/ viernes 19 de febrero de 2021

Mujer de Villahermosa asegura que vio el fin del mundo

Bolas de fuego impactaban sobre la gente y las casas, todos corrían pero era inútil; las llamas consumieron todo lo viviente


Bolas de fuego incandescentes caían del cielo sobre el pavimento y la gente, que trataba de protegerse de la lluvia de fuego… La persona que nos comparte la historia es el nieto de una mujer de Villahermosa. Ésta aseguró que su abuela paterna, que ya murió, vio el fin del mundo. El nombre me lo reservo.

La mujer, como mencioné antes nació en Villahermosa. Entre todo lo que compartió este joven comentó que su abuela había traído un don, otorgado por un ser supremo. Pero se lo guardó para ella, porque tuvo temor en darlo a conocer; aseguraba que las personas que traen facultades extraordinarias, y lo comparten con el mundo, por lo regular llevan una vida de sufrimiento.

Normalmente, el don otorgado es para ayudar, ya sea a través de curar por el simple contacto con las manos, la palabra o viendo el futuro y advirtiendo del peligro a la humanidad; pero ella, al no ejercerlo le había traído una vida de pobreza, al parecer, era un castigo por desobedecer un mandato divino.

Gran parte de su existencia transcurrió entre sufrimientos desde niña, y pese a que se casó, tuvo hijos y nietos sabía que no era como los demás, ya que de pronto se le presentaban visiones o sueños, así los llamaba. Fue en uno de estos momentos de éxtasis, que ella tuvo una revelación; ante su vista, se mostraban imágenes de un cielo con dos soles que se acercaban uno al otro; las personas, testigos del suceso lloraban, se persignaban o abrazaban entre sí; las calles y casas estaban agrietadas, y claramente escuchó estridentes maullidos de gatos y aullidos de perros, además vio aves muertas sobre el pavimento.

En medio de esta visión, un ser de túnica blanca y cabeza alargada con rasgos humanos, se dirigió a ella, le comentó que sería testigo de lo ahí mostrado. Tras decirle esto, desapareció. Entonces, se escuchó un ruido ensordecedor y los dos soles chocaron; se produjo una gran luminosidad que se convirtió en olas doradas en el cielo; al terminar el resplandor, bolas de fuego aparecieron en el firmamento y poco a poco comenzaron a caer sobre las calles.

Las personas gritaban horrorizadas, trataban de protegerse de la lluvia de fuego, pero era imposible escapar; cuerpos en llamas empezaron a correr a lo largo de las calles, los alaridos de dolor por el fuego quemando la piel era lo único que se escuchaba, el olor a carne humana carbonizada inundaba el ambiente; cúmulos de color negro humeante estaban en el piso, de ellos salían ríos de sangre, nadie se había salvado: mujer, hombre, animal… todo lo viviente había perecido.

Hasta donde le daba la vista a la mujer, el fuego abrazaba y devoraba todo; algo que le llamó la atención es que las llamas consumían las casas de material como si fueran simple papel, en cuestión de minutos quedaban hechas cenizas. Las rocas al incrustarse entre el pavimento se incendiaban más, creando mares amarillentos chispeantes de gran calor. Esto duró por mucho tiempo, aunque la mujer lo que experimentaba era una visión, sabía que esta catástrofe iba durar mucho tiempo.

Las bolas de fuego pronto dejaron de caer, como si alguien ordenara que todo esto cesara. Tras acabar la lluvia incandescente, sólo quedaron montones de ceniza mal olientes y la superficie teñida de rojo, es en esta parte de esta visión que volvió aparecer el ser de túnica blanca; detrás de él cientos de parejas, formadas por una niña y un niño, enseguida la entidad se dirigió a ella y le dijo que todos los infantes, que le acompañaban, eran los escogidos para repoblar el mundo, pero en tono de advertencia, agregó que era la última oportunidad para la humanidad; la que veía todo esto, se dio cuenta que había regresado a su etapa de niñez. Así finaliza esta visión.

El muchacho comenta que su abuela le dijo que esto sucedería en otra vida; aseguraba que su alma regresaría a la Tierra, pero en otro cuerpo, también que conforme se acercara este día, la humanidad se haría más cruel contra los seres más indefensos y que enfermedades surgirían de la nada, ocasionando una gran cantidad de muertes.

Respecto al fin de la humanidad, los egipcios del mundo antiguo aseguraban que la civilización había sido destruida muchas veces y lo será muchas otras más, por su parte Michel de Notre-Dame, más conocido como Nostradamus en una de sus cuartetas escribe que del cielo vendrá el gran rey del Terror, y por su parte Baba Vanga señala que en el año 2341, algo terrible llegará a la Tierra desde del espacio.


