En 2007 Tabasco se convirtió en la primera entidad donde el crimen organizado atentaba contra un general del Ejército; el ataque había ocurrido en Villahermosa, Centro. El objetivo era Francisco Fernández Solís, quien tenía tres meses de haber asumido la titularidad de la entonces Secretaría de Seguridad Pública (SSP).
La presencia del militar retirado fue una petición directa de Andrés Granier Melo a Guillermo Galván, en ese tiempo se desempeñaban como Gobernador y secretario de la Defensa Nacional, respectivamente. De esta manera, el oficial de alto rango pasó a encabezar la lucha contra la inseguridad en el estado.
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A su llegada a tierras tabasqueñas, Fernández Solís contaba con una experiencia de 48 años en el Ejército, entre la que se encontraba que ocupó el cargo de comandante de la 30 Zona Militar de Villahermosa en la década de los 80. Fuera del país se desempeñó como agregado militar adjunto a la Embajada de México en Washington DC, misma encomienda que desempeñó en Panamá.
El día del atentado
Además, fue comandante de la fuerza de tarea Marte, encargado del combate al crimen organizado en Sinaloa, Chihuahua y Durango. No cabía duda, era el hombre adecuado para tener a cargo la seguridad en el estado. Y así, con sus casi cinco décadas enfundado en el uniforme, llegó a Tabasco, el 1 de enero de 2007, instalándose en un hotel ubicado en la zona de Tabasco 2000, en la capital del estado.
El recibimiento tranquilo de estas tierras cambió el 6 de marzo del año referido. Eran las 9 de la mañana cuando el general salió del hotel, se dirigió a su camioneta, mientras iba a su vehículo, otra camioneta estaba estacionada frente al inmueble; en ella, los sicarios esperando a que apareciera el funcionario estatal.
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Al verle, no dudaron en accionar sus armas de alto poder, comenzando en ese momento un caos; por un lado, la balacera y por el otro, los huéspedes entrando en pánico al ver lo que sucedía. Los que estaban en el lobby se tiraron al piso, unos por instinto corrieron al área de la alberca. Afuera, el chofer del general había caído, no se sabía si estaba herido o muerto; sólo se veía un cuerpo tirado.
Pese a sus heridas repelió el ataque
Entre los disparos, unos lograron impactar en el brazo izquierdo del militar, pero esto no fue impedimento para que lograra reaccionar y sacar su arma, comenzando a disparar donde estaba el comando armado, que al ver a Fernández Solís disparando, emprendió la huida. Sabía que había fallado y pronto elementos de las fuerzas de distintos niveles estarían en el lugar.
Trabajadores del hotel y huéspedes entraron en crisis nerviosas; aun así, algunos pudieron dar su declaración a las autoridades. Mencionaron que sujetos en un vehículo habían disparado contra un hombre que estaba a punto de subirse a su unidad, y que su chofer había sido herido. Después, el secretario del funcionario precisó que esta persona había muerto en el lugar.
Intentaron matarlo porque no aceptó ser sobornado
Pese a las heridas en el brazo, el general logró salir por su propio pie del lugar y abordar un auto compacto que lo llevó al hospital militar donde fue intervenido para sacarle las esquirlas. Afuera del hotel, una hummer del Ejército y patrullas de Seguridad Pública se habían estacionado, mientras las autoridades realizaban las averiguaciones correspondientes.
Tras el fallido atentado comenzaron las investigaciones y en agosto de 2007 unos sujetos eran interrogados, ellos eran parte de 20 detenidos por diversos delitos y que se encontraban en la cárcel de máxima seguridad del Altiplano. Entre las declaraciones, hablaron del atentado al secretario de Seguridad Pública de Tabasco. Los perpetradores del ataque pertenecían a los Zetas, grupo armado del Cártel del Golfo, y el motivo de quererlo matar es porque no aceptó sobornos del grupo criminal.