/ martes 5 de diciembre de 2023

Asesor jurídico | ¿Cómo evitar que nos contamine el discurso del odio?

El odio es un sentimiento poderoso y destructivo que puede afectar negativamente nuestra vida, salud y las relaciones con quienes nos rodean, erosionando nuestra propia humanidad.

EL ODIO implica una aversión profunda y un deseo de dañar o destruir a la persona o grupo hacia el cual se dirige.

ALEXIS DE TOCQUEVILLE, un destacado filósofo y político francés del siglo XIX, decía: “Ciertamente se encontrarán pocas cosas que ayuden a corromper a un pueblo, tanto como la costumbre de odiar”. En esta frase en particular, Tocqueville resalta el impacto negativo que tiene el odio en una sociedad. Él argumenta que la costumbre arraigada de odiar corrompe y debilita a las personas y a la sociedad en su conjunto.

EL ODIO fomenta la división, el resentimiento y la violencia, provocando la erosión de los lazos sociales y el deterioro de los valores éticos y morales necesarios para una convivencia sana y armoniosa.

NOS CONTAMINAMOS diariamente con el odio a través de diversas formas. Uno de sus principales catalizadores es la propaganda y la desinformación. En un mundo globalizado e hiperconectado, estamos constantemente expuestos a discursos de odio en las redes sociales y los medios de comunicación.

EL DISCURSO DE ODIO es el principal recurso de las campañas políticas. Los partidos destinan dinero público para generar polarización en el espacio digital.

NO HAY ACTOR POLÍTICO que se salve, la línea de los discursos de odio vienen desde los spots: “Hay que destruir al PRIAN”, “Los de la vieja política son todos los del PRI” y “Ni un voto a MORENA” son algunas frases que caracterizan a las precampañas electorales de este año, generando polarización, desinformación y dejando de lado lo que realmente importa: las propuestas y perfiles de candidatos.

LOS PARTIDOS POLÍTICOS van por la descalificación de sus contrincantes con el propósito de capturar el voto de castigo. Todos participan en estas campañas de odio y los que perdemos en ese fuego cruzado, somos los ciudadanos. Debido a la polarización de la discusión pública, mientras que la discusión de propuestas puntuales y específicas se quedan en el tintero.

SIGUIENDO CON LA IDEA de Tocqueville, es importante destacar el impacto corrosivo y perjudicial que el odio puede tener en una sociedad. Cuando la costumbre de odiar se arraiga en una comunidad, se generan desconfianza, resentimiento y divisiones que debilitan los lazos sociales y obstaculizan el progreso colectivo.

EL ODIO, en lugar de fomentar un diálogo constructivo y soluciones pacíficas, promueve la confrontación y la violencia, impidiendo la búsqueda de consensos y el desarrollo de una convivencia armoniosa. Además, puede llevar a la discriminación, exclusión e injusticia hacia determinados grupos de la sociedad, generando un clima de hostilidad y opresión.

LA COSTUMBRE de odiar también puede tener un efecto paralizante en el avance de una sociedad. Cuando los individuos se enfocan en odiar a otros, se desvían de la búsqueda de objetivos comunes y se muestran incapaces de unirse para enfrentar desafíos colectivos. La corrupción no solamente es robar, mentir, pues el odio también nos corrompe. ¿Así o más claro?

El odio es un sentimiento poderoso y destructivo que puede afectar negativamente nuestra vida, salud y las relaciones con quienes nos rodean, erosionando nuestra propia humanidad.

EL ODIO implica una aversión profunda y un deseo de dañar o destruir a la persona o grupo hacia el cual se dirige.

ALEXIS DE TOCQUEVILLE, un destacado filósofo y político francés del siglo XIX, decía: “Ciertamente se encontrarán pocas cosas que ayuden a corromper a un pueblo, tanto como la costumbre de odiar”. En esta frase en particular, Tocqueville resalta el impacto negativo que tiene el odio en una sociedad. Él argumenta que la costumbre arraigada de odiar corrompe y debilita a las personas y a la sociedad en su conjunto.

EL ODIO fomenta la división, el resentimiento y la violencia, provocando la erosión de los lazos sociales y el deterioro de los valores éticos y morales necesarios para una convivencia sana y armoniosa.

NOS CONTAMINAMOS diariamente con el odio a través de diversas formas. Uno de sus principales catalizadores es la propaganda y la desinformación. En un mundo globalizado e hiperconectado, estamos constantemente expuestos a discursos de odio en las redes sociales y los medios de comunicación.

EL DISCURSO DE ODIO es el principal recurso de las campañas políticas. Los partidos destinan dinero público para generar polarización en el espacio digital.

NO HAY ACTOR POLÍTICO que se salve, la línea de los discursos de odio vienen desde los spots: “Hay que destruir al PRIAN”, “Los de la vieja política son todos los del PRI” y “Ni un voto a MORENA” son algunas frases que caracterizan a las precampañas electorales de este año, generando polarización, desinformación y dejando de lado lo que realmente importa: las propuestas y perfiles de candidatos.

LOS PARTIDOS POLÍTICOS van por la descalificación de sus contrincantes con el propósito de capturar el voto de castigo. Todos participan en estas campañas de odio y los que perdemos en ese fuego cruzado, somos los ciudadanos. Debido a la polarización de la discusión pública, mientras que la discusión de propuestas puntuales y específicas se quedan en el tintero.

SIGUIENDO CON LA IDEA de Tocqueville, es importante destacar el impacto corrosivo y perjudicial que el odio puede tener en una sociedad. Cuando la costumbre de odiar se arraiga en una comunidad, se generan desconfianza, resentimiento y divisiones que debilitan los lazos sociales y obstaculizan el progreso colectivo.

EL ODIO, en lugar de fomentar un diálogo constructivo y soluciones pacíficas, promueve la confrontación y la violencia, impidiendo la búsqueda de consensos y el desarrollo de una convivencia armoniosa. Además, puede llevar a la discriminación, exclusión e injusticia hacia determinados grupos de la sociedad, generando un clima de hostilidad y opresión.

LA COSTUMBRE de odiar también puede tener un efecto paralizante en el avance de una sociedad. Cuando los individuos se enfocan en odiar a otros, se desvían de la búsqueda de objetivos comunes y se muestran incapaces de unirse para enfrentar desafíos colectivos. La corrupción no solamente es robar, mentir, pues el odio también nos corrompe. ¿Así o más claro?