Bolas de fuego incandescentes caían del cielo sobre el pavimento y la gente, que trataba de protegerse de la lluvia de fuego… La persona que nos comparte la historia es el nieto de una mujer de Villahermosa. Ésta aseguró que su abuela paterna, que ya murió, vio el fin del mundo. El nombre me lo reservo.

La mujer, como mencioné antes nació en Villahermosa. Entre todo lo que compartió este joven comentó que su abuela había traído un don, otorgado por un ser supremo. Pero se lo guardó para ella, porque tuvo temor en darlo a conocer; aseguraba que las personas que traen facultades extraordinarias, y lo comparten con el mundo, por lo regular llevan una vida de sufrimiento.

Normalmente, el don otorgado es para ayudar, ya sea a través de curar por el simple contacto con las manos, la palabra o viendo el futuro y advirtiendo del peligro a la humanidad; pero ella, al no ejercerlo le había traído una vida de pobreza, al parecer, era un castigo por desobedecer un mandato divino.

Gran parte de su existencia transcurrió entre sufrimientos desde niña, y pese a que se casó, tuvo hijos y nietos sabía que no era como los demás, ya que de pronto se le presentaban visiones o sueños, así los llamaba. Fue en uno de estos momentos de éxtasis, que ella tuvo una revelación; ante su vista, se mostraban imágenes de un cielo con dos soles que se acercaban uno al otro; las personas, testigos del suceso lloraban, se persignaban o abrazaban entre sí; las calles y casas estaban agrietadas, y claramente escuchó estridentes maullidos de gatos y aullidos de perros, además vio aves muertas sobre el pavimento.

En medio de esta visión, un ser de túnica blanca y cabeza alargada con rasgos humanos, se dirigió a ella, le comentó que sería testigo de lo ahí mostrado. Tras decirle esto, desapareció. Entonces, se escuchó un ruido ensordecedor y los dos soles chocaron; se produjo una gran luminosidad que se convirtió en olas doradas en el cielo; al terminar el resplandor, bolas de fuego aparecieron en el firmamento y poco a poco comenzaron a caer sobre las calles.

Las personas gritaban horrorizadas, trataban de protegerse de la lluvia de fuego, pero era imposible escapar; cuerpos en llamas empezaron a correr a lo largo de las calles, los alaridos de dolor por el fuego quemando la piel era lo único que se escuchaba, el olor a carne humana carbonizada inundaba el ambiente; cúmulos de color negro humeante estaban en el piso, de ellos salían ríos de sangre, nadie se había salvado: mujer, hombre, animal… todo lo viviente había perecido.

Hasta donde le daba la vista a la mujer, el fuego abrazaba y devoraba todo; algo que le llamó la atención es que las llamas consumían las casas de material como si fueran simple papel, en cuestión de minutos quedaban hechas cenizas. Las rocas al incrustarse entre el pavimento se incendiaban más, creando mares amarillentos chispeantes de gran calor. Esto duró por mucho tiempo, aunque la mujer lo que experimentaba era una visión, sabía que esta catástrofe iba durar mucho tiempo.

Las bolas de fuego pronto dejaron de caer, como si alguien ordenara que todo esto cesara. Tras acabar la lluvia incandescente, sólo quedaron montones de ceniza mal olientes y la superficie teñida de rojo, es en esta parte de esta visión que volvió aparecer el ser de túnica blanca; detrás de él cientos de parejas, formadas por una niña y un niño, enseguida la entidad se dirigió a ella y le dijo que todos los infantes, que le acompañaban, eran los escogidos para repoblar el mundo, pero en tono de advertencia, agregó que era la última oportunidad para la humanidad; la que veía todo esto, se dio cuenta que había regresado a su etapa de niñez. Así finaliza esta visión.

El muchacho comenta que su abuela le dijo que esto sucedería en otra vida; aseguraba que su alma regresaría a la Tierra, pero en otro cuerpo, también que conforme se acercara este día, la humanidad se haría más cruel contra los seres más indefensos y que enfermedades surgirían de la nada, ocasionando una gran cantidad de muertes.

Respecto al fin de la humanidad, los egipcios del mundo antiguo aseguraban que la civilización había sido destruida muchas veces y lo será muchas otras más, por su parte Michel de Notre-Dame, más conocido como Nostradamus en una de sus cuartetas escribe que del cielo vendrá el gran rey del Terror, y por su parte Baba Vanga señala que en el año 2341, algo terrible llegará a la Tierra desde del espacio.

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