La siguiente historia nos la manda nuestra amiga Mariana “N”, originaria de la ranchería Alvarado Guardacosta en Centro. El relato que a continuación vamos a contar, bien podría estar enmarcado en el terreno de la ufología, pues implica fenómenos en el cielo.
Todo el suceso ocurrió allá por el año de 1992 en la comunidad antes mencionada, la cual es tranquila; sus habitantes cierran las puertas de sus hogares antes de las 20:00 horas; las casas están muy separadas, unas de otras, y ya cuando la noche cae totalmente, se pueden escuchar los grillos; cantos de gallos; el pasar de cualquier unidad, en fin, la soledad de la noche registra el más leve ruido.
Así transcurren los días, hasta la fecha de hoy, sin embargo en la década de los noventas, hubo un lapso de poco más de año que esa tranquilidad se interrumpió por una luz de color rojo, ésta se empezó a ver en los montazales, parecía tener movimiento propio; a la vista daba la impresión de ser de gran tamaño, aunque en realidad nunca se supo su dimensión, pero aseguran que seguía a los autos que pasaban por la zona.
Aseguraban que buscaba un alma, la cual se había escapado del infierno.
Algunos comentaban que era una señal del fin del mundo, otros que presagiaba una desgracia, incluso hubo quienes aseguraban que era el mismo mal que estaba buscando un alma, la cual, seguramente se había escapado del infierno; por su parte, las personas entradas en años, decían que se trataba de un alma en pena, y los más escépticos, simplemente, escuchaban y reían.
En una ocasión, nos cuenta Mariana, un tío de ella, de nombre Amaro, se dirigía a su rancho en su auto, se le había hecho tarde y como ya antes había visto esta luz, iba preocupado, se podría asegurar ansioso de llegar a su casa. Desafortunadamente, cuando su reloj marcaba las 19:00 horas, se dio cuenta, al mirar el vidrio retrovisor de su camioneta, que la luz lo estaba siguiendo; por puro instinto aceleró, pero la luminosidad roja también, de tal manera que en gran parte del camino de terracería no pudo quitarse a su incomoda acompañante. Fue hasta que llegó a su rancho, que pudo zafarse de la luz, y ésta siguió su trayecto sobre la carretera.
Nuestra amiga también nos cuenta que el chofer de un minibus, cuando ya había terminado su trabajo, se dirigía a guardar el transporte, pero antes, como iba con unos amigos, decidió pasar a comprar unas cervezas en un depósito, esta parada ocasionó que se le hiciera tarde. Entre caguamas y música de Los Temerarios estaba la plática de cuates, aquellas donde se recuerdan amores pasados o situaciones un tanto graciosas y embarazosas, cuando se interrumpió por la luz roja, al igual que en la situación anterior el chofer aceleró el autobús, sin embargo, no pudo quitarse por un buen trayecto al objeto, a diferencia del caso antes mencionado, éste desapareció como por arte de magia.
Estos avistamientos se siguieron dando poco más de un año, y así como llegó, este fenómeno dejó de verse. Esta amable lectora que comparte esta experiencia con nosotros, nos dijo que también la luz la vio en Villahermosa, en ese 1992, en la colonia Tamulté, cuando fue a visitar a unas tías. Así concluye este relato, pero te pregunto a ti, apreciable lector: ¿Tú que piensas al respecto?
