/ viernes 10 de mayo de 2024

Artilugios | Tres madres de Shakespeare.

1

Uno de los personajes más incidentales de alguna obra dramática es Lady Capuleto, la madre de Julieta. Ella da la noticia a la joven de su matrimonio con el conde Paris, no París, como dicen algunos. Ella le dice que ha llegado a la edad en que las damas ya son fértiles, que deben tener hijos y deben ser esposas y madres. Todo ello en un monótono diálogo del que participa la otra madre de julieta, la nodriza.

Ellas dos apoyan la tesis medieval del patriarcado. Las mujeres son propiedades del varón de la casa. Claro, habría que aclarar que solo debería haber un varón en la casa. Cito el texto de la Nodriza.

Ahora recuerdo que el día anterior

se dio un porrazo (Julieta) y se rompió la frente

y mi marido (Dios lo tenga en su gloria)

la alzó del suelo (¡qué hombre tan alegre!)

diciéndole: Caíste ahora de bruces,

más adelante caerás de espaldas. (pag. 15).

La Nodriza es esa voz del recuerdo de la infancia. Lady Capuleto es la dama. Sin embargo, hay representaciones en que se insinúa una relación amorosa entre la mamá de Julieta y el sobrino, Teobaldo, amante de gatos le dice Mercucio antes de morir. Mas adelante vemos la actuación de Lady Capuleto. Cito nuevamente.

JULIETA

No estoy bien.

SRA. CAPULETO

¿Todavía llorando por tu primo?

¿Crees que así lo sacas de la tumba?

No resucitaría con tus lágrimas. ¡Basta!

¡El dolor es prueba de cariño,

pero tanto dolor es tontería!

JULIETA

¡Yo tengo que llorar lo que he perdido!

SRA. CAPULETO

¡Hija mía, temprano, el jueves próximo

te esperará en la iglesia de San Pedro

el joven y gallardo conde Paris:

ese día este noble caballero

te hará feliz haciéndote su esposa.

Quizá fue muy importante para Baz Lhurman (Romeo+Julieta, 1996) sugerir que Lady capuleto y Teobaldo tuvieron una relación, así no lloraríamos tanto su deceso.

2

Otra madre que Shakespeare destruye con singular fuerza es Gertrudis, la madre de Hamlet. Ella es cómplice del asesinato del padre de Hamlet, ella sabe todo. Lo calla, se disimula, se hace la tonta, en pocas palabras.

Los tres conjurados, Claudio, Gertrudis y Polonio quieren quedarse con el reino. Traman la intriga, destruyen al viejo rey y se convierten en los dueños de Elsinore. Enfrentarían la guerra de no ser por los acontecimientos que se desarrollan a partir de la aparición del fantasma del viejo rey a Hamlet. Ahí el espectro descubre al joven príncipe lo que ocurrió con su solio. Cito.

Mas atiende, noble hijo,

la serpiente que arrancó la vida de tu padre

lleva ahora su corona.

HAMLET

¡Ah, mi alma profética! ¿Mi tío? (pag. 23).

Sí, así de simple, la revelación cae sobre Hamlet convirtiendo su vida en una serie de dudas, acciones precipitadas, suspicacias. Ve asesinos en todos los rostros y conspiraciones en todo el palacio. Finge estar loco. Así podrá encontrar la verdad. Claro, Hamlet no confía en sus sentidos, no cree en lo dicho por el fantasma. Trama una mascarada que él llama La muerte de Gonzaga, donde los cómicos representarán cómo fue asesinado el viejo rey.

Ante la representación, el actor que hace de reina, recuerda artilugista que me lees que en aquellos tiempos, las mujeres no subían a escena, dice una frase delatora. Cito.

¡Que aquí y más allá me acose la angustia

si vuelvo a casarme cuando yo sea viuda! (pag. 59).

