Como otros tabasqueños que en estas fechas cercanas al 2 de noviembre recuerdan a sus seres queridos, Wilbert Baeza hace los propio, en su caso es su padre, y este día acudió a darle una arregladita a la tumba, quien mencionó en entrevista a esta casa editorial: “pues lo extrañamos porque ya no lo tenemos”.
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A escasos días de que se celebre el Día de los Fieles Difuntos, muchos tabasqueños expresan su duelo por la pérdida de un ser querido de diferente manera.
Así, mientras algunos se preparan para colocar altares para recibir el 2 de noviembre, otros realizan ampliaciones a sus fotografías o mandan a hacer para recordarlos, otros acuden a los cementerios a dar mantenimiento o una “manita de gato” a lo que serán sus nuevas y eternas moradas.
Esto a pesar de las restricciones que se han anunciado en algunos cementerios municipales debido a la emergencia sanitaria por Covid-19, que por segundo año consecutivo impedirá a miles de familias tabasqueñas visitar las tumbas de sus seres queridos.
Tal es el caso del antes mencionado, quien armado con escoba, pala, cuchara y algunas brochas realiza acciones de limpieza, pintura y acondicionamiento de una tumba ubicada en el Panteón de Sabina. Ahí descansa su padre, José del Carmen Baeza, quien falleció apenas el año pasado.
“El era trabajador jubilado, tenía 88 años y tuvo un detalle de un problema de una enfermedad crónica, no fue por Covid”, señala Wilbert, quien es operador de transporte público y tomó su día de descanso para realizar los arreglos a la tumba de su progenitor.
Confiesa que aun desconoce si sus familiares van a poder visitar esa morada el próximo 2 de noviembre, pero decidió adelantarse mientras son peras o manzanas. Mientras con una cuchara retira la pintura vieja, comenta que la pérdida de un familiar es algo difícil, pero se puede superar con la ayuda de la familia, y sobre todo no dejar de pensar en lo que la persona que falleció quería de su familia.
“Pues lo extrañamos porque ya no lo tenemos, pero hay que seguir adelante y pensar en el legado que dejó a sus hijos. A sus 88 años, don José del Carmen más que una herencia económica, dejó una gran familia formada por 6 hijos.
“Sus consejos es el mejor ejemplo que nos queda”, expresa mientras empieza a deslizar la brocha por la losa que cubre los restos de su papá. Cabe señalar que don José del Carmen, como muchas otras personas, fue previsor, ya que adquirió el lote 32 en ese cementerio años antes de su fallecimiento. Algo que con las nuevas disposiciones de las autoridades municipales es prácticamente imposible hacer.
“En realidad el espacio no estaba tan mal, ya tenía su pintura, pero ahorita le estamos dando mantenimiento porque sí tiene sus detallitos, estaba un poco manchado”, comenta. Además, las constantes lluvias que se hacen presentes todo el año salpican las bóvedas de este y otros cementerios municipales.
“Lamentablemente se llena de lodo, y se empoza en algunas partes, pero ya nos toca a los familiares cuidar el espacio donde descansarán nuestros seres queridos”, manifiesta antes de retirarse a su domicilio, en la popular colonia Tamulté.