/ sábado 4 de noviembre de 2023

Punto y Aparte | El peor enemigo de Morena... ¡es Morena!

En varias encuestas, serias, sus muestras indican que el partido vinotinto, tiene ventaja rumbo a la contienda por la Presidencia de la República, en casi todo el país, salvo contadas excepciones.

Dicha percepción, se ha mantenido, desde hace un buen rato, gracias a la popularidad del Presidente AMLO; junto a su innegable liderazgo autoritario; y, su inevitable “mañanera”, que monopoliza las noticias, convirtiéndose en referencia de consulta obligada.

Sin embargo, la ríspida y cada día más despiadada disputa por las candidaturas; por las ocho gubernaturas, y, la Jefatura de Gobierno de la CDMX, pudieran acortar las distancias.

Las diferencias y las ofensas entre los aspirantes a dichas candidaturas, parecen insuperables y muy alejadas de la hipotética unidad, que algunos se atreven a prometer o pregonar, mientras sus seguidores, se dan hasta con la cubeta.

Si bien es cierto que las opciones opositoras, se ven con oportunidad en algunos de los mencionados nueve lugares, también es que los ataques y peores adjetivos, provienen de una de las dos grandes tribus del morenismo:

Los Fundadores, también denominados, “duros” y “puros”; principalmente, identificados con el lopezobradurismo, desde sus inicios, y, que, mayoritariamente, no han pasado por las filas del PRI o del PAN.

Los otros, son aquellos que se fueron sumando, en el camino a las luchas de AMLO, y que provienen de otras opciones políticas, ajenas al PRD original y a los movimientos de izquierda.

Los primeramente citados, después del 2018 y del 2021, consideraron que, después de la victoria del morenismo, no fueron debidamente tomados en consideración, en los puestos públicos y/o en los cargos de elección popular.

Se sintieron relegados y hechos a un lado, del morenismo, incluyendo de los cargos partidistas; así que decidieron tomar acción, y se reagruparon, entre ellos, formando una fuerte corriente política que busca y desea todas las canicas del juego, sin dejar nada para nadie.

Así que pusieron mano a la obra, y aplicando toda una estricta estrategia, hicieron ganar, no sin problemas, a su “corcholata” preferida.

Empero, la racionalidad política indicaba que los que no ganaron, amén de que algunos de ellos fueron duramente atacados, debían dárseles algunos cotos de poder, en búsqueda de la obvia unidad partidista. Ello, incluye a los aliados.

No ha habido cómo; nadie del grupo ganador, ha dado alguna pizca de piedad y bondad política para los perdedores. Incluso, han desdeñado la intermediación del famoso Peje y de la “corcholata” ganadora, poseedora ahora del bastón de mando.

Olvidan aquella frase de Don Manuel y Don Óscar Llergo: “Las campanas no dicen… dan, dan; sino, dan, doy”.

Es decir, para dar, hay que recibir, y, viceversa. Los de la política del “gano todo”, no sueltan prenda, y prefieren, seguir jugando al grupo compacto que busca todas las candidaturas, sin repartir, nada a nadie. Los del grupo morenista opositor, tratan de no dejarse, y también mueven sus estrategias.

Los “puros”, olvidan que, hasta el popular Andrés Manuel, tuvo que hacer alianzas y acuerdos, con tirios y troyanos; medidas que, en sus anteriores campañas, las había desdeñado. Cuando las usó, ganó.

A pesar de ese claro ejemplo, los “duros”, no dan tregua en sus planes. Siguen “montados en su mula”.

Un simple ejemplo demuestra todo lo anterior: la lucha por la candidatura a la Jefatura de Gobierno del CDMX. Por un lado, la prometedora aspiración de Omar García Harfuch, un eficaz policía, que nunca buscaría una posición política, si no es avalada por quien considera su jefa política.

En el lado contrario, Clara Brugada, una probada “fundadora” con posicionamiento regional y con menos carisma que el primero. Tan luego se conocieron los nombres, la “madriza” mediática contra Omar fue contundente.

Lo mismo pasó, en la contienda nacional, donde las “corcholatas” que seguían a la ganadora, fueron, inmisericordemente, “fusiladas”, con metralla mediática.

Ese método es replicado, ahora, en la búsqueda de las ocho gubernaturas y la Jefatura de la CDMX. Están claras las líneas, de ambos grandes grupos. No parece importarles, ni la paridad, ni la competitividad, solo el poder.

