/ martes 10 de agosto de 2021

Asesor jurídico | Crisis del cambio climático

El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) de la Organización de Naciones Unidas (ONU), alerta en su sexto informe de que en todas las regiones del mundo se está intensificando de forma generalizada e irreversible, los efectos adversos del fenómeno del cambio climático y proyecta que la temperatura global aumentará 1.5 °C (Celsius) hacia 2030, diez años antes de lo previsto.

El IPCC confirma que la crisis climática ya ha afectado a toda la humanidad. No hay ni un solo rincón poblado del planeta libre del impacto del calentamiento global, el deshielo de glaciares o los fenómenos meteorológicos extremos. La primera conclusión del informe elaborado por 234 científicos de renombre de 66 países, es la más contundente: “Es inequívoco que la actividad humana ha calentado la atmósfera, el océano y la superficie terrestre”. El aumento de gases de efecto invernadero en la atmósfera del planeta ha sido causado por la actividad humana y la concentración de estos gases sigue incrementándose desde 2011, siendo el principal impulsor del calentamiento global entre 1 y 2 °C.

Este escenario de incremento de la temperatura global de hasta 2 °C, abre la probabilidad de que el océano Ártico quede libre de hielo, liberando su cuenca oceánica y a medida que aumenta el deshielo, se incrementará el nivel de los océanos, constituyéndose en una grave amenaza para el 10 por ciento de la población humana asentada a 10 metros o menos sobre el nivel del mar.

El incremento del nivel del mar representa una lenta e imparable doble amenaza. A medida que disminuye el hielo marino, disminuyen las algas, lo que tiene un efecto dominó sobre otras especies y el calentamiento de los océanos altera las corrientes, afectando la composición química del mar -haciéndola más ácida y formando ácido carbónico-, amenazando la supervivencia de la vida silvestre al interrumpir la cadena alimentaria. Además de alterar los patrones migratorios de muchas especies marinas, incluidos los cambios en las precipitaciones -con más lluvia en algunas zonas y mucho menos en otras- y en las temperaturas del aire. Estos cambios tienen implicaciones drásticas para innumerables especies, incluyendo a los seres humanos.

La humanidad no se ha preparado para afrontar este reto. Fracasaron las metas del Acuerdo de París que firmaron el 12 de diciembre del 2015, 189 países de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMCUCC). No se ha podido limitar el calentamiento global a 1,5 °C y en la actualidad, el esfuerzo para hacer frente al cambio climático, bajando las emisiones de efecto invernadero se ve reflejado en menos naciones.

Se ve lejos uno de los objetivos del Acuerdo de París, que es reducir las emisiones mundiales de dióxido de carbono (CO2) en un 45% en 2030. De seguir la actual tendencia, solo se registrará una baja de 1%, pues las concentraciones de CO2 subieron en 2019 y 2020, con un promedio mundial anual que superó el umbral de 410 partes por millón, siendo una cifra récord de gases de efecto invernadero que atrapa el calor en la atmósfera, aumenta las temperaturas y provoca un clima más extremo.

Los gobiernos nacionales son los principales responsables de dirigir el cambio hacia la reducción de las emisiones nocivas a la atmósfera. El 78% de las emisiones son generadas por los 19 países miembros del G20 (incluido México) y los 27 integrantes de la Unión Europea, mientras que China y Estados Unidos suman el 44% total de las emisiones de CO2 del mundo, mostrando que no estamos ni cerca del nivel de ambición necesario para limitar el cambio climático a 1.5 °C y cumplir con los objetivos del Acuerdo de París.

México se encuentra en el lugar 13 mundial, con 1.3% de la contribución de emisiones de CO2 y el gobierno mexicano también ha incumplido con los compromisos del Acuerdo de París. A pesar de la mayor eficiencia energética y la propagación de las fuentes de energía bajas en carbono, las emisiones siguen incrementándose en países como el nuestro, cuyo consumo de energía se ha inclinado por los combustibles fósiles -cuya producción y oferta energéticas siguen estando cubiertas mayoritariamente por el gas y el petróleo-, dejando de lado la energía renovable.

