/ miércoles 6 de enero de 2021

La Lola: la narcorreina tabasqueña que no conoció el miedo

Su personalidad intrépida forjada entre plata y pólvora, hizo que su nombre fuera símbolo de respeto y admiración entre los más peligrosos mafiosos del sureste

“Mis amigos me llaman La Lola”

La historia de su paso por el cavernoso mundo del hampa en el sureste mexicano es digna del mejor de los narcocorridos.

Síguenos en Facebook: @elheraldodetab y en Twitter: @heraldodetab

Y cómo no, si tiene todos los ingredientes: acción trepidante a fuerza de plata y pólvora; contrabando, traiciones y hasta un romance tras las rejas.

Su nombre: Dolores Díaz Beltrán.

Un nombre seguido de dos apellidos de sanguinario abolengo que provocaba suspicacia, lo mismo entre mafiosos que entre policías, durante sus inicios en el bajo mundo.

¿Díaz, como el Comandante Mateo Díaz López, originario de Cunduacán, mejor conocido como Zeta 10? ¿Beltrán, como los famosos hermanos Beltrán Leyva del Cártel de Sinaloa? ¿Quién era esta mujer, mejor bragada y más entrona que muchos hombres que se pasean por ahí usando pantalones, muchas veces sin merecerlos?

Como toda Narco Reina que se precie, su meteórica leyenda estuvo rodeada de otros apelativos con los que también se le conoció; “Alicia Camino Matías”, o también; “La Licha”.

Así le llamaban los miembros de menor jerarquía del personal de la plaza a su cargo, e incluso algunos de los policías que le seguían los pasos desde el atentado que casi le cuesta la vida al General Francisco Fernández Solís, en Villahermosa.

Pero sus verdaderos amigos y cómplices, esos que probaron a su lado la adrenalina, el poder y la derrota, le llamaban simplemente “La Lola”.

*

Se cuenta que fue “La Lola” y no otra, la mujer que entorpeció el tráfico de la avenida Ruiz Cortines para facilitar la huida de los sicarios que atentaron contra la vida del general, según las declaraciones asentadas en la causa penal 53/2007-IV.

En el reporte se consigna que la mujer fuerte de los Zetas era la encargada del trasiego de droga en la zona de Los Ríos. Con el correr de apenas un puñado de años, "Doña Lola", se ganó el respeto y el liderazgo de la organización criminal.

Pero no todo para ella siempre fue miel sobre hojuelas.

El 31 de agosto del 2004, "La Lola" fue detenida en posesión de 31 grapas de cocaína en la avenida Gregorio Méndez de la colonia Atasta. Pasó poco tiempo en el área femenil del CRESET de Villahermosa, y cuando salió de "la escuelita" pasó de ser de una distribuidora de drogas en pequeño a la mandamás de la cocaína en la plaza.

Quienes la conocieron en ese periodo de su vida señalan que era una mujer "seria en sus cosas", "organizada", "aferrada" y hasta "carismática".

Tal vez por eso, de acuerdo con la averiguación previa abierta en su contra por la entonces Procuraduría, ella fue la encargada de la logística de los aterrizajes de avionetas y trasiego de enervantes en la zona de Los Ríos, así como en Chiapas y parte de Campeche.

Se cuenta que durante su estancia en el CRESET de Villahermosa se enamoró de Ricardo Martínez González (a) “El Loco”, quien tras cumplir su condena por su coparticipación en la muerte del hijo del licenciado Humberto Villegas, causó alta entre las filas grupo armado de Los Zetas, en el municipio de Emiliano Zapata.

Ahí, "La Lola" y "El Loco" se conocieron e iniciaron una relación.

*

Bastan un par de escenas para abocetar el final de la trama en que la enigmática reina del narco y su pareja cayeron en manos de la Policía.

El 10 de marzo de 2008, un simple incidente de tránsito ocurrido en la cabecera municipal de Emiliano Zapata, se convirtió en un evento que requirió la presencia del Ejército mexicano, personal de la Policía Federal y prácticamente todo el personal disponible de Seguridad Pública Municipal.

Al choque de una camioneta contra un humilde pochimóvil tuvo que acudir el director de Tránsito municipal. «Hay un sujeto aquí, que dice que es de los Zetas y no quiere pagar los daños. Además hay tres lesionados. No lo podemos dejar ir», le dijeron por radio sus agentes al teniente retirado Mario Rodríguez Alonso, y por eso enfiló en su patrulla hacia la colonia El Cerrito.

En el cruce de las calles Morelos y Agrarista, el conductor de una lujosa camioneta se burlaba de los agentes que pretendían detenerlo. Cuando intentó intervenir, el sujeto lo amenazó de muerte asegurando de que pertenencia a los Zetas.