En varias encuestas, serias, sus muestras indican que el partido vinotinto, tiene ventaja rumbo a la contienda por la Presidencia de la República, en casi todo el país, salvo contadas excepciones.

Dicha percepción, se ha mantenido, desde hace un buen rato, gracias a la popularidad del Presidente AMLO; junto a su innegable liderazgo autoritario; y, su inevitable “mañanera”, que monopoliza las noticias, convirtiéndose en referencia de consulta obligada.

Sin embargo, la ríspida y cada día más despiadada disputa por las candidaturas; por las ocho gubernaturas, y, la Jefatura de Gobierno de la CDMX, pudieran acortar las distancias.

Las diferencias y las ofensas entre los aspirantes a dichas candidaturas, parecen insuperables y muy alejadas de la hipotética unidad, que algunos se atreven a prometer o pregonar, mientras sus seguidores, se dan hasta con la cubeta.

Si bien es cierto que las opciones opositoras, se ven con oportunidad en algunos de los mencionados nueve lugares, también es que los ataques y peores adjetivos, provienen de una de las dos grandes tribus del morenismo:

Los Fundadores, también denominados, “duros” y “puros”; principalmente, identificados con el lopezobradurismo, desde sus inicios, y, que, mayoritariamente, no han pasado por las filas del PRI o del PAN.

Los otros, son aquellos que se fueron sumando, en el camino a las luchas de AMLO, y que provienen de otras opciones políticas, ajenas al PRD original y a los movimientos de izquierda.

Los primeramente citados, después del 2018 y del 2021, consideraron que, después de la victoria del morenismo, no fueron debidamente tomados en consideración, en los puestos públicos y/o en los cargos de elección popular.

Se sintieron relegados y hechos a un lado, del morenismo, incluyendo de los cargos partidistas; así que decidieron tomar acción, y se reagruparon, entre ellos, formando una fuerte corriente política que busca y desea todas las canicas del juego, sin dejar nada para nadie.

Así que pusieron mano a la obra, y aplicando toda una estricta estrategia, hicieron ganar, no sin problemas, a su “corcholata” preferida.

Empero, la racionalidad política indicaba que los que no ganaron, amén de que algunos de ellos fueron duramente atacados, debían dárseles algunos cotos de poder, en búsqueda de la obvia unidad partidista. Ello, incluye a los aliados.

No ha habido cómo; nadie del grupo ganador, ha dado alguna pizca de piedad y bondad política para los perdedores. Incluso, han desdeñado la intermediación del famoso Peje y de la “corcholata” ganadora, poseedora ahora del bastón de mando.

Olvidan aquella frase de Don Manuel y Don Óscar Llergo: “Las campanas no dicen… dan, dan; sino, dan, doy”.

Es decir, para dar, hay que recibir, y, viceversa. Los de la política del “gano todo”, no sueltan prenda, y prefieren, seguir jugando al grupo compacto que busca todas las candidaturas, sin repartir, nada a nadie. Los del grupo morenista opositor, tratan de no dejarse, y también mueven sus estrategias.

Los “puros”, olvidan que, hasta el popular Andrés Manuel, tuvo que hacer alianzas y acuerdos, con tirios y troyanos; medidas que, en sus anteriores campañas, las había desdeñado. Cuando las usó, ganó.

A pesar de ese claro ejemplo, los “duros”, no dan tregua en sus planes. Siguen “montados en su mula”.

Un simple ejemplo demuestra todo lo anterior: la lucha por la candidatura a la Jefatura de Gobierno del CDMX. Por un lado, la prometedora aspiración de Omar García Harfuch, un eficaz policía, que nunca buscaría una posición política, si no es avalada por quien considera su jefa política.

En el lado contrario, Clara Brugada, una probada “fundadora” con posicionamiento regional y con menos carisma que el primero. Tan luego se conocieron los nombres, la “madriza” mediática contra Omar fue contundente.

Lo mismo pasó, en la contienda nacional, donde las “corcholatas” que seguían a la ganadora, fueron, inmisericordemente, “fusiladas”, con metralla mediática.

Ese método es replicado, ahora, en la búsqueda de las ocho gubernaturas y la Jefatura de la CDMX. Están claras las líneas, de ambos grandes grupos. No parece importarles, ni la paridad, ni la competitividad, solo el poder.