El país es altamente vulnerable a los efectos adversos del cambio climático: el 57% del suelo nacional (mil 385 municipios están en riesgo por eventos climáticos extremos como intensos períodos de sequías, lluvias y ciclones tropicales); 319 son altamente vulnerables a sufrir inundaciones, deslaves, sequías agrícolas, disminución de rendimientos por precipitación y temperatura, ondas de calor y transmisión de enfermedades y; al menos 38 ciudades podrían desaparecer en los siguientes años. Por ejemplo, se prevé a este ritmo de calentamiento global de +1.5 °C hacia 2030, que México podría perder hasta 38 ciudades a causa de una posible afectación en el aumento del nivel del mar: Yucatán, Campeche y Veracruz serían de los estados más afectados, y Tabasco podría estar en situación de emergencia con el peligro de desaparecer prácticamente bajo el agua.

Las consecuencias del cambio climático ya se sienten en México, pues las temperaturas promedio a escala nacional se han elevado en 0.85 °C. De igual modo, las temperaturas invernales han incrementado 1.3 °C, así como el aumento de huracanes, sequías, deslaves, temperaturas extremas, lluvias torrenciales, inundaciones e incendios que han ocasionado altos costos económicos y sociales. Además, por el cambio de uso de suelo para actividades productivas, se han perdido 250 mil km2 de bosques tropicales, 129 mil km2 de bosques templados, con una pérdida de cobertura forestal y de manglares, a una tasa neta de 128.8 mil y 10 mil hectáreas al año respectivamente.

Es importante informar sobre las alarmantes consecuencias que causa el calentamiento global y que, pese a que los políticos siguen renuentes a colaborar para dar soluciones, la crisis climática sigue avanzando y afectará gravemente a México durante los próximos años –afectando la infraestructura en zonas costeras y exacerbando las iniquidades en empleos, salud, acceso a agua y alimentos-, si no se reducen de forma rápida las emisiones de gases de efecto invernadero e invertir en modelos de energía autosustentable. ¿Estamos preparados para afrontar el reto?

El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) de la Organización de Naciones Unidas (ONU), alerta en su sexto informe de que en todas las regiones del mundo se está intensificando de forma generalizada e irreversible, los efectos adversos del fenómeno del cambio climático y proyecta que la temperatura global aumentará 1.5 °C (Celsius) hacia 2030, diez años antes de lo previsto.

El IPCC confirma que la crisis climática ya ha afectado a toda la humanidad. No hay ni un solo rincón poblado del planeta libre del impacto del calentamiento global, el deshielo de glaciares o los fenómenos meteorológicos extremos. La primera conclusión del informe elaborado por 234 científicos de renombre de 66 países, es la más contundente: “Es inequívoco que la actividad humana ha calentado la atmósfera, el océano y la superficie terrestre”. El aumento de gases de efecto invernadero en la atmósfera del planeta ha sido causado por la actividad humana y la concentración de estos gases sigue incrementándose desde 2011, siendo el principal impulsor del calentamiento global entre 1 y 2 °C.

Este escenario de incremento de la temperatura global de hasta 2 °C, abre la probabilidad de que el océano Ártico quede libre de hielo, liberando su cuenca oceánica y a medida que aumenta el deshielo, se incrementará el nivel de los océanos, constituyéndose en una grave amenaza para el 10 por ciento de la población humana asentada a 10 metros o menos sobre el nivel del mar.

El incremento del nivel del mar representa una lenta e imparable doble amenaza. A medida que disminuye el hielo marino, disminuyen las algas, lo que tiene un efecto dominó sobre otras especies y el calentamiento de los océanos altera las corrientes, afectando la composición química del mar -haciéndola más ácida y formando ácido carbónico-, amenazando la supervivencia de la vida silvestre al interrumpir la cadena alimentaria. Además de alterar los patrones migratorios de muchas especies marinas, incluidos los cambios en las precipitaciones -con más lluvia en algunas zonas y mucho menos en otras- y en las temperaturas del aire. Estos cambios tienen implicaciones drásticas para innumerables especies, incluyendo a los seres humanos.