Y al preguntarle Hamlet a su madre qué le parece la obra, Gertrudis responde, Esa mujer promete demasiado. (pag. 60). Por si no fuera poco esta mascarada, más adelante, provoca que Gertrudis confiese todo ante las exigencias del hijo. Viendo su exasperación, Gertrudis cree que va a matarla, pide ayuda y Hamlet comete el primer desatino. Ve moverse la cortina y mata a Polonio que ahí estaba escondido. Gertrudis, aterrada, jura que no sabe ya qué pensar. Realmente, en el instante en que vemos esto, entendemos la reflexión del príncipe. Fragilidad, tienes nombre de mujer. Después será divisa de la ópera Rigoletto, pero esa es otra historia.

Gertrudis acusa a su hijo ante el rey Claudio quien ya sabe que Hamlet sabe. El asesino del rey tiene que deshacerse del nuevo heredero. El duelo entre los grandes intrigantes comienza en ese instante. Claudio y Hamlet tratarán de destruirse, cosa que el espectador o el lector miran/leen asombrados.

Gertrudis se vuelve un manojo de nervios que viene a desenredarse con la muerte de Ofelia, la enamorada de Hamlet, que ella describe con un sincero lirismo. Finalmente, Gertrudis muere en ese banquete donde el rey elimina a Hamlet no sin ser eliminado así mismo. Gertrudis muere envenenada sin que nadie pueda impedirlo.

El Deus ex machina cobra venganza. Es todo.

3

Ahora bien, si queremos alguna madre menos trágica o voluble que las anteriores, podríamos referirnos a la señora Ford, de Las alegres comadres de Windsor. La señora Ford descubre los coqueteos infieles de Falstaff. El mofletudo personaje declara su amor a las comadres, señora Ford y señora Page. Alguna responderá a sus devaneos ridículos.

Las comadres se conjuran en una venganza digna de la mejor comedia del arte. Lo arrojan desde una colina en un cesto de ropa sucia, lo hacen vestirse de mujer y lo hacen ir de noche al bosque donde Falstaff muere de miedo.

El señor Ford, celoso, se cambia de nombre y descubre las intenciones del gordo. Duda el celoso señor Ford porque piensa que su esposa está enamorada del seductor. Las trapacerías innobles de Falstaff son que cualquiera de las dos casadas se enamore de él y así quedarse con su dinero.

Parece que la reina Isabel, después de ver a Falstaff en las dos partes de Enrique IV quedó tan prendada del personaje que pidió a Shakespeare una comedia donde fuera protagonista, no solo un personaje secundario que dice, por cierto, cosas de un nivel filosófico dignas de Platón o de Aristóteles.

Una de las delicias de esta obra es cómo, a pesar de las desgracias, Falstaff sabe reírse de sí mismo. Este delicioso monólogo lo dice después de su aventura en el cesto de ropa sucia. Cito.

¿He vivido para que me lleven en un cesto como despojo de carnicería y me arrojen al Támesis? Bueno, si tienen que gastarme otra broma así, que me saquen los sesos, les pongan mantequilla y se los den a un perro como regalo de año nuevo. Los muy canallas me echaron al río con tan poco remordimiento como si hubieran ahogado los cachorros de una perra ciega, los quince de la camada. Y es fácil adivinar que, por mi corpulencia, tengo cierta rapidez para hundirme. Si el río hubiera sido tan hondo como el infierno, allá estaría. Me hubiera ahogado de no ser que allí el río es bajo y lleva poca agua. Es una muerte que detesto porque el agua hincha a las personas. ¿Y cómo habría quedado yo si me ahogan? Me habría convertido en una montaña de carne muerta. (pag. 84).

Hubiera quedado como una montaña de carne muerta. Claro, no estamos ante un doliente Romeo o a un paranoico Hamlet. estamos ante una de las figuras más cómicas del escenario inglés, me atrevería a decir que universal.

La señora Ford se impone a los dos galanes, el gordo amante y su celoso marido, para decidir con quien debe casarse su hija Meg, presa de un compromiso del padre para desposar al ridículo Doctor Caius. En la escena final, donde todo se aclara y cada oveja se queda con su pareja, Falstaff, en el sonoro canon de la ópera de Verdi, apoya que todo en el mundo es burla, pues el hombre ha nacido burlón, burlón, burlón.

Esta comedia es una de las más graciosas, especiales, humanas de Shakespeare y con este recuerdo de estas madres literarias enviaré un saludo a todas las mamás en su día.