Precavido y por si las moscas, el teniente retirado dio parte a las autoridades federales. La «máquina del tiempo» de la policía (el nombre en clave usado para verificar los antecedentes penales de personas y vehículos) hizo su trabajo e identificó a Ricardo Martínez González con el alias de “El Loco”.

Fue trasladado de inmediato a la dirección de Seguridad Pública. Por precaución, las instalaciones fueron rodeadas por los elementos del Ejército Mexicano utilizando una tanqueta y un vehículo Hummer, pues se temía un rescate a sangre y fuego.

Finalmente, la Policía Federal dio cuenta de él.

«¡Te vas a morir, perro!» volvió a amenazarlo antes de que lo subieran a la patrulla.

La amenaza de "El Loco" la cumplió "La Lola" en el mes de julio del 2008, cuando un comando armado irrumpió en las oficinas del funcionario para llevárselo.

Su cuerpo fue hallado dos días más tarde en una comunidad limítrofe de Tabasco con Palenque, Chiapas.

En la averiguación previa consta que ese 29 de agosto del 2009, Dolores Díaz Beltrán y dos personas más acudieron de visita al CRESET de Villahermosa para sostener un encuentro con el peligroso delincuente Arturo García alias “La Totola”, en el área de Máxima seguridad.

Los vínculos de "La Lola" con varios convictos tras su periodo de reclusión, en el que incluso conoció a su entonces pareja, Ricardo Martínez González (a) “El Loco”, eran fuertes.

La mujer era popular entre los reclusos por su generosidad. Aquel día, de acuerdo con los celadores y "morraleros" (reclusos que ayudan en ciertas labores a los vigilantes del área de visitas), repartió almuerzos, bermudas, chanclas, gorras y playeras.

Pese a lo que las crónicas policíacas consignaron por aquellos días, la narco reina tabasqueña no fue "identificada por elementos de inteligencia" dentro del CRESET; a los integrantes del Cártel del Golfo ya les tenían puesta "cola" desde hace tiempo.

Así lo demuestra el hecho de que, tras la reunión en el penal villahermosino, a la misteriosa camioneta Tahoe con placas de circulación WPM-2007 del estado que pasó a recoger a "La Lola", ya la estaban siguiendo desde el fraccionamiento Lagunas.

La unidad circuló en las inmediaciones de la plaza comercial Las Américas, y posteriormente en la esquina de Ramón Mendoza y Paseo de las Flores.

Justo a las 17:10 horas, a través de la frecuencia de la Policía, fue radiada la primera alerta; "están fuertemente armados y son de los Zetas", advirtieron.

Consiguieron evadirse momentáneamente en calles de la colonia El Recreo, hasta salir a la avenida Universidad, para luego enfilar por Ruíz Cortines, entre frenazos, arrancones y volantazos a toda velocidad.

En breve, el aire se llenaría con el olor a pólvora y caucho de llantas quemadas, pues La Lola y sus secuaces no iban a vender barata su libertad.

Agentes ministeriales intentaron cerrarles el paso en el Puente de los Monos cuando intentaban ganar la salida a Cárdenas, pero fueron recibidos a balazos de cuerno de chivo y AR-15.

Usando una granada de fragmentación que estalló a pocos metros de la patrulla, lesionando a un policía, los delincuentes que tripulaban la camioneta donde viajaba "La Lola" trataron de huir metiéndose en sentido contrario a la circulación.

Su escapatoria terminó frente a unos talleres, donde colisionaron contra una camioneta particular. Llegaron más patrullas para superar el poder de fuego de los integrantes del cártel.

Ahí se desató un tiroteo en el que un sicario fue acribillado abordo de la Tahoe, cuyo interior se convirtió en un caos de vidrios, plástico roto, armas, pedazos de carne y sangre.

Dolores Díaz Beltrán alias “La Lola” también estaba en el interior de la camioneta, aunque había corrido mejor suerte que su compañero; sólo tenía dos impactos de bala no mortales.

Otro de los sicarios, Julio Cesar Pomperosa, escaló el techo de una tienda Extra. Defendió a tiros su posición hasta que se le acabó el parque y se entregó.

Lo que los agentes encontraron en la camioneta luego del tiroteo los hizo pensar en la suerte que habían tenido de salir heridos o de plano muertos.

El arsenal de "La Lola" y sus secuaces incluía cinco rifles de asalto AR-15; una pistola Glock .9 milímetros, casi veinte cargadores AR-15 y cuerno de chivo, treinta y dos cargadores calibre .9 mm abastecidos, mil cartuchos útiles y hasta dos granadas de fragmentación tipo militar.

Tras asegurarla, uno de los policías le preguntó a Dolores Díaz Beltrán cuál era su nombre y su alias. Dicen los que lo vieron que la mujer, respirando dificultosamente a causa de sus heridas, se identificó como Alicia Camino Matías alias “La Licha”.