La humanidad no se ha preparado para afrontar este reto. Fracasaron las metas del Acuerdo de París que firmaron el 12 de diciembre del 2015, 189 países de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMCUCC). No se ha podido limitar el calentamiento global a 1,5 °C y en la actualidad, el esfuerzo para hacer frente al cambio climático, bajando las emisiones de efecto invernadero se ve reflejado en menos naciones.

Se ve lejos uno de los objetivos del Acuerdo de París, que es reducir las emisiones mundiales de dióxido de carbono (CO2) en un 45% en 2030. De seguir la actual tendencia, solo se registrará una baja de 1%, pues las concentraciones de CO2 subieron en 2019 y 2020, con un promedio mundial anual que superó el umbral de 410 partes por millón, siendo una cifra récord de gases de efecto invernadero que atrapa el calor en la atmósfera, aumenta las temperaturas y provoca un clima más extremo.

Los gobiernos nacionales son los principales responsables de dirigir el cambio hacia la reducción de las emisiones nocivas a la atmósfera. El 78% de las emisiones son generadas por los 19 países miembros del G20 (incluido México) y los 27 integrantes de la Unión Europea, mientras que China y Estados Unidos suman el 44% total de las emisiones de CO2 del mundo, mostrando que no estamos ni cerca del nivel de ambición necesario para limitar el cambio climático a 1.5 °C y cumplir con los objetivos del Acuerdo de París.

México se encuentra en el lugar 13 mundial, con 1.3% de la contribución de emisiones de CO2 y el gobierno mexicano también ha incumplido con los compromisos del Acuerdo de París. A pesar de la mayor eficiencia energética y la propagación de las fuentes de energía bajas en carbono, las emisiones siguen incrementándose en países como el nuestro, cuyo consumo de energía se ha inclinado por los combustibles fósiles -cuya producción y oferta energéticas siguen estando cubiertas mayoritariamente por el gas y el petróleo-, dejando de lado la energía renovable.

El país es altamente vulnerable a los efectos adversos del cambio climático: el 57% del suelo nacional (mil 385 municipios están en riesgo por eventos climáticos extremos como intensos períodos de sequías, lluvias y ciclones tropicales); 319 son altamente vulnerables a sufrir inundaciones, deslaves, sequías agrícolas, disminución de rendimientos por precipitación y temperatura, ondas de calor y transmisión de enfermedades y; al menos 38 ciudades podrían desaparecer en los siguientes años. Por ejemplo, se prevé a este ritmo de calentamiento global de +1.5 °C hacia 2030, que México podría perder hasta 38 ciudades a causa de una posible afectación en el aumento del nivel del mar: Yucatán, Campeche y Veracruz serían de los estados más afectados, y Tabasco podría estar en situación de emergencia con el peligro de desaparecer prácticamente bajo el agua.

Las consecuencias del cambio climático ya se sienten en México, pues las temperaturas promedio a escala nacional se han elevado en 0.85 °C. De igual modo, las temperaturas invernales han incrementado 1.3 °C, así como el aumento de huracanes, sequías, deslaves, temperaturas extremas, lluvias torrenciales, inundaciones e incendios que han ocasionado altos costos económicos y sociales. Además, por el cambio de uso de suelo para actividades productivas, se han perdido 250 mil km2 de bosques tropicales, 129 mil km2 de bosques templados, con una pérdida de cobertura forestal y de manglares, a una tasa neta de 128.8 mil y 10 mil hectáreas al año respectivamente.

Es importante informar sobre las alarmantes consecuencias que causa el calentamiento global y que, pese a que los políticos siguen renuentes a colaborar para dar soluciones, la crisis climática sigue avanzando y afectará gravemente a México durante los próximos años –afectando la infraestructura en zonas costeras y exacerbando las iniquidades en empleos, salud, acceso a agua y alimentos-, si no se reducen de forma rápida las emisiones de gases de efecto invernadero e invertir en modelos de energía autosustentable. ¿Estamos preparados para afrontar el reto?