Febrero es considerado el mes del Amor y la Amistad, asimismo, se dice que este mes está destinado a mantener la estabilidad y la calma. En la antigua Roma, febrero tenía un significado espiritual relacionado con la limpieza interior, y se nombró como “el mes de la purificación”.
De acuerdo con el portal Antigua Roma al Día menciona que la etimología de febrero proviene de la palabra latina "februa", que hacía referencia a una festividad anual de purificación durante las Lupercales, esta celebración se llevaba a cabo en una fecha que ahora se cree que coincide con el 15 de febrero.
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Tras la fundación de Roma y el surgimiento del Imperio romano, la capital adoptó el nombre de las festividades "februas" para designar al mes en el que se celebraba dicho evento. En ese entonces, febrero era considerado el último mes del año en el calendario romano.
¿Por qué febrero tiene 28 días?
El portal Antigua Roma al Día, señala que según la tradición romana, el rey Numa Pompilio añadió febrero al calendario en el siglo VII a.C., colocándolo como el último mes del año, después de diciembre. El calendario implementado por el rey Numa constaba de 355 días, aproximadamente la duración de doce ciclos lunares.
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En ese momento, el calendario romano se basaba en gran medida en la Luna en lugar del Sol. Para ajustarse a este ciclo y siendo el último mes del año, febrero fue asignado con solo 28 días, en contraste con los 29 o 31 días que tenían los otros meses.
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Al finalizar el año, los romanos llevaban a cabo rituales de purificación para las personas, los hogares, los antepasados e incluso las ciudades. Estos rituales eran necesarios para cumplir con la purificación tradicionalmente requerida. De hecho, el nombre "Februarius" parece derivar de "februa", que eran instrumentos arcaicos utilizados en los rituales de purificación.
Aunque es probable que hacia los siglos V o IV a.C., febrero haya pasado a ser el segundo mes del calendario después de enero, la tradición de los rituales de purificación se mantuvo a lo largo de los siglos para honrar a los antepasados difuntos.