Dicen que, si no estás en las redes sociales, no existes. La nueva arquitectura de la comunicación en las redes sociales, ha transformado drásticamente la forma en la que nos comunicamos y redefinido el paradigma de la comunicación política.
Para bien o para mal, las redes sociales están cambiando la forma en la que nos comunicamos. Estas nuevas herramientas de la comunicación no solo hacen la vida más fácil, sino que la actividad diaria no se concibe ya sin su presencia constante.
Sin embargo, el discurso de odio inunda las redes digitales y envalentonan a la gente para que cruce los límites. Por lo que se han convertido en una suerte de cloacas virtuales que atenta contra los derechos fundamentales y, sobre todo, contra la dignidad humana.
La vida real no está en las redes digitales, hay que tenerlo claro. Después de la televisión en México, las redes sociales son la segunda fuente de noticias, ya que 3 de cada 10 lectores acceden a contenidos noticiosos a través de las redes sociales.
Es innegable la presencia de las redes sociales digitales en la vida cotidiana y existe la propensión de redes de bots y trolls, que ayudan a propagar el odio y difundir noticias falsas, empañando la política y constituyéndose en una afrenta para la vida democrática, dejando un espacio cada vez más estrecho para que los ciudadanos libres expresen inquietudes e ideas.
Es preciso señalar que el odio no es una invención de las redes digitales, pero existe la tendencia en la política de instrumentar estrategias digitales perversas, que en nada contribuyen a la salud de la vida democrática.
Existe la propensión en México de expresarse a través del odio y de la ofensa como acto reflejo natural, potenciada por el auge de las redes sociales.
Las redes sociales propician, a través de cierta sensación de impunidad que proporciona el pseudo anonimato, el insulto y la descarga de odio contra el otro. Facebook y Twitter se han convertido en un hervidero de publicaciones y videos de odio que tienen como objetivo provocar discordia.
Por otra parte, existe la malsana costumbre de vivir constantemente atrapado en los antagonismos. No nos importa ganar sino que el otro pierda. Sentimos más goce en el sufrimiento y la humillación del otro que en nuestros propios triunfos.
Criterio que es aplicable a la política de nuestro país. Existen muchos problemas de odio, se sobredimensionan problemas menores y minimizan problemas a los que les deberíamos prestar mucha atención.
Sobre la visión local de ese odio, el mexicano primero odia, luego existe y por último piensa. El odio, el fanatismo, la ignorancia y las redes sociales, una mezcla explosiva de incalculable daño social.
Es complicado regular el uso de redes sociales y legislar para que estas no sean un instrumento al servicio de resentidos sociales y sicarios morales. El principal obstáculo con el que se han encontrado estas iniciativas es que al regular las redes sociales se estaría afectando la libertad de expresión. Entonces, somos los usuarios quienes le damos sentido al uso de las redes digitales, así que usémoslas para promover causas justas y positivas.