Eran alrededor de las 6:30 de la mañana del 15 de noviembre de 2006. En las inmediaciones del rancho “Los Cuates”, ubicado en la comunidad de El Desecho, a tres kilómetros de la cabecera municipal de Huimanguillo, la mañana transcurría en aparente calma.
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El entonces presidente municipal de la demarcación, Walter Herrera Ramírez y uno de sus ayudantes, arribaban al rancho en una camioneta. El empleado de Herrera entró a la propiedad llevando una caja con documentos, mientras el exedil aguardaba.
En ese momento, cinco sujetos vestidos con pantalón café, camisa beige y chalecos antibala, muy al estilo de los agentes de valores, descendieron una camioneta Durango color azul, sin placas, y sin mediar palabra, abrieron fuego contra Walter.
Lo acribillaron con rifles de asalto AR15 cuando pretendía descender de la unidad. Le dispararon en 60 ocasiones, haciendo fuego en su cuerpo en 26 ocasiones, además de recibir el tiro de gracia en la frente. Una vez cumplido su cometido, los sicarios huyeron.
Walter Herrera fue ejecutado al puro estilo de las venganzas del narco, tan comunes en el Tabasco de ese año. Y aunque hubo personajes que consideraron que el crimen tenía tintes políticos, lo cierto es que había otro trasfondo.
Proteger a su exjefe policiaco fue su sentencia de muerte
Herrera Ramírez había estado involucrado un año atrás en un ajuste de cuentas entre narcotraficantes, ya que en septiembre de 2005, evitó que agentes federales aprehendieran a quien fuera director de Seguridad Pública de Huimanguillo, Anicacio Pérez Malpica, quien fue señalado como autor material del homicidio de seis miembros del Cártel del Milenio, ocurrido el 22 de enero de ese mismo año en el municipio de Ostuacán, del estado de Chiapas.
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Entre los fallecidos había dos familiares del jefe de la célula criminal, Armando Valencia González, encarcelado en un pelan de máxima seguridad en el estado de Jalisco. Indagatorias efectuadas por la Fiscalía General de Chiapas en coordinación con la Agencia Federal de Investigación (AFI), determinaron que el responsable de los crímenes de los narcotraficantes había sido el jefe policiaco huimanguillense, ante lo cual abandonó el cargo.
Ante esto, la SIEDO intentó aprehender a Pérez Malpica en el lienzo charro de Huimanguillo, pero Walter Herrera intervino para evitar que fuera detenido, por lo que el Ministerio Público federal le inició una averiguación previa, pues rescató a su jefe policiaco cuando ya estaba en poder de los agentes.
Una semana después, nuevamente agentes de la subprocuraduría apoyados por militares catearon el palacio municipal de aquella demarcación para detener a Pérez Malpica, y un día después, Herrera mantuvo la defensa de su jefe policiaco argumentando que estaba de vacaciones, y que no se encontraba huyendo.
Para el 12 de septiembre, efectivos de la AFI catearon el domicilio de Walter Herrera en busca de Pérez Malpica, lo que provocó la inconformidad del alcalde, quien negó que estuviera protegiendo a su ex colaborador.
La declaración de “El Orejón”
Seis años después, en octubre de 2012, saldría a relucir una confesión que confirmaba los motivos de la ejecución de Walter Herrera.
Erick Cárdenas Guizar, alias “El Orejón”, confesó que la ejecución del edil perredista ocurrió a manos de Los Zetas, por órdenes de Carlos Guizar Valencia, alias “El Z-43”, en venganza por haber protegido a su secretario de Seguridad Pública, Anicacio Pérez Malpica, responsable de asesinar a uno de los hermanos Guizar.
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“Carlos Guizar Valencia, con apoyo de Los Zetas, ordenó a Elías Nieto Meléndez, “El Maya”… y a Norberto Jiménez Martínez, “El Peje”, para que junto con su estaca, asesinaran a Walter Herrera Ramírez por haber protegido a Anicacio Pérez Malpica, quien mató a Antonio Guizar Valencia, hermano de “El Charly”, también mi primo”, declaró “El Orejón” tras su detención en el vecino estado de Veracruz.