/ domingo 11 de agosto de 2019

Muerto: Los vecinos ideales

Fuera de toda ficción o algún tipo de leyenda urbana relacionada con los difuntos personas que viven cerca de camposantos coinciden que en la vida dan más molestias los vivos que los muertos

Contrario a la creencia de que habitar en zonas aledañas a los cementerios podría generar cierta molestia o incomodidad en las personas, decenas de tabasqueños coexisten con esta realidad. Algunos de ellos desde hace varias décadas, otros de manera temporal. Unos en casas propias, otros viviendo en alquiler, pero en lo único que coinciden es que en la vida dan más molestias los vivos que los muertos.

Y es que salvo días como el 2 de Noviembre o el 10 de Mayo, estas zonas suelen ser de lo más tranquilo para quien vive en ellas. Inclusive los días en que se lleva a cabo un entierro, el movimiento suele durar menos de una hora.

La señora Emma Carrillo relató que vive con su hermana y que nunca han escuchado nada, y creemos que ya el que va a descansar ya no revive. Foto: Iván Sánchez

De ahí en fuera, lo cotidiano suele transcurrir de manera normal para quienes viven al lado, enfrente o detrás de un camposanto, como lo señalan las hermanas Carrillo Alamilla, quienes desde la década de los 50’ viven en la calle Chapultepec, al lado del Panteón Central de la ciudad de Villahermosa.

Emma Carrillo Alamilla, quien dice tener 93 años vive en esa casa con su hermana Mercedes, de 77 años, y ambas aseguran nunca haber tenido algún problema, sobresalto o complicación por su cercanía con el panteón.

Fuera de toda ficción o algún tipo de leyenda urbana relacionada con los difuntos, Emma y Mercedes, muestran, por el contrario, un respeto por quienes se han adelantado en el camino y yacen en este camposanto.

-¿De qué forma nos puede afectar vivir cerca?-, pregunta la más joven de las hermanas, mientras la de mayor edad se adelanta a responder a este cuestionamiento al asegurar que el mayor miedo es a la vida y no a la muerte.

Foto: Iván Sánchez I El Heraldo de Tabasco

-Nunca hemos escuchado ni visto nada extraño, y lo mismo pueden decir todos los vecinos de la calle Margarita Maza de Juárez; aquí no se ven cosas raras-, indica la señora Emma.

Tras varias décadas de vivir en esa calle, ambas se han acostumbrado al olor de las flores todos los días del año, así como a los servicios que por lo general suelen ser a las 10:00 de la mañana o a las 4 de la tarde.

Indicaron además que nunca ha habido quejas de malos olores, por lo que suponen que este panteón, al igual que los demás que funcionan en la ciudad de Villahermosa cumplen con las normas correspondientes en materia sanitaria y del medio ambiente.

Acostumbradas a los ruidos de las excavaciones o del martillo que golpea el mármol de las lápidas, ambas dicen ignorar si en esa zona del panteón, cuya vista da justo a la catedral del Señor de Tabasco se cuente alguna historia o anécdota que les haya resultado extraña.

-La verdad nosotros no nos metemos con nadie, dejamos que los muertos descansen en paz, porque para eso venimos al mundo-, expresan.

De los entierros más concurridos que recuerdan, citan el del músico tabasqueño Francisco José Hernández Mandujano, mejor conocido como Chico Ché, quien curiosamente es uno de los personajes en torno a quien se había creado la leyenda urbana de que por la noche se escuchaba su música en el panteón central.

-Nosotras nunca hemos escuchado nada de eso, y creemos que ya el que va a descansar ya no revive-

Esta misma versión existe en la calle Margarita Maza y en la parte posterior del Panteón Central, en donde a decir de algunas personas tal vez era un vecino que le gustaba poner esa música de Chicho Ché a altas horas de la noche.

No obstante, lo que sí suele ser un inconveniente para quienes viven cerca de un cementerio son las celebraciones del Día de los Fieles Difuntos, porque la llegada de miles de personas a visitar a sus seres queridos en ocasiones genera problemas de estacionamiento, invasión de espacios y hasta alguno que otro percance vehicular.

Fuera de ese ajetreo y de la basura que se genera por la compra de toneladas de distintos tipos de flores, las calles aledañas a un panteón suelen ser de lo más normal, al menos para sus habitantes, lo que para quienes viven en otras zonas puede resultar tétrico, con cierto grado de superstición o creencia, pero que en este caso, para quienes ahí habitan es parte de su cotidianidad a la que se han acostumbrado a lo largo de varios años.

