser recordado como un gobernante amoroso, que ayuda a los pobres y más necesitados, pero en el fondo la frustración no le permite pensar en que también los empresarios, emprendedores, aquellos que aspiran a salir de la pobreza como él mismo lo hizo en su momento, y sus críticos, también son seres humanos.

¿Para qué fomentar la división y la lucha de clases en la que los pobres odien a los ricos y los ricos a los pobres por las ofensas sembradas desde un liderazgo de una mente retorcida, si todos nos necesitamos?

Su política de abrazos, no balazos, se convirtió en una estrategia fallida que ya supera los 170 mil muertos, y contando.

Hoy, hasta las policías, el Ejército y la Marina Nacional están ofendidos porque no se les permite actuar como se debe, ante aquellos que con total impunidad delinquen y sacrifican hasta los sueños de las nuevas generaciones.

De manera más particular, lo que sucede en Tabasco también es de terror y no hay un gobernante que asuma su responsabilidad y ponga freno a la delincuencia.

¿Cómo es posible que jóvenes que acuden a un antro a divertirse vayan empistolados, protagonicen una riña, se enfrenten y terminen tres de ellos ejecutados por las balas de sus armas accionadas?

Eso sucedió el domingo pasado. Al día siguiente, tres personas más fueron ejecutadas en una casa, según se especula por realizar presuntas prácticas ilícitas que tenían que ver con la comercialización de estupefacientes.

Para no perder el hilo, al siguiente día, el martes, en víspera de la celebración del amor y la amistad, tres más cayeron abatidos por las balas asesinas en un domicilio de la colonia Buena Vista, en pleno Villahermosa.

Esa es la sociedad que tenemos. ¿Faltará enseñar algo a las nuevas generaciones desde el seno del hogar? ¿Será esto producto de la desintegración familiar como núcleo fundamental de la sociedad? ¿Qué es lo que realmente se ha perdido y que parece estar muy distante de recuperarse? ¿Será que ha impactado en la mente de muchos el odio sembrado por los grupos políticos?

Los gobernantes, a nivel federal, estatal y municipal, solo pretenden ocultar la verdad que para el pueblo significa miedo, terror, desesperación y un baño de sangre que ha salpicado a la inmensa mayoría de las familias mexicanas y tabasqueñas.

En realidad, se requiere un cambio, una transformación en la que participen todos los sectores de la sociedad y hagan ver a los políticos que el poder sí se encuentra en el pueblo, no el en ejercicio de la potestad de aquellos que utilizan la democracia como medio para llegar y luego decapitan la paz y la tranquilidad de los pueblos, con autoritarismo y división, porque se creen dueños del país y sus estados.

Sassón

Si nos vamos más al extremo, la creación fue producto del amor de Dios, ¿por qué se ha contaminado con el odio? Sería más fácil tomar la decisión de amar y cambiar las circunstancias para que todos seamos “felices, felices, felices”.

Considerado como una de las peores obsesiones, el odio se ha convertido en un tumor que se extiende y hace metástasis hacia todos los sectores de la sociedad y ha derribado, en poco tiempo, la paz y la tranquilidad que se vivía en nuestro país y también en Tabasco.

En el marco del Día del amor y la amistad es necesario reflexionar por qué hay tanto odio entre los mexicanos que se asesinan entre sí, cuando la mayoría de los seres humanos nacen del amor entre un hombre y una mujer. Al menos esa es la fórmula biológica.

¿Qué se ha perdido en esta sociedad que día con día está más enfrentada y, como consecuencia, se convierte en víctima de la violencia que lástima y mata a todo aquel que la ejerce?

La gente en México vive aterrorizada porque grupos de personas, con odio y resentimiento, se han organizado en grupos criminales a los que no les importa asesinar a la gente inocente, ya no digamos aquellos que se interponen en su camino y estropean sus intereses.

En México la sociedad es víctima, inclusive, de un discurso de odio cotidiano y mañanero expresado desde lo más profundo del alma de un presidente de la república, quien pareciera no conocer el amor al prójimo, que, de labios para fuera, pregona en algunas ocasiones.

Con seguridad, ese político (tabasqueño por cierto) quisiera ser recordado como un gobernante amoroso, que ayuda a los pobres y más necesitados, pero en el fondo la frustración no le permite pensar en que también los empresarios, emprendedores, aquellos que aspiran a salir de la pobreza como él mismo lo hizo en su momento, y sus críticos, también son seres humanos.

¿Para qué fomentar la división y la lucha de clases en la que los pobres odien a los ricos y los ricos a los pobres por las ofensas sembradas desde un liderazgo de una mente retorcida, si todos nos necesitamos?

Su política de abrazos, no balazos, se convirtió en una estrategia fallida que ya supera los 170 mil muertos, y contando.

Hoy, hasta las policías, el Ejército y la Marina Nacional están ofendidos porque no se les permite actuar como se debe, ante aquellos que con total impunidad delinquen y sacrifican hasta los sueños de las nuevas generaciones.

De manera más particular, lo que sucede en Tabasco también es de terror y no hay un gobernante que asuma su responsabilidad y ponga freno a la delincuencia.

¿Cómo es posible que jóvenes que acuden a un antro a divertirse vayan empistolados, protagonicen una riña, se enfrenten y terminen tres de ellos ejecutados por las balas de sus armas accionadas?

Eso sucedió el domingo pasado. Al día siguiente, tres personas más fueron ejecutadas en una casa, según se especula por realizar presuntas prácticas ilícitas que tenían que ver con la comercialización de estupefacientes.

Para no perder el hilo, al siguiente día, el martes, en víspera de la celebración del amor y la amistad, tres más cayeron abatidos por las balas asesinas en un domicilio de la colonia Buena Vista, en pleno Villahermosa.

Esa es la sociedad que tenemos. ¿Faltará enseñar algo a las nuevas generaciones desde el seno del hogar? ¿Será esto producto de la desintegración familiar como núcleo fundamental de la sociedad? ¿Qué es lo que realmente se ha perdido y que parece estar muy distante de recuperarse? ¿Será que ha impactado en la mente de muchos el odio sembrado por los grupos políticos?

Los gobernantes, a nivel federal, estatal y municipal, solo pretenden ocultar la verdad que para el pueblo significa miedo, terror, desesperación y un baño de sangre que ha salpicado a la inmensa mayoría de las familias mexicanas y tabasqueñas.

En realidad, se requiere un cambio, una transformación en la que participen todos los sectores de la sociedad y hagan ver a los políticos que el poder sí se encuentra en el pueblo, no el en ejercicio de la potestad de aquellos que utilizan la democracia como medio para llegar y luego decapitan la paz y la tranquilidad de los pueblos, con autoritarismo y división, porque se creen dueños del país y sus estados.

Sassón

Si nos vamos más al extremo, la creación fue producto del amor de Dios, ¿por qué se ha contaminado con el odio? Sería más fácil tomar la decisión de amar y cambiar las circunstancias para que todos seamos “felices, felices, felices”.