/ lunes 20 de mayo de 2024

Artilugios / Salvador Dalí.

Cumpliría 120 años de aun existir. Dio un giro, no añadiré adjetivo, a la plástica universal. Se dio a la tarea de hacer una figura de sí mismo que al principio no le salió nada bien.

Después encontró a Gala que en realidad se llamaba Elena Ivanovna Diakonova y ella se dio perfectamente bien cuenta que era el novio, esposo, modelo que andaba buscando. García Lorca era gay y Buñuel un pobretón, de los tres, Gala, fría, calculadora como una Lilith viajando en Rolls Royce, conquistó a Dalí porque iba a ser rico y famoso. Salvador Dalí nació el 11 de mayo de 1924 y falleció en 1989. Como epitafio el comunicólogo Jacobo Zabludovsky dijo que, a la muerte de Gala, Dalí murió. Ese año, 1989, murió físicamente. La potencia de su cerebro nos dio las más extraordinarias obras de arte que ningún artista pudiera jamás hacer.

La imaginación era como un delirante tobogán, causando en el espectador expectativas delicuescentes para después lanzarnos hacia abajo, prensados nuestros tobillos con pesas demasiado fuertes como para deshacernos de su impulso hacia el inframundo. Cada obra del pintor catalán describe una pasión que, a medida que avanza en el tiempo, se vuelve más artificiosa. ¿Qué otros genios dedicaron su obra a las compañeras de su vida? Alejo Carpentier, por ejemplo. Vemos el nombre de Lilia en todas las dedicatorias de novelas y libros de cuentos. No de los ensayos sobre música o en ese pequeño poemario demasiado malo para genio tal. Volvamos a Dalí.

Dalí casi logra convencernos de ese amor soterrado de demonios que sintió por Gala. Recuerdo la pregunta de una alumna, Pero ¿su esposa es su musa? No supe qué responder en ese momento. Ahora, después de dedicar muchas de mis obras y vivir con ella, podría responder que sí. Aunque ya aquella chica no es mi alumna y Lorena seguirá siendo la que promueve estas letras. Volvamos a Dalí.

Manifestó una notable tendencia al narcisismo y la megalomanía, cuyo objetivo era atraer la atención pública. Dicha conducta irritaba a quienes apreciaban su arte y justificaba a sus críticos, quienes rechazaban sus conductas excéntricas como un reclamo publicitario ocasionalmente más llamativo que su producción artística. Es que eran los dos. Artista y reto. Reto a quien veía. Artista, Dalí siempre.

No dudaba en tener al entrevistador ahí detenido, viéndolo firmar litografía tras litografía sin dignarse a verlo, a responder sus preguntas. Otro menos hábil que Zabludovsky, otra vez, se habría marchado con la cola entre las piernas, pero como dice el refrán muy mexicano, pa’ los toros del jaral, los caballos de allá mesmo. Dalí se fue retrayendo de su antitética postura, dignándose a oír a su interlocutor y a responderle como se debe responder a los importunos. Con parsimonia y tolerante disposición.

Dalí no era fácil. Su territorio era el lienzo y su fortuna era que recurría a ese instante encarcelado en la mente del espectador para ofrecerle el tempo para salir de ella, de esa locuacidad del intelecto que se divierte mientras otros se aburren. Mira nada más, pareciera decirnos el catalán desde ese empíreo que se creó. No eres nada tonto… Crees entender la obra… Pero no la comprendes de ningún modo.

El pintor español logró extender su arte por todo el mundo, incluido México. Y es que el artista visitó solamente en una ocasión al país. Son mínimos los registros que se tienen de dicha visita, pero hay una frase que se le atribuye al pintor.

Se dice que Dalí quedó tan impresionado por su cultura y tradiciones, que fueron esos mismos los que provocaron que no quisiera regresar al país, De ninguna manera volveré a México; no soporto estar en un país más surrealista que mis pinturas, es la frase que se filtró y documentó sobre la opinión que Dalí tenía de México.

Al menos no se fue diciendo cosillas hirientes sobre nuestro país como aquel descuidado intérprete italiano, Tiziano Ferro, que llamó a las mexicanas bigotonas. Dalí lucía ese espléndido bigote que aquí en Villahermosa vimos en el labio del representante de la Alianza Francesa, Gerard de nombre el individuo que ahora tiene una librería en el centro de San Cristóbal llamada Chilam-Balam, donde vende libros a como enseñaba francés acá en Tabasco.

Pero hablábamos de bigotes.

