La siguiente historia forma parte de la tradición oral del estado de Tabasco, bien puede tratarse de una pieza de ficción o pertenecer al imaginario popular. Algunos de los relatos que aquí publicamos son dados por verdaderos entre quienes afirman haberlos vivido, sin embargo, en la presente sección simplemente difundimos estos contenidos para que nuestros queridos lectores pasen un rato entretenido.
Una familia vivió momentos aterradores cuando se topó con unos troles en Tabasco, seres que no son de estas tierras, pero por alguna razón llegaron a ellos, como si fuerzas extrañas hubieran intervenido para que estas personas conocieran a estos seres fantástico.
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El matrimonio llegó a tierras tabasqueñas por cuestiones de trabajo, el esposo laboraba para una empresa que se dedicaba al mantenimiento de maquinaria pesada, ya que en breve se iniciaría la construcción de un gran proyecto que requeriría personal capacitado para darle mantenimiento a ciertos aparatos, y el hombre se encargaría de enseñarles todas estas cuestiones.
Los troles llegan a la casa
La casa donde se hospedaron estaba cerca de una zona de pantanos y era de poca población, pero una carretera les permitía no perder contacto con los poblados de los alrededores. En una ocasión, la mujer encontró en la mesa de la cocina unas figuras deformes, al verlas se sintió incomoda, como si la observaran. El marido al darse cuenta que su esposa las miraba, se apresuró a explicarle que un compañero se las había regalado, según para alejar la mala suerte, su nombre eran trol y le había explicado que en su país, Noruega, muchos los cargaban en sus ropas o los tenían en alguna parte de sus casas.
Pese a la explicación, no le dejaron de parecer formas grotescas, pero al hijo no, que al verlos los tomó como parte de sus juguetes. El pequeño desde el principio, comenzó a tener un apegó a las figurillas. Dejó a sus otros muñecos y la atención fue totalmente para los dos pequeños objetos. La madre se dio cuenta, había momentos en que lo encontraba riendo, prácticamente carcajadas, como si platicara de algo gracioso con un compañerito.
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Aquel comportamiento le preocupó a la señora, sabía que el infante había experimentado un cambio, pero no alcanzaba a descifrar qué. Le inquietaba, sin embargo, no tenía un argumento lógico para su preocupación; sólo la intuición, la cual no era suficiente. En una ocasión cansada de ver a los muñequitos, le pidió a su esposo que los tirara a la basura, este sin comprender lo que le pedía le dijo que lo haría, pero, únicamente los guardó en una caja de zapatos.
Un niño se hace amigo de los troles
Al día siguiente, el niño estaba jugando con ellos, la mujer no sabía que el hombre las había guardado, al llegar le reclamó por qué no había tirado a los troles. Sin más que decir, al verse descubierto, le comentó que decidió meterlos en una caja. Tras la explicación, se preguntó: ¿Cómo los había encontrado su hijo? Para llegar a las estatuillas habría que ser de la estatura de un adulto y el pequeñín aún era bajito.
La mujer enojada porque no los había tirado el marido, se los arrebató de las manos al menor y los arrojó al bote de la basura, aquel comenzó a llorar, entre su lloriqueo se escuchó: “mami no te lleves a Bolo”. Los días pasaron y parecía que las estatuillas ya no darían más problemas, lo que no fue así. En una ocasión, ella buscó a su pequeño, pero no lo encontró en la casa, salió a buscarlo a los alrededores y lo halló cerca del pantano, parecía que hablaba con alguien. El menor al darse cuenta de la presencia, volteó a donde venía su progenitora, corrió hacia ella y le dijo que estaba viendo insectos.
Ambos se retiraron del lugar, se metieron a la vivienda, cenaron ellos, nada más, ya que el esposo llamó por teléfono para decirles que iba a llegar hasta la madrugada debido a la descompostura de una máquina y urgía repararla. La mujer al estar en su cuarto, lista para dormir, vio que debajo del ropero salieron dos bolitas peludas, rondando se dirigieron debajo de la cama, se asomó y vio a dos seres pequeños, uno rubio y de nariz grande redonda; el otro, negro y con grandes cachetes, eran las estatuillas, pero habían cobrado vida (al menos eso creyó). Estos al percatarse que los miraban, saliendo rodando, se dirigieron al cuarto del infante.
Troles en la casa
Al entrar la mujer, vio que esas criaturas estaban junto a é; al mirarla, le dijo: Bolo regresó. Con un trapo, los comenzó a correr, en su huida saltaron al ropero. La señora les aventó un florero, le dio a uno, se escuchó un chillido. Las pelotitas salieron de cuarto y de la casa. Ella aún con los nervios de punta, llamó al celular de su compañero, le suplicó que llegara pronto. A la hora se presentó; aquella, le contó lo que había pasado, su hijo se encontraba también alterado.
La increíble historia, no la creyó, pero no quería contradecir a su esposa. Se fueron todos a sus recamaras y durmieron un poco, aunque no fue posible. En la mañana, durante el desayuno, siguieron con el tema, en ese instante, el pequeño dejó el comedor y salió de la casa, los padres se dieron cuenta y lo siguieron a distancia, se detuvo en el pantano, ahí comenzó a reír. La pareja se acercó, tratando de no hacer ruido, al estar detrás del menor, vieron a los dos pequeños duendes; en ese momento, el hombre comprendió que era cierto todo lo que le había contado.
Los troles habían hecho su casa en el pantano, eso comprendieron también, sin pensarlo, los tres se retiraron del lugar. No hubo ataque por parte de las criaturas, los dejaron ir tranquilamente, lo que no comprendía la señora, quien, debido a los acontecimiento, se fue a Villahermosa, el marido los alcanzaría cuando terminara el contrato.
Buscando información sobre los troles
En ese tiempo de espera, la mujer comenzó a buscar en internet hasta que encontró una imagen parecida a lo que había visto, debajo, se leía: Trol, ¿de dónde es? Al comenzar a leer el artículo se enteró que eran duendes, parte de los seres elementales de la naturaleza, igual que los elfos y hadas, su país de origen Noruega, al llegar a esa parte recordó de donde era la persona que se los había regalado al marido.
Al continuar la lectura, supo que buscaban los lugares solitarios y les encantaba ayudar a las personas, así como hacerles bromas. Además, que provenían de un región conocida como Bolo. Conforme fue avanzando, le surgió una idea: que tal vez necesitó conocerlos más y sintió que hubo cierto prejuicio, por su imagen.