En Tabasco el dos por ciento de la población desocupada son personas mayores de 60 años, que pese a buscar empleo difícilmente lo consiguen, sin importar su experiencia laboral previa o sus conocimientos académicos.
Muchos de estos adultos mayores solo tienen como única opción el ocuparse como empacadores en supermercados, donde no reciben salarios y tienen que conformarse con propinas.
Actualmente, hay poco más de 100 mil adultos mayores registrados ante el Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores (INAPAM) en Tabasco y alrededor del 10 por ciento fueron registrados en el primer semestre de este año.
De esa cifra, un total de 312 de ellos, de ambos sexos, laboran como empacadores voluntarios en diversas tiendas de autoservicio como la única opción de formar parte, de alguna manera, de la población económicamente activa en el estado.
Por lo general, los ancianos que realizan esta labor sufren abusos por parte de los supervisores de las tiendas, incluso de parte de los clientes que incluso llegan a ofenderse porque estos embolsan sus compras.
Ante esta situación, la diputada local Dolores Gutiérrez Zurita presentó un punto de acuerdo para exhortar al INAPAM, al Gobierno del Estado y a la Comisión Estatal de los Derechos Humanos (CEDH), para que en el ámbito de su competencia, realicen acciones necesarias que prevengan la discriminación y verifiquen las condiciones de trabajo de este grupo vulnerable.
Y es que de acuerdo con la legisladora, este segmento de la población es víctima de maltrato físico, verbal y laboral, incluso de acciones en detrimento de su dignidad personal y que resultan ser humillantes y degradantes, y en algunos casos los supervisores les exigen que de la propina que reciben den una cuota una cuota diaria.
Pero el buscar “chamba” no se reduce solamente a empacar mercancías. Hay decenas de tabasqueños en edad avanzada que ni siquiera consiguen trabajo aún cuando en sus tiempos mozos observaron buen desempeño en oficios varios.
Una muestra de ello queda de manifiesto en lugares como el Parque Juárez de Villahermosa donde plomeros, electricistas, albañiles y herreros, entre otros, se concentran con todo y herramienta y una cartulina en la que ofrecen sus servicios.
Son muy pocos, -por no decir ninguno de ellos- los que logran ser contratados para hacer una “talacha”, no obstante que aseguran precios bajos en comparación con otros del ramo.
Otros tienen que dedicarse a vender golosinas en los cruceros de la ciudad o bien a la fuerte industria de la pepena de fierros viejos para venderlos en las llamadas recuperadoras de metales.
Lo cierto es que hay una gran parte de la población que, en pocos años, vendrá a sumarse a las estadísticas de adultos mayores sin empleo que tienen que conformarse con desempeñar cualquier actividad que le reditúe unos cuentos pesos para poder subsistir.