/ viernes 7 de agosto de 2020

¿Eminencia o un simple transeúnte?

Alexander “N” de 56 años, camina por la ciudad en el más completo silencio o hablándole al vacío

Pudo haber sido catedrático en cualquier universidad de México, incluso más allá de sus fronteras; pudo ejercer la ingeniería en cualquiera de sus campos, especialmente en el terreno de la electricidad y especializarse en física y electromagnetismo.

Pudo ser un profesionista, empresario, consultor en campos insospechados. Sin embargo, prefirió ser un transeúnte de la ciudad de Villahermosa, explorador habitual de sus calles y sitios, y un tejedor de historias que rayan entre lo real y lo irreal, entre lo cotidiano y lo sublime.

Alexander “N” es su nombre, y desde hace varios años deambula por las calles de la capital del estado.

A sus 56 años de edad, camina solo, despreocupado, a veces portando un vaso de café, en el más completo silencio, y otras hablándole al vacío.

En especial se le puede ver todos los días en la zona de Tabasco 2000, Paseo Tabasco, la avenida Adolfo Ruiz Cortines, y a veces se interna en el Parque Tomás Garrido Canabal; Otras veces aparece en la avenida José Pagés Llergo, y se adentra por fraccionamientos como Lidia Esther y Arboledas.

Con 56 años de edad, Alexander gusta de caminar por las calles de la ciudad.


Siempre viste formal, impecable, educado, pulcro hasta en su forma de caminar y de dirigir la palabra a quien lo saluda o incluso llega a entablar conversación con él.

-Fui ingeniero electricista, pero me retiré-, señala en uno de tantos recorridos matutinos.

-Soy de Villahermosa, aquí nací por el Parque Juárez, trabajo en un hospital, en el Santa Fe, pero ya acabé-, responde en tono amable dejando salir a una persona culta, preparada.

-¿Tienes hijos? -No mano, nunca me casé, me quedé solterón-, responde entre risas.

Pero en el fondo Alexander no es un transeúnte como cualquier otro, ya que tuvo una excelente educación; se nota que proviene de una familia acomodada.

-Estudié en Puebla, Ingeniería Eléctrica; estudié en la Universidad de las Américas-, señala en un tono que hace presumir que domina el idioma inglés.

Sin embargo, confiesa que la secundaria la estudió aquí y que la prepa la terminó en el desaparecido sistema CECyT.

Su elocuente plática descubre a una persona inteligente y preparada, aunque en ocasiones sus respuestas carezcan de concordancia.

-¿Nunca diste clases en Villahermosa? -Sí, pero es que fíjate, el Planetario es un problema, ya que estaba trabajando ahí, pero como el gobierno se pasó de priista a panista, y tomar licor a la fuerza, y tengo que salvar a los católicos.

-Entonces, ¿eres católico? -Sí, mano, estoy en la San Martín de Porres y debo ayudar a esa religión-, expresa para luego agregar que ha conocido a párrocos de la talla de Jesús González Marines y José del Carmen Campos, conocido como el Padre Carmelo.

-¿Caminas todos los días? -Todos los días hacia el hospital, pero como estoy haciendo estudios de microvoltios en sangre humana, ya arreglé un poco de personas ahí,- comenta antes de seguir su camino hacia la calle Eusebio Castillo, donde vive.

Dice no confiar de los celulares.

Pudo haber sido catedrático en cualquier universidad de México, incluso más allá de sus fronteras; pudo ejercer la ingeniería en cualquiera de sus campos, especialmente en el terreno de la electricidad y especializarse en física y electromagnetismo.

Pudo ser un profesionista, empresario, consultor en campos insospechados. Sin embargo, prefirió ser un transeúnte de la ciudad de Villahermosa, explorador habitual de sus calles y sitios, y un tejedor de historias que rayan entre lo real y lo irreal, entre lo cotidiano y lo sublime.

Alexander “N” es su nombre, y desde hace varios años deambula por las calles de la capital del estado.

A sus 56 años de edad, camina solo, despreocupado, a veces portando un vaso de café, en el más completo silencio, y otras hablándole al vacío.

En especial se le puede ver todos los días en la zona de Tabasco 2000, Paseo Tabasco, la avenida Adolfo Ruiz Cortines, y a veces se interna en el Parque Tomás Garrido Canabal; Otras veces aparece en la avenida José Pagés Llergo, y se adentra por fraccionamientos como Lidia Esther y Arboledas.

Con 56 años de edad, Alexander gusta de caminar por las calles de la ciudad.


Siempre viste formal, impecable, educado, pulcro hasta en su forma de caminar y de dirigir la palabra a quien lo saluda o incluso llega a entablar conversación con él.

-Fui ingeniero electricista, pero me retiré-, señala en uno de tantos recorridos matutinos.

-Soy de Villahermosa, aquí nací por el Parque Juárez, trabajo en un hospital, en el Santa Fe, pero ya acabé-, responde en tono amable dejando salir a una persona culta, preparada.

-¿Tienes hijos? -No mano, nunca me casé, me quedé solterón-, responde entre risas.

Pero en el fondo Alexander no es un transeúnte como cualquier otro, ya que tuvo una excelente educación; se nota que proviene de una familia acomodada.

-Estudié en Puebla, Ingeniería Eléctrica; estudié en la Universidad de las Américas-, señala en un tono que hace presumir que domina el idioma inglés.

Sin embargo, confiesa que la secundaria la estudió aquí y que la prepa la terminó en el desaparecido sistema CECyT.

Su elocuente plática descubre a una persona inteligente y preparada, aunque en ocasiones sus respuestas carezcan de concordancia.

-¿Nunca diste clases en Villahermosa? -Sí, pero es que fíjate, el Planetario es un problema, ya que estaba trabajando ahí, pero como el gobierno se pasó de priista a panista, y tomar licor a la fuerza, y tengo que salvar a los católicos.

-Entonces, ¿eres católico? -Sí, mano, estoy en la San Martín de Porres y debo ayudar a esa religión-, expresa para luego agregar que ha conocido a párrocos de la talla de Jesús González Marines y José del Carmen Campos, conocido como el Padre Carmelo.

-¿Caminas todos los días? -Todos los días hacia el hospital, pero como estoy haciendo estudios de microvoltios en sangre humana, ya arreglé un poco de personas ahí,- comenta antes de seguir su camino hacia la calle Eusebio Castillo, donde vive.

Dice no confiar de los celulares.

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