Luce otro espléndido adorno en el labio superior, Ricardo de la Peña Marshal. Y no lo comparo con Dalí, claro que no. Aunque el pintor debió sentirse algo confundido si leyó las novelas de Agatha Christie donde aparecía ese exquisito detective, fan de su bigote, curvo y hacia los lados que adornaba la simetría de su rostro, Hércules Poirot. Menos boyante pero igualmente distintivo el de José Revueltas, el chivo, que lo ostentaba con una piocha que alargaba su rostro volviéndolo ídolo de aquella juventud sesentera que creyó en él por su acervo placer de gritarle, o escribirle cosas malosas al presidente de México. Volvamos a Dalí.

Festivo es el homenaje que la serie Merlí dedica al más famoso hijo de Cataluña, para más precisión, oriundo de Gerona. En ella, el episodio coloca a Merlí (el actor Francesc Orella) y a sus alumnos en un pic nic donde todos usan el bigote de Dalí así nomás, pegado al labio superior, pavoneándose, presumiendo el mostacho que era cuidado por Gala todos los días hasta la muerte del pintor.

Entonces Dalí se untaba aceite de dátil para dejarlo firme. ¿Cómo expresaría la escena un buen palindromista como Monterroso o nuestro amigo Numo Común que en el cielo esté? Quizá Dátil Dalí unta al mostacho y el mostacho se enhiesta piloso falo al tacto escurridizo, que solo Gala amansarlo pudo y solo ella consumar el sino… que no es palíndromo ni por si acaso. Volvamos a Dalí.

Dalí es ese referente del siglo XX que no puede faltar. Su obra acude a ese sueño que está dormido en nuestro subconsciente. Ahí descansa sin saber que un día, el pintor se asomó a nuestro interior y lo sacó cual mago con su arte delirante.

Por cierto, el grupo Mecano construyó un homenaje feliz donde da por sentado que todos conocemos la obra del pintor. Eungenio Salvador Dalí se llama la canción que, en la ronca voz de Ana Torroja, pasó a ser el más eficaz monumento a toda la obra. Por este track conoció mi generación al esposo de Gala, por la canción y la interpretación, por la letra, como todas las de José Ma. Cano, enrevesada, atrevida, rimada con la ferocidad de la nota, conocimos quién era este genio. Dice la letra, más o menos así.

Si te reencarnas en cosa

Hazlo en lápiz o en pincel

Y Gala de piel sedosa

Que lo haga en lienzo o en papel

Si te reencarnas en carne

Vuelve a reencarnarte en ti

Que andamos justos de genios

Eungenio Salvador Dalí

Hoy cumpliría 120 años el que puso de cabeza la cabeza, de pie los pies deshaciendo el tumulto parpadeo del espíritu. Descanse en paz, pues.

Cumpliría 120 años de aun existir. Dio un giro, no añadiré adjetivo, a la plástica universal. Se dio a la tarea de hacer una figura de sí mismo que al principio no le salió nada bien.

Después encontró a Gala que en realidad se llamaba Elena Ivanovna Diakonova y ella se dio perfectamente bien cuenta que era el novio, esposo, modelo que andaba buscando. García Lorca era gay y Buñuel un pobretón, de los tres, Gala, fría, calculadora como una Lilith viajando en Rolls Royce, conquistó a Dalí porque iba a ser rico y famoso. Salvador Dalí nació el 11 de mayo de 1924 y falleció en 1989. Como epitafio el comunicólogo Jacobo Zabludovsky dijo que, a la muerte de Gala, Dalí murió. Ese año, 1989, murió físicamente. La potencia de su cerebro nos dio las más extraordinarias obras de arte que ningún artista pudiera jamás hacer.

La imaginación era como un delirante tobogán, causando en el espectador expectativas delicuescentes para después lanzarnos hacia abajo, prensados nuestros tobillos con pesas demasiado fuertes como para deshacernos de su impulso hacia el inframundo. Cada obra del pintor catalán describe una pasión que, a medida que avanza en el tiempo, se vuelve más artificiosa. ¿Qué otros genios dedicaron su obra a las compañeras de su vida? Alejo Carpentier, por ejemplo. Vemos el nombre de Lilia en todas las dedicatorias de novelas y libros de cuentos. No de los ensayos sobre música o en ese pequeño poemario demasiado malo para genio tal. Volvamos a Dalí.

Dalí casi logra convencernos de ese amor soterrado de demonios que sintió por Gala. Recuerdo la pregunta de una alumna, Pero ¿su esposa es su musa? No supe qué responder en ese momento. Ahora, después de dedicar muchas de mis obras y vivir con ella, podría responder que sí. Aunque ya aquella chica no es mi alumna y Lorena seguirá siendo la que promueve estas letras. Volvamos a Dalí.

Manifestó una notable tendencia al narcisismo y la megalomanía, cuyo objetivo era atraer la atención pública. Dicha conducta irritaba a quienes apreciaban su arte y justificaba a sus críticos, quienes rechazaban sus conductas excéntricas como un reclamo publicitario ocasionalmente más llamativo que su producción artística. Es que eran los dos. Artista y reto. Reto a quien veía. Artista, Dalí siempre.