"Pero mis amigos me llaman La Lola", añadió.

“Mis amigos me llaman La Lola”

La historia de su paso por el cavernoso mundo del hampa en el sureste mexicano es digna del mejor de los narcocorridos.

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Y cómo no, si tiene todos los ingredientes: acción trepidante a fuerza de plata y pólvora; contrabando, traiciones y hasta un romance tras las rejas.

Su nombre: Dolores Díaz Beltrán.

Un nombre seguido de dos apellidos de sanguinario abolengo que provocaba suspicacia, lo mismo entre mafiosos que entre policías, durante sus inicios en el bajo mundo.

¿Díaz, como el Comandante Mateo Díaz López, originario de Cunduacán, mejor conocido como Zeta 10? ¿Beltrán, como los famosos hermanos Beltrán Leyva del Cártel de Sinaloa? ¿Quién era esta mujer, mejor bragada y más entrona que muchos hombres que se pasean por ahí usando pantalones, muchas veces sin merecerlos?

Como toda Narco Reina que se precie, su meteórica leyenda estuvo rodeada de otros apelativos con los que también se le conoció; “Alicia Camino Matías”, o también; “La Licha”.

Así le llamaban los miembros de menor jerarquía del personal de la plaza a su cargo, e incluso algunos de los policías que le seguían los pasos desde el atentado que casi le cuesta la vida al General Francisco Fernández Solís, en Villahermosa.

Pero sus verdaderos amigos y cómplices, esos que probaron a su lado la adrenalina, el poder y la derrota, le llamaban simplemente “La Lola”.

*

Se cuenta que fue “La Lola” y no otra, la mujer que entorpeció el tráfico de la avenida Ruiz Cortines para facilitar la huida de los sicarios que atentaron contra la vida del general, según las declaraciones asentadas en la causa penal 53/2007-IV.

En el reporte se consigna que la mujer fuerte de los Zetas era la encargada del trasiego de droga en la zona de Los Ríos. Con el correr de apenas un puñado de años, "Doña Lola", se ganó el respeto y el liderazgo de la organización criminal.

Pero no todo para ella siempre fue miel sobre hojuelas.

El 31 de agosto del 2004, "La Lola" fue detenida en posesión de 31 grapas de cocaína en la avenida Gregorio Méndez de la colonia Atasta. Pasó poco tiempo en el área femenil del CRESET de Villahermosa, y cuando salió de "la escuelita" pasó de ser de una distribuidora de drogas en pequeño a la mandamás de la cocaína en la plaza.

Quienes la conocieron en ese periodo de su vida señalan que era una mujer "seria en sus cosas", "organizada", "aferrada" y hasta "carismática".

Tal vez por eso, de acuerdo con la averiguación previa abierta en su contra por la entonces Procuraduría, ella fue la encargada de la logística de los aterrizajes de avionetas y trasiego de enervantes en la zona de Los Ríos, así como en Chiapas y parte de Campeche.

Se cuenta que durante su estancia en el CRESET de Villahermosa se enamoró de Ricardo Martínez González (a) “El Loco”, quien tras cumplir su condena por su coparticipación en la muerte del hijo del licenciado Humberto Villegas, causó alta entre las filas grupo armado de Los Zetas, en el municipio de Emiliano Zapata.

Ahí, "La Lola" y "El Loco" se conocieron e iniciaron una relación.

*

Bastan un par de escenas para abocetar el final de la trama en que la enigmática reina del narco y su pareja cayeron en manos de la Policía.

El 10 de marzo de 2008, un simple incidente de tránsito ocurrido en la cabecera municipal de Emiliano Zapata, se convirtió en un evento que requirió la presencia del Ejército mexicano, personal de la Policía Federal y prácticamente todo el personal disponible de Seguridad Pública Municipal.

Al choque de una camioneta contra un humilde pochimóvil tuvo que acudir el director de Tránsito municipal. «Hay un sujeto aquí, que dice que es de los Zetas y no quiere pagar los daños. Además hay tres lesionados. No lo podemos dejar ir», le dijeron por radio sus agentes al teniente retirado Mario Rodríguez Alonso, y por eso enfiló en su patrulla hacia la colonia El Cerrito.

En el cruce de las calles Morelos y Agrarista, el conductor de una lujosa camioneta se burlaba de los agentes que pretendían detenerlo. Cuando intentó intervenir, el sujeto lo amenazó de muerte asegurando de que pertenencia a los Zetas.

Precavido y por si las moscas, el teniente retirado dio parte a las autoridades federales. La «máquina del tiempo» de la policía (el nombre en clave usado para verificar los antecedentes penales de personas y vehículos) hizo su trabajo e identificó a Ricardo Martínez González con el alias de “El Loco”.

