Llegó septiembre, y con ello el temor de los mexicanos por la creencia de que en el mes patrio es cuando se registra mayor actividad sísmica, propiciada por la coincidencia en la ocurrencia de terremotos devastadores para el país.
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La noche del siete de septiembre de 2021, un fuerte sismo de 7.1 Grados en la escala de Richter con epicentro al sureste de Acapulco, Guerrero, y que se sintió en otras entidades, entre ellas Tabasco, dejó severas afectaciones, exactamente a cuatro años del ocurrido en Chiapas en 2017, de magnitud de 8.2 grados y con epicentro al suroeste de Pijiapan.
Pero no conforme con estos dos eventos, dos más ocurridos un 19 de septiembre en diferentes años, quedaron grabados en la memoria de los mexicanos, pues dejaron a su paso muerte y devastación: el primero, ocurrido en 1985, de 8.1 de magnitud y con epicentro en Lázaro Cárdenas, Michoacán; el segundo, también ocurrido en 2017, de 7.1 grados y con epicentro al noroeste de Chiautla de Tapia, Puebla.
A pesar de estas fatídicas coincidencias, la ciencia niega que septiembre sea el mes de los temblores. Así lo desmienten especialistas del Servicio Sismológico Nacional (SSN) y el Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
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El SSN refiere que hasta hoy, no existe una técnica que permita predecir los sismos. La única certeza que existe, es que México se erige sobre cinco placas tectónicas, por lo cual los sismos son recurrentes y de gran magnitud, siendo uno de los países con mayor actividad sísmica en el mundo, ante lo cual debemos estar siempre preparados.
De tal modo que las placas tectónicas no pueden “percibir” o recibir algún tipo de energía durante el noveno mes del año, sino que se trata de coincidencias.
Pese a que la ciencia no puede predecir cuándo ocurrirá un terremoto, sí puede evaluar las zonas más riesgosas y los lugares que por llevar mucho tiempo sin sismos, han acumulado energía.
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Otra creencia errónea sobre los temblores es que estos se presentan con más frecuencia cuando hace calor.