No dudaba en tener al entrevistador ahí detenido, viéndolo firmar litografía tras litografía sin dignarse a verlo, a responder sus preguntas. Otro menos hábil que Zabludovsky, otra vez, se habría marchado con la cola entre las piernas, pero como dice el refrán muy mexicano, pa’ los toros del jaral, los caballos de allá mesmo. Dalí se fue retrayendo de su antitética postura, dignándose a oír a su interlocutor y a responderle como se debe responder a los importunos. Con parsimonia y tolerante disposición.

Dalí no era fácil. Su territorio era el lienzo y su fortuna era que recurría a ese instante encarcelado en la mente del espectador para ofrecerle el tempo para salir de ella, de esa locuacidad del intelecto que se divierte mientras otros se aburren. Mira nada más, pareciera decirnos el catalán desde ese empíreo que se creó. No eres nada tonto… Crees entender la obra… Pero no la comprendes de ningún modo.

El pintor español logró extender su arte por todo el mundo, incluido México. Y es que el artista visitó solamente en una ocasión al país. Son mínimos los registros que se tienen de dicha visita, pero hay una frase que se le atribuye al pintor.

Se dice que Dalí quedó tan impresionado por su cultura y tradiciones, que fueron esos mismos los que provocaron que no quisiera regresar al país, De ninguna manera volveré a México; no soporto estar en un país más surrealista que mis pinturas, es la frase que se filtró y documentó sobre la opinión que Dalí tenía de México.

Al menos no se fue diciendo cosillas hirientes sobre nuestro país como aquel descuidado intérprete italiano, Tiziano Ferro, que llamó a las mexicanas bigotonas. Dalí lucía ese espléndido bigote que aquí en Villahermosa vimos en el labio del representante de la Alianza Francesa, Gerard de nombre el individuo que ahora tiene una librería en el centro de San Cristóbal llamada Chilam-Balam, donde vende libros a como enseñaba francés acá en Tabasco.

Pero hablábamos de bigotes.

Luce otro espléndido adorno en el labio superior, Ricardo de la Peña Marshal. Y no lo comparo con Dalí, claro que no. Aunque el pintor debió sentirse algo confundido si leyó las novelas de Agatha Christie donde aparecía ese exquisito detective, fan de su bigote, curvo y hacia los lados que adornaba la simetría de su rostro, Hércules Poirot. Menos boyante pero igualmente distintivo el de José Revueltas, el chivo, que lo ostentaba con una piocha que alargaba su rostro volviéndolo ídolo de aquella juventud sesentera que creyó en él por su acervo placer de gritarle, o escribirle cosas malosas al presidente de México. Volvamos a Dalí.

Festivo es el homenaje que la serie Merlí dedica al más famoso hijo de Cataluña, para más precisión, oriundo de Gerona. En ella, el episodio coloca a Merlí (el actor Francesc Orella) y a sus alumnos en un pic nic donde todos usan el bigote de Dalí así nomás, pegado al labio superior, pavoneándose, presumiendo el mostacho que era cuidado por Gala todos los días hasta la muerte del pintor.

Entonces Dalí se untaba aceite de dátil para dejarlo firme. ¿Cómo expresaría la escena un buen palindromista como Monterroso o nuestro amigo Numo Común que en el cielo esté? Quizá Dátil Dalí unta al mostacho y el mostacho se enhiesta piloso falo al tacto escurridizo, que solo Gala amansarlo pudo y solo ella consumar el sino… que no es palíndromo ni por si acaso. Volvamos a Dalí.

Dalí es ese referente del siglo XX que no puede faltar. Su obra acude a ese sueño que está dormido en nuestro subconsciente. Ahí descansa sin saber que un día, el pintor se asomó a nuestro interior y lo sacó cual mago con su arte delirante.

Por cierto, el grupo Mecano construyó un homenaje feliz donde da por sentado que todos conocemos la obra del pintor. Eungenio Salvador Dalí se llama la canción que, en la ronca voz de Ana Torroja, pasó a ser el más eficaz monumento a toda la obra. Por este track conoció mi generación al esposo de Gala, por la canción y la interpretación, por la letra, como todas las de José Ma. Cano, enrevesada, atrevida, rimada con la ferocidad de la nota, conocimos quién era este genio. Dice la letra, más o menos así.

Si te reencarnas en cosa

Hazlo en lápiz o en pincel

Y Gala de piel sedosa

Que lo haga en lienzo o en papel

Si te reencarnas en carne

Vuelve a reencarnarte en ti

Que andamos justos de genios

Eungenio Salvador Dalí

Hoy cumpliría 120 años el que puso de cabeza la cabeza, de pie los pies deshaciendo el tumulto parpadeo del espíritu. Descanse en paz, pues.