A menudo los caminos y carreteras de muchos lugares han sido muchos testigos de lo que en ellos acontece, la carretera Huimanguillo-Cárdenas no es la excepción, muchos conductores cuentan que en ellas suceden cosas muy extrañas, que parecen escapar a la lógica y a toda razón, principalmente cuando la noche cubre todo con su manto.

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Era una tarde plomiza de otoño, la lluvia se dejaba caer a torrenciales cuando José Carranza llegó a la terminal, su piel era blanca, tenía una palidez que no era natural, era evidente que algo le había pasado en el camino, sus amigos se acercaron llevándole un vaso con agua para a mojarse la boca y deshacer el nudo que sentía en la garganta.

Cuando pudo hilar palabras muy asustado narró que estuvo a punto de salirse de la carretera, que por poco no la contaba, pero que en una maniobra logró controlar el Tsuru que se deslizaba y lo jalaba afuera del camino hacia una arboleda donde seguramente se hubiese impactado.

Lo que José Carranza vio esa tarde de noviembre, ya lo habían visto otros conductores que por fortuna han salido ilesos para poder contarlo, aunque no todos han corrido con la misma suerte pues algunos, aunque llevaban las luces altas y los rompe nieblas encendidos, no se percataron a lo lejos de la presencia siniestra. Los más temerarios continuaban su camino sin desviarse, preparándose para el impacto con ese terrorífico ente.

Hoy en día en este lugar en donde se encuentra una de las curvas más pronunciadas del camino, se ha erigido la iglesia por los múltiples accidentes trágicos que han acontecido.

Muchos testigos afirman haber visto a una muchacha parada en medio de la carretera, otros cuentan que han visto en el asiento trasero de su auto que en un abrir y cerrar de ojos se desvanece en medio de la oscuridad. Nadie sabe quién es o cuál es su historia, lo cierto es que no tiene predilección por personas específicas, no importa el tipo de carro, modelo o año que tengas; en cualquier momento puedes ser parte de los conductores que se han topado con ella.