Si buscas una forma para que tus plantas crezcan fuertes, entonces debes acompañarlas de algunos elementos como el sustrato que te asegurará que se mantengan en óptimas condiciones.
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El sustrato en sentidos simples es la tierra en la cual se cultiva, y se pueden dividir según su origen, ya sean orgánicos e inorgánicos. En el primer caso, los sustratos orgánicos, como su nombre lo menciona provienen de una fuente natural, cuya materia está formada principalmente de carbono.
Algunos ejemplos de estos son la fibra de coco la cual se obtiene de las fibras de este fruto y tiene un bajo impacto ambiental, la composta, las fibras de diferentes cultivos, la corteza de pino también ayuda a conservar la humedad, así como a reducir las necesidades del riego.
Otra composta de origen natural con la que puedes sembrar tus plantas es la conocida como Peat moss o turba, la cual se forma mediante la descomposición de la materia orgánica, la cual está presente en zonas pantanosas.
En el caso de los sustratos de origen inorgánico, estos provienen de fuentes en las que el carbono no está presente, tales como la perlita, lana de roca, tezontle entre otros. Por ejemplo, la perlita es obtenida al tratar una roca silícea volcánica del grupo de las riolitas.
El Tezontle se trata de un mineral que procede de la erupción de volcanes, el cuál está constituido por silicatos de aluminio, además de poseer partículas de lava porosa de bajo peso.
Es indispensable que tomes en cuenta que los sustratos ayudan a que las plantas estén bien alimentadas, sobre todo en los huertos urbanos donde el espacio es limitante, por lo que es necesario enriquecer el espacio en el que son cultivadas.