La extraña muerte de un sexagenario en el Hotel Plaza

José “R” perdió la vida de un supuesto infarto en la habitación 101 del hostal, al cual supuestamente ingresó sólo para ir al baño

Ángel Vega | El Heraldo de Tabasco

  · miércoles 14 de abril de 2021

Foto: Archivo | El Heraldo de Tabasco

Aquel año la policía investigó el fallecimiento de José 'R' (el nombre ha sido modificado a petición de los familiares), de 65 años. No descartaron su muerte como “posible homicidio”, debido a que no era creíble que una persona enferma, de esa edad, hubiese subido los 15 escalones que separan la calle de la recepción del hotel, tan sólo para pedir el baño prestado.

Especularon si había entrado acompañado, como quedó asentado en la nota publicada sobre el hecho el martes 11 de noviembre del 2008. “(Los investigadores estaban) sospechando de alguna prestadora de servicios sexuales, pues el cuerpo fue encontrado sobre la cama y con parte de la vestimenta desabotonada”.

Don Antonio Peña, dueño del Hotel Plaza, ubicado en la calle Rafael Martínez de Escobar, en plena Zona Luz, aclaró el punto en una entrevista posterior.

Foto: Archivo | El Heraldo de Tabasco

“(El hombre) entró solo. Fue mi hijo (Javier Peña) quien le dio permiso de usar el baño del cuarto. Decía sentirse muy mal, se le notaba angustiado. Al verlo así, por humanidad, lo dejó pasar. El señor andaba muy bien vestido, parecía una gente de buena posición social. Yo creo que pasaba por aquí cuando le vino el infarto. Mi hijo le habló a la Cruz Roja, y le dijeron que se iban a tardar como una hora en llegar. Luego, unos policías le marcaron al 066. Cuando llegaron el señor ya había fallecido, acostado sobre la cama del 101”.

Foto: Archivo | El Heraldo de Tabasco

El hotel Plaza es tal vez uno de los más antiguos de Villahermosa. Tiene 12 habitaciones, cuyo alquiler cuesta “100 pesos para una persona, y 120 para dos”. Este edificio vio mejores tiempos. Su fachada está forrada de mosaico cerámico de color crema y guinda. El interior huele a humedad enmascarada con aromatizante Fabuloso. En la entrada tiene un letrero escrito a mano que dice “Hay cuartos vacíos”. Si no fuera por esta precaución, muy pocos se enterarían de que se trata de un hotel.

Foto: Archivo | El Heraldo de Tabasco

Don Antonio Peña prosigue con su relato. “¿Qué le puedo decir? Es la primera persona que le pasa algo así de trágico en 40 años, desde que tengo este hotel. Aquí hemos visto de todo. Imagínese, cuando yo llegué a este negocio, el edificio ya tenía 20 años en el ramo”.

Mientras hablamos, una pareja pide una habitación. Ni siquiera median palabras. El hombre saca el importe exacto y don Antonio, automáticamente, le da unas llaves marcadas con número el 306.

“La construcción no tiene varillas como las que se usan normalmente en este tipo de obras. No es una construcción tradicional. En lugar de eso tiene vías como de ferrocarril, gruesas, de puro acero. Por eso ha aguantado todos estos años.” No descarta que se trate de los rieles del viejo tranvía de la ciudad, el cual fue desmantelado.

Las paredes del edificio son anchas, también. Se notan descascadas. Una indeterminable cantidad de capas de pintura se amontonan una sobre la otra en la superficie el muro original. El mostrador de la recepción (enjaulada por la inseguridad) es una avejentada joya Art Decó.

“Una vez vino aquí un shoto y me escupió en la cara. Me salí del mostrador y se asustó, creyó que le iba yo a pegar. Se hizo para atrás y se cayó de esas escaleras. No paró de rodar hasta abajo. Encima de todo, quería echarme la culpa, decía que yo lo había empujado".

"En otra ocasión, hace ya muchos años, un tipo subió corriendo hasta la azotea. Lo venía siguiendo la policía. Como iba borracho, se cayó. Son como cuatro pisos. Se salvó de puro milagro...”

Foto: Archivo | El Heraldo de Tabasco


Pero no todo ha sido decadencia en el Plaza. Según don Antonio, la mejor época del hotel, cuando no se le morían los parroquianos sobre las camas, fue durante el boom petrolero de la década de los setentas.

“Había bonanza. Los cuartos estaban llenos de gente de Pemex. Apenas se desocupaba uno, cuando ya lo estaban solicitando tres clientes. Nos iba bien. Pero todo eso ya se terminó. Ahora tengo que sacar 500 pesos diarios para la renta, y a veces no salen. Pero aquí seguimos... el finadito ojalá ya esté descansando en paz. Por la mañana vinieron sus familiares. Dicen que ya estaba enfermo. Por eso se murió”.

Y remata con buen humor:

—Usted, señor reportero, ¿no se anima? Aquí tengo habitaciones, para cuando guste.