Fue trasladado de inmediato a la dirección de Seguridad Pública. Por precaución, las instalaciones fueron rodeadas por los elementos del Ejército Mexicano utilizando una tanqueta y un vehículo Hummer, pues se temía un rescate a sangre y fuego.

Finalmente, la Policía Federal dio cuenta de él.

«¡Te vas a morir, perro!» volvió a amenazarlo antes de que lo subieran a la patrulla.

La amenaza de "El Loco" la cumplió "La Lola" en el mes de julio del 2008, cuando un comando armado irrumpió en las oficinas del funcionario para llevárselo.

Su cuerpo fue hallado dos días más tarde en una comunidad limítrofe de Tabasco con Palenque, Chiapas.

En la averiguación previa consta que ese 29 de agosto del 2009, Dolores Díaz Beltrán y dos personas más acudieron de visita al CRESET de Villahermosa para sostener un encuentro con el peligroso delincuente Arturo García alias “La Totola”, en el área de Máxima seguridad.

Los vínculos de "La Lola" con varios convictos tras su periodo de reclusión, en el que incluso conoció a su entonces pareja, Ricardo Martínez González (a) “El Loco”, eran fuertes.

La mujer era popular entre los reclusos por su generosidad. Aquel día, de acuerdo con los celadores y "morraleros" (reclusos que ayudan en ciertas labores a los vigilantes del área de visitas), repartió almuerzos, bermudas, chanclas, gorras y playeras.

Pese a lo que las crónicas policíacas consignaron por aquellos días, la narco reina tabasqueña no fue "identificada por elementos de inteligencia" dentro del CRESET; a los integrantes del Cártel del Golfo ya les tenían puesta "cola" desde hace tiempo.

Así lo demuestra el hecho de que, tras la reunión en el penal villahermosino, a la misteriosa camioneta Tahoe con placas de circulación WPM-2007 del estado que pasó a recoger a "La Lola", ya la estaban siguiendo desde el fraccionamiento Lagunas.

La unidad circuló en las inmediaciones de la plaza comercial Las Américas, y posteriormente en la esquina de Ramón Mendoza y Paseo de las Flores.

Justo a las 17:10 horas, a través de la frecuencia de la Policía, fue radiada la primera alerta; "están fuertemente armados y son de los Zetas", advirtieron.

Consiguieron evadirse momentáneamente en calles de la colonia El Recreo, hasta salir a la avenida Universidad, para luego enfilar por Ruíz Cortines, entre frenazos, arrancones y volantazos a toda velocidad.

En breve, el aire se llenaría con el olor a pólvora y caucho de llantas quemadas, pues La Lola y sus secuaces no iban a vender barata su libertad.

Agentes ministeriales intentaron cerrarles el paso en el Puente de los Monos cuando intentaban ganar la salida a Cárdenas, pero fueron recibidos a balazos de cuerno de chivo y AR-15.

Usando una granada de fragmentación que estalló a pocos metros de la patrulla, lesionando a un policía, los delincuentes que tripulaban la camioneta donde viajaba "La Lola" trataron de huir metiéndose en sentido contrario a la circulación.

Su escapatoria terminó frente a unos talleres, donde colisionaron contra una camioneta particular. Llegaron más patrullas para superar el poder de fuego de los integrantes del cártel.

Ahí se desató un tiroteo en el que un sicario fue acribillado abordo de la Tahoe, cuyo interior se convirtió en un caos de vidrios, plástico roto, armas, pedazos de carne y sangre.

Dolores Díaz Beltrán alias “La Lola” también estaba en el interior de la camioneta, aunque había corrido mejor suerte que su compañero; sólo tenía dos impactos de bala no mortales.

Otro de los sicarios, Julio Cesar Pomperosa, escaló el techo de una tienda Extra. Defendió a tiros su posición hasta que se le acabó el parque y se entregó.

Lo que los agentes encontraron en la camioneta luego del tiroteo los hizo pensar en la suerte que habían tenido de salir heridos o de plano muertos.

El arsenal de "La Lola" y sus secuaces incluía cinco rifles de asalto AR-15; una pistola Glock .9 milímetros, casi veinte cargadores AR-15 y cuerno de chivo, treinta y dos cargadores calibre .9 mm abastecidos, mil cartuchos útiles y hasta dos granadas de fragmentación tipo militar.

Tras asegurarla, uno de los policías le preguntó a Dolores Díaz Beltrán cuál era su nombre y su alias. Dicen los que lo vieron que la mujer, respirando dificultosamente a causa de sus heridas, se identificó como Alicia Camino Matías alias “La Licha”.

"Pero mis amigos me llaman La Lola", añadió.

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