1

Uno de los personajes más incidentales de alguna obra dramática es Lady Capuleto, la madre de Julieta. Ella da la noticia a la joven de su matrimonio con el conde Paris, no París, como dicen algunos. Ella le dice que ha llegado a la edad en que las damas ya son fértiles, que deben tener hijos y deben ser esposas y madres. Todo ello en un monótono diálogo del que participa la otra madre de julieta, la nodriza.

Ellas dos apoyan la tesis medieval del patriarcado. Las mujeres son propiedades del varón de la casa. Claro, habría que aclarar que solo debería haber un varón en la casa. Cito el texto de la Nodriza.

Ahora recuerdo que el día anterior

se dio un porrazo (Julieta) y se rompió la frente

y mi marido (Dios lo tenga en su gloria)

la alzó del suelo (¡qué hombre tan alegre!)

diciéndole: Caíste ahora de bruces,

más adelante caerás de espaldas. (pag. 15).

La Nodriza es esa voz del recuerdo de la infancia. Lady Capuleto es la dama. Sin embargo, hay representaciones en que se insinúa una relación amorosa entre la mamá de Julieta y el sobrino, Teobaldo, amante de gatos le dice Mercucio antes de morir. Mas adelante vemos la actuación de Lady Capuleto. Cito nuevamente.

JULIETA

No estoy bien.

SRA. CAPULETO

¿Todavía llorando por tu primo?

¿Crees que así lo sacas de la tumba?

No resucitaría con tus lágrimas. ¡Basta!

¡El dolor es prueba de cariño,

pero tanto dolor es tontería!

JULIETA

¡Yo tengo que llorar lo que he perdido!

SRA. CAPULETO

¡Hija mía, temprano, el jueves próximo

te esperará en la iglesia de San Pedro

el joven y gallardo conde Paris:

ese día este noble caballero

te hará feliz haciéndote su esposa.

Quizá fue muy importante para Baz Lhurman (Romeo+Julieta, 1996) sugerir que Lady capuleto y Teobaldo tuvieron una relación, así no lloraríamos tanto su deceso.

2

Otra madre que Shakespeare destruye con singular fuerza es Gertrudis, la madre de Hamlet. Ella es cómplice del asesinato del padre de Hamlet, ella sabe todo. Lo calla, se disimula, se hace la tonta, en pocas palabras.

Los tres conjurados, Claudio, Gertrudis y Polonio quieren quedarse con el reino. Traman la intriga, destruyen al viejo rey y se convierten en los dueños de Elsinore. Enfrentarían la guerra de no ser por los acontecimientos que se desarrollan a partir de la aparición del fantasma del viejo rey a Hamlet. Ahí el espectro descubre al joven príncipe lo que ocurrió con su solio. Cito.

Mas atiende, noble hijo,

la serpiente que arrancó la vida de tu padre

lleva ahora su corona.

HAMLET

¡Ah, mi alma profética! ¿Mi tío? (pag. 23).

Sí, así de simple, la revelación cae sobre Hamlet convirtiendo su vida en una serie de dudas, acciones precipitadas, suspicacias. Ve asesinos en todos los rostros y conspiraciones en todo el palacio. Finge estar loco. Así podrá encontrar la verdad. Claro, Hamlet no confía en sus sentidos, no cree en lo dicho por el fantasma. Trama una mascarada que él llama La muerte de Gonzaga, donde los cómicos representarán cómo fue asesinado el viejo rey.

Ante la representación, el actor que hace de reina, recuerda artilugista que me lees que en aquellos tiempos, las mujeres no subían a escena, dice una frase delatora. Cito.

¡Que aquí y más allá me acose la angustia

si vuelvo a casarme cuando yo sea viuda! (pag. 59).

