Las lluvias ya llegaron y con ellas la temporada de mosquitos, que además de representar un riesgo de enfermedades como el dengue y el paludismo, representan una severa molestia para las personas.
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Aunque la población tabasqueña, por estar rodeada de agua y zonas pantanosas, en cierto modo ha convivido toda su vida contra este y otro tipo de insectos, no deja de ser un problema al que se enfrentan diariamente.
Por ello, para contrarrestarlo, la gente tanto de las zonas urbanas como las rurales, se ven obligadas a realizar un sinnúmero de prácticas, algunas de ellas poco convencionales y que incluso podrían representar una afectación a su salud o a su entorno.
Desde el uso de repelentes naturales o industrializados, hasta quemar basura o maleza, estas prácticas datan de muchas décadas, por lo que, independientemente de las acciones que emprendan las autoridades como las campañas de fumigación y descacharrización esto se realiza para combatir las plagas de mosquitos y otros insectos.
Generalmente las amas de casa incluyen entre sus compras quincenales productos como repelentes, en diversas presentaciones y tipos, como líquidos, pomadas, en gel y espirales de diversas marcas.
Sin embargo, en algunas comunidades rurales inclusive se siguen con prácticas más añejas, como el quemar conos de huevo y cáscaras de coco, que aunque ocasionan molestias en los ojos y en las vías respiratorias, también son efectivos para ahuyentar a las nubes de moscos.
Eso sin olvidar el uso de mosquiteros para proteger puertas y ventanas, además del uso de algunas plantas que son repelentes naturales como la Citronela, Lavanda, Romero y la albahaca.
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De cualquier forma, los tabasqueños buscan alejar de sus viviendas y patios a los transmisores del dengue, enfermedad de la que hasta el momento se han reportado más de 27 casos en Tabasco.