Después de la captura del jefe de un grupo armado en pasado 22 de septiembre, Cárdenas perdió la poca tranquilidad que le quedaba, y a pesar de las acciones realizadas por los tres órdenes de gobierno para recuperar la seguridad de los cardenenses, en el municipio ya nada es igual, así lo dejan en claro testimonió de comerciantes y ciudadanos, quienes se sienten solos, mientras Lorena Beaurregard Solis le exige al gobernador de Tabasco, Carlos Manuel Merino Campos, que se “aplique” y acabe con las extorsiones en esta parte del territorio tabasqueño.
En visita realizada por el municipio, la exdiputada fue directa, sin rodeos, usando sus redes sociales le dijo al Ejecutivo estatal que se "aplique" y acabe con la inseguridad que impera en el municipio y el resto del estado.
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Según nos han dicho, la Guardia Nacional ha colocado retenes en las entradas de la Ciudad para la tranquilidad de los ciudadanos, pero es por unos días, y después se van y nos dejarán con los que ya demostraron su poder hace 15 días, "puros chamacos", menciona el ingeniero de una de las factorías que hay en el municipio, y es que el gobierno estatal y federal señalan que dos semanas después de la citada fecha han implementado un programa de seguridad para el municipio de la Chontalpa, el mismo que será temporal y después, Cárdenas regresará a su nueva realidad, una realidad en la que el sur se empareja con el norte.
Si bien aquel ardió Cárdenas, con bloqueos, disparos y mantas colgadas, después calificadas por el gobierno del estado como actos vandálicos, esta solo fue la punta del iceberg, que destapó una situación que veladamente sufren los habitantes de esta demarcación desde hace varios meses, en la que grupos de civiles armados han impuesto su ley en las comunidades asentadas sobre la carretera federal Cárdenas-Comalcalco y extienden sus dominios a otros municipios de la chontalpa.
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La gota que derramó el vaso fue la captura, al parecer de forma accidental, de uno de los cabecillas de estos grupos en la madrugada de aquella fecha, por lo que los subalternos empezaron a quemar vehículos pesados apostados sobre la carretera y disparando contra unidades oficiales, emulando al famoso culiacanazo del año 2019.
A pesar de que las autoridades señalaron que la situación volvió a la normalidad dos horas después, la tranquilidad no ha regresado a las casas de los que viven a tan solo 50 kilómetros de la capital tabasqueña y es la puerta de entrada al sureste de México. Sobra mencionar que ese fatídico viernes 22, los comercios cerraron desde muy temprano y solo algunos de los grandes centros comerciales permanecieron abiertos en su horario normal.
Testimonios
A dos semanas de lo ocurrido, El Heraldo de Tabasco realizó un recorrido por el municipio y logró testimonios de algunos comerciantes y ciudadanos que coinciden en la pérdida de la poca tranquilidad que les quedaba. "Estamos solos" señaló la dueña de una tienda comunitaria cercana a la cabecera municipal que denuncia que a su hermana la han empezado a extorsionar. "Le están pidiendo dinero a cambio de dejarla trabajar", pero no sabemos a quién acudir, porque desconocemos hasta dónde están metidos la "gente mala”, así identifica a los integrantes de los grupos vandálicos, como los nombra el gobierno estatal.
"Hace poco reunieron a los motomandados y los entarifaron", declara el trabajador de un negocio del centro de la ciudad, y todos los días amenazan en redes sociales a un grupo de la ciudad, lo que se acompaña con la quema de vehículos particulares y de empresas.
Primero fueron a los taxistas, iniciando con el ataque a uno de sus operadores, al que le amputaron dos dedos, y a través de un video donde se muestra el ataque lo hicieron circular junto con el mensaje en redes sociales de que no querían a ningún taxista trabajando al día siguiente. Fueron pocos los operadores que desacataron esa orden, por la necesidad de trabajo.
Después siguieron las refaccionarias, a las que pidieron no abrir sino querían que sus trabajadores sufrieran las consecuencias. Así han circulado mensajes para el servicio público de transporte dentro y fuera de la ciudad y hasta han aparecido mensajes en escuelas públicas. Los comercios del primer cuadro de la ciudad comienzan a cerrar, apenas empieza a meterse el sol. Nadie les asegura nada y prefieren perder unos pesos a perder la vida.
“Yo vivo en Cunduacán y trabajo en Cárdenas, y esta semana me ha costado más trabajo llegar a casa”, señala una alfabetizadora a este medio.
El miedo no solo ha llegado a las casas de los cardenenses, también ha afectado a la administración pública municipal y estatal, que ha ordenado en algunos casos el cierre de instalaciones a temprana hora y en otros casos han pedido a parte de sus colaboradores que no se presenten a laborar por algunos días.