Y al preguntarle Hamlet a su madre qué le parece la obra, Gertrudis responde, Esa mujer promete demasiado. (pag. 60). Por si no fuera poco esta mascarada, más adelante, provoca que Gertrudis confiese todo ante las exigencias del hijo. Viendo su exasperación, Gertrudis cree que va a matarla, pide ayuda y Hamlet comete el primer desatino. Ve moverse la cortina y mata a Polonio que ahí estaba escondido. Gertrudis, aterrada, jura que no sabe ya qué pensar. Realmente, en el instante en que vemos esto, entendemos la reflexión del príncipe. Fragilidad, tienes nombre de mujer. Después será divisa de la ópera Rigoletto, pero esa es otra historia.

Gertrudis acusa a su hijo ante el rey Claudio quien ya sabe que Hamlet sabe. El asesino del rey tiene que deshacerse del nuevo heredero. El duelo entre los grandes intrigantes comienza en ese instante. Claudio y Hamlet tratarán de destruirse, cosa que el espectador o el lector miran/leen asombrados.

Gertrudis se vuelve un manojo de nervios que viene a desenredarse con la muerte de Ofelia, la enamorada de Hamlet, que ella describe con un sincero lirismo. Finalmente, Gertrudis muere en ese banquete donde el rey elimina a Hamlet no sin ser eliminado así mismo. Gertrudis muere envenenada sin que nadie pueda impedirlo.

El Deus ex machina cobra venganza. Es todo.

3

Ahora bien, si queremos alguna madre menos trágica o voluble que las anteriores, podríamos referirnos a la señora Ford, de Las alegres comadres de Windsor. La señora Ford descubre los coqueteos infieles de Falstaff. El mofletudo personaje declara su amor a las comadres, señora Ford y señora Page. Alguna responderá a sus devaneos ridículos.

Las comadres se conjuran en una venganza digna de la mejor comedia del arte. Lo arrojan desde una colina en un cesto de ropa sucia, lo hacen vestirse de mujer y lo hacen ir de noche al bosque donde Falstaff muere de miedo.

El señor Ford, celoso, se cambia de nombre y descubre las intenciones del gordo. Duda el celoso señor Ford porque piensa que su esposa está enamorada del seductor. Las trapacerías innobles de Falstaff son que cualquiera de las dos casadas se enamore de él y así quedarse con su dinero.

Parece que la reina Isabel, después de ver a Falstaff en las dos partes de Enrique IV quedó tan prendada del personaje que pidió a Shakespeare una comedia donde fuera protagonista, no solo un personaje secundario que dice, por cierto, cosas de un nivel filosófico dignas de Platón o de Aristóteles.

Una de las delicias de esta obra es cómo, a pesar de las desgracias, Falstaff sabe reírse de sí mismo. Este delicioso monólogo lo dice después de su aventura en el cesto de ropa sucia. Cito.

¿He vivido para que me lleven en un cesto como despojo de carnicería y me arrojen al Támesis? Bueno, si tienen que gastarme otra broma así, que me saquen los sesos, les pongan mantequilla y se los den a un perro como regalo de año nuevo. Los muy canallas me echaron al río con tan poco remordimiento como si hubieran ahogado los cachorros de una perra ciega, los quince de la camada. Y es fácil adivinar que, por mi corpulencia, tengo cierta rapidez para hundirme. Si el río hubiera sido tan hondo como el infierno, allá estaría. Me hubiera ahogado de no ser que allí el río es bajo y lleva poca agua. Es una muerte que detesto porque el agua hincha a las personas. ¿Y cómo habría quedado yo si me ahogan? Me habría convertido en una montaña de carne muerta. (pag. 84).

Hubiera quedado como una montaña de carne muerta. Claro, no estamos ante un doliente Romeo o a un paranoico Hamlet. estamos ante una de las figuras más cómicas del escenario inglés, me atrevería a decir que universal.

La señora Ford se impone a los dos galanes, el gordo amante y su celoso marido, para decidir con quien debe casarse su hija Meg, presa de un compromiso del padre para desposar al ridículo Doctor Caius. En la escena final, donde todo se aclara y cada oveja se queda con su pareja, Falstaff, en el sonoro canon de la ópera de Verdi, apoya que todo en el mundo es burla, pues el hombre ha nacido burlón, burlón, burlón.

Esta comedia es una de las más graciosas, especiales, humanas de Shakespeare y con este recuerdo de estas madres literarias enviaré un saludo a todas las mamás en su día.