Contrario a la creencia de que habitar en zonas aledañas a los cementerios podría generar cierta molestia o incomodidad en las personas, decenas de tabasqueños coexisten con esta realidad. Algunos de ellos desde hace varias décadas, otros de manera temporal. Unos en casas propias, otros viviendo en alquiler, pero en lo único que coinciden es que en la vida dan más molestias los vivos que los muertos.

Y es que salvo días como el 2 de Noviembre o el 10 de Mayo, estas zonas suelen ser de lo más tranquilo para quien vive en ellas. Inclusive los días en que se lleva a cabo un entierro, el movimiento suele durar menos de una hora.

La señora Emma Carrillo relató que vive con su hermana y que nunca han escuchado nada, y creemos que ya el que va a descansar ya no revive. Foto: Iván Sánchez

De ahí en fuera, lo cotidiano suele transcurrir de manera normal para quienes viven al lado, enfrente o detrás de un camposanto, como lo señalan las hermanas Carrillo Alamilla, quienes desde la década de los 50’ viven en la calle Chapultepec, al lado del Panteón Central de la ciudad de Villahermosa.

Emma Carrillo Alamilla, quien dice tener 93 años vive en esa casa con su hermana Mercedes, de 77 años, y ambas aseguran nunca haber tenido algún problema, sobresalto o complicación por su cercanía con el panteón.

Fuera de toda ficción o algún tipo de leyenda urbana relacionada con los difuntos, Emma y Mercedes, muestran, por el contrario, un respeto por quienes se han adelantado en el camino y yacen en este camposanto.

-¿De qué forma nos puede afectar vivir cerca?-, pregunta la más joven de las hermanas, mientras la de mayor edad se adelanta a responder a este cuestionamiento al asegurar que el mayor miedo es a la vida y no a la muerte.

Foto: Iván Sánchez I El Heraldo de Tabasco

-Nunca hemos escuchado ni visto nada extraño, y lo mismo pueden decir todos los vecinos de la calle Margarita Maza de Juárez; aquí no se ven cosas raras-, indica la señora Emma.

Tras varias décadas de vivir en esa calle, ambas se han acostumbrado al olor de las flores todos los días del año, así como a los servicios que por lo general suelen ser a las 10:00 de la mañana o a las 4 de la tarde.

Indicaron además que nunca ha habido quejas de malos olores, por lo que suponen que este panteón, al igual que los demás que funcionan en la ciudad de Villahermosa cumplen con las normas correspondientes en materia sanitaria y del medio ambiente.

Acostumbradas a los ruidos de las excavaciones o del martillo que golpea el mármol de las lápidas, ambas dicen ignorar si en esa zona del panteón, cuya vista da justo a la catedral del Señor de Tabasco se cuente alguna historia o anécdota que les haya resultado extraña.

-La verdad nosotros no nos metemos con nadie, dejamos que los muertos descansen en paz, porque para eso venimos al mundo-, expresan.

De los entierros más concurridos que recuerdan, citan el del músico tabasqueño Francisco José Hernández Mandujano, mejor conocido como Chico Ché, quien curiosamente es uno de los personajes en torno a quien se había creado la leyenda urbana de que por la noche se escuchaba su música en el panteón central.

-Nosotras nunca hemos escuchado nada de eso, y creemos que ya el que va a descansar ya no revive-

Esta misma versión existe en la calle Margarita Maza y en la parte posterior del Panteón Central, en donde a decir de algunas personas tal vez era un vecino que le gustaba poner esa música de Chicho Ché a altas horas de la noche.

No obstante, lo que sí suele ser un inconveniente para quienes viven cerca de un cementerio son las celebraciones del Día de los Fieles Difuntos, porque la llegada de miles de personas a visitar a sus seres queridos en ocasiones genera problemas de estacionamiento, invasión de espacios y hasta alguno que otro percance vehicular.

Fuera de ese ajetreo y de la basura que se genera por la compra de toneladas de distintos tipos de flores, las calles aledañas a un panteón suelen ser de lo más normal, al menos para sus habitantes, lo que para quienes viven en otras zonas puede resultar tétrico, con cierto grado de superstición o creencia, pero que en este caso, para quienes ahí habitan es parte de su cotidianidad a la que se han acostumbrado a lo largo de